“Me voy”, se escucha hace pocos días al otro lado del teléfono. Un hilo de felicidad se desliza entre las dos palabras. Yolanda Matarranz habla igual que hace historia, con una prudencia apenas iluminada. “Firmé todos los papeles la semana pasada”. Ya es oficial; Yolanda ha dado el paso definitivo convirtiéndose en el primer deportista español que ha conseguido un contrato para jugar a la petanca. “Soy jugadora del Draguignan”, confirma alegre.
En siete días ha dado un volantazo a su vida. El pasado 19 de enero voló a Niza para participar en el torneo Passion Pétanque Française, organizado por la mítica asociación gala, cuyo objetivo es el desarrollo y reconocimiento de este deporte, que reúne a los mejores de la temporada anterior. Aterrizó en España una semana después, descubriendo un camino inédito en la historia de nuestro deporte. “Es una responsabilidad tremenda, estoy ilusionada, pero es mucha responsabilidad”, insiste.
Es madrileña, tiene 43 años, juega desde niña y es la reina de la petanca. En su vitrina se despeñan las medallas y los campeonatos, que colecciona. Tiene diez títulos internacionales: cinco mundiales y cinco europeos. El último lo consiguió el 6 de noviembre en Suecia. Desde entonces no competía. “En Niza había dos torneos. He quedado primera y tercera, estoy muy contenta. Era mi segunda vez en el torneo PPF”. Lo ha ganado todo como amateur (“nunca lo he hecho por dinero, me divierto”) enfrentándose a los mejores del mundo, profesionalizados.
"Los nervios ya son diferentes"
“Dedico el tiempo suficiente para ser buena. Tengo facilidad. Entreno todos los días, compito mucho. Me ha costado lo mío, pero he conseguido hacerme hueco. Juego Mundiales desde 2000. Cuando empecé a ir a los torneos no me acordaba ni de mi nombre, los nervios ya son diferentes”. Ahora comienza una nueva etapa. “Que te quiera reclutar el mejor equipo de Francia y prácticamente del mundo es increíble”. “Me quieren con ellos”, continua, “para jugar un campeonato de clubes de Europa”. ¿La Champions League de la petanca? “Sí, más o menos. Hay una modalidad mixta en triples en la que interviene una mujer junto a dos hombres. Las hay muy buenas y se han fijado en mí. Estoy en un momento dulce. El Draguignan es un equipo ocho veces campeón del mundo, tiene un nivelazo. Estoy orgullosa y responsabilizada”.
Al hablar de petanca asalta la imagen de aquel adolescente grueso, concienciado, meme sin photoshop, que acariciaba sus bolas encima de las negritas de un titular: “Volveré a estudiar; de la petanca no se puede vivir”. “Es cierto”, confirma Yolanda Matarranz. “Al menos aquí. Los franceses sí viven de ello. Nuestra federación corre con todos los gastos de los viajes, pero nada más. Luego el Estado paga por cada victoria unos 3.000 euros, más o menos. Hay que trabajar”.
Su situación sigue siendo casi la misma. “Mi ficha no me da para dejar de trabajar, tengo que seguir compaginándolo”. Yolanda trabaja en la sección de logística de Iveco en Madrid. “En Francia me pagan, pero no lo suficiente. La experiencia va a ser única, me he decidido sobre todo por eso, por la experiencia. Allí es otro mundo”. Al principio no lo veía claro. “Siempre he tenido alguna propuesta. Mudarme a otro país, tener que dejarlo todo a estas alturas, sólo plantearlo, era complicado”. “Esta opción es buena. Me he decantado porque en el trabajo me permiten viajar los fines de semana y tengo el apoyo de mi familia”. Raúl, su marido, también juega. No tienen hijos. “Quiero vivirlo junto a él”.
21.987 licencias en España
¿En qué consiste exactamente la petanca? "Se juega con dos bolas y un boliche de madera, que se tira primero. Las bolas deben quedar lo más cerca posible del boliche. Las pistas son de 15 metros por cuatro de ancho. Existe el arrimador, medio y tirador. El arrimador suele siempre acercarse lo máximo posible al bolo. El medio es buen arrimador y tira y pega bolas del contrario. Y el tirador sólo tira bolas del contrario, tiene mucha precisión. Gana quien más se acerque a los 13 puntos".
“Es muy psicológico”, se explaya. “Hay que tener mucha capacidad de concentración. Hacer estrategias. Cuando me meto en la pista, dejo mis historias y sólo veo bolas. Pienso que no se compliquen las partidas. A mí me va muy bien”, lanza con naturalidad.
La petanca surgió en 1910 en La Ciotat, una localidad provenzana a 30 kilómetros de Marsella. Lejos de allí, en la Costa Azul, cerca de Mónaco, está Daguignan, la ciudad a la que pertenece el club donde Yolanda jugará, “de momento”, un año. En España este deporte es el 28 por número de inscritos, el 0’53% del total, según el Consejo Superior de Deportes, por delante del motociclismo, el boxeo o el squash. “En Francia es diferente: hay instalaciones, diez veces más licencias y se retransmite por televisión”. En 2015, último año de referencia, se contabilizaron 21.987 licencias en nuestro país, 530 más que el periodo anterior. Cataluña es la comunidad con más federados, 10.744, y en Navarra nadie juega, oficialmente, a la petanca. “En Cataluña hay muchísimo nivel. Debe ser por la cercanía con Francia. Es difícil ganarles. Antes aquí éramos más, pero seguimos dando la misma guerra”, advierte.
Entrenar en solitario
En Madrid hay 24 clubes de para un total de 1.044 licencias. Yolanda, sin embargo, entrena sola. “Lo prefiero. Llevo mis propios horarios, tengo que compaginarlo con el trabajo y así estoy pendiente sólo de entrenar. Me ha ido bien. Me tengo que poner las pilas”, dice mirando su nuevo calendario. La última campeona de Europa de petanca entrena en el parque de al lado. “Vivo en Daganzo de Arriba. Me despierto a las cinco y media, voy al trabajo y cuando vuelvo, siempre que no haya muchos niños, me bajo con mis bolas al parque y entreno. Una hora diaria, más o menos, lo justo para mantener el brazo bien. Me planifico y no me preocupo”.
Mantiene la rutina con la que conoció el juego, como si profesionalizar ciertas costumbres rompiera el hechizo. “Con 11 años ya iba a un parque de Aluche, donde vivía mi familia, a ver cómo jugaban algunas personas mayores. Me llamó la atención y un día me ofrecieron participar y hasta ahora”. Aquella imagen debió ser desconcertante: una niña rodeada de jubilados jugando a la petanca. “Lo compaginé con otros deportes. Conforme crecía me fui especializando, hasta que lo dejé todo por la petanca. La gente se extrañaba muchísimo: mis amigas, algún noviete...”.
Las españolas: “Potencia mundial”
¿Cuál es el nivel de España? "En petanca las mujeres somos una potencia mundial", golpea despacio. Desmenuza la frase, desempolva un cofre. La voz adquiere tono de descubrimiento: está revelando su secreto, descorriendo las cortinas, asomándose bajo las toneladas del 'mainstream', del fútbol. Junto a ella hay una selección, un grupo de mujeres que recorre países ganando trofeos. “Jero Ballesta es cuatro veces campeona del mundo, Charo Pastor y María José Díaz son muy buenas. Catalina Mayol también. Melani, su hija, tiene 22 años y mucha calidad”. “Somos una potencia total”, dice directamente. “Las que vienen por detrás van a dar que hablar”. El palmarés es una dictadura, una fila de mundiales y europeos. “En petanca puedes ganar a cualquiera y cualquiera te puede ganar, eso es lo importante. Respecto a los hombres, “lo tienen más complicado, el resto son exquisitamente buenos”.
¿Qué habría que cambiar para convertir el deporte en profesional en España? "Tendría que ser olímpico. Estaríamos hablando de otra historia. Pero eso es muy difícil". ¿Existen lesiones? "Claro. Tengo el hombro y la espalda fatal. Si tiro 300 bolas por 690 gramos que pesa cada una, es mucho peso. Influye también la distancia de seis o 10 metros. Haces un esfuerzo físico grande. Contracturas, tendinitis, epicondilitis [codo de tenista], dolor en el tríceps, bíceps… Voy mucho al fisio. Me cuido. Cuando veo que estoy cansada, paro".
En su conquista del mundo, ha tropezado con Nok Thong, tailandesa. “Tiene un campeonato del mundo más, es buenísima. Pero yo tengo también cinco europeos, donde ella no participa. Estamos igualadas”, sonríe. Las Cristiano y Messi de alcanzar el boliche. ¿Quién es quién? “Ella es Messi. Y yo soy Griezmann, porque soy del Atleti”, aclara divertida. El éxito, en realidad, no fue tan fácil de digerir. “Subí al podio en mi primer mundial. Miraba a las otras jugadoras y quería eso, ganar. Dos años después lo conseguí y lo pasé mal. Tuve que ir al psicólogo para poder entender lo que me estaba pasando”. Asumido, ha llegado de manera individual y en equipo. “Las sensaciones son diferentes. En equipo es una explosión. En individual sientes que es tuyo”.
Ve lejos la retirada. “Estoy en un momento muy bueno, tengo que aprovechar esta oportunidad. Ha llegado el tren y me he subido justo a tiempo”. El 17 de febrero comienza el viaje con “las primeras fases del torneo, que serán en Francia”. ¿Esto no era una afición de abuelos? “Esa es la imagen que se tiene, pero no es así. En España hay una cantera muy buena. Sorprendería si se conociera la cantidad de gente joven que participa en campeonatos nacionales, regionales. La imagen que tenemos es distorsionada”, se impone. “Los medios tienen un poquito la culpa. Está claro que la petanca no mueve nada comparado con otros deportes. Cuando gano; muy poco. Estoy satisfecha si la petanca es importante durante dos minutos. Si es por mi culpa, ya ha valido todo la pena. Me apasiona competir”.
¿Qué diría si tuviera 30 segundos en ‘Los Manolos’? "Que nos conozcan. Quizá merezcamos un poco más de atención".