La prosperidad del bádminton español es digna de estudio. El pasado mes de agosto, la mejor jugadora del mundo (Carolina Marín) tuvo a millones de compatriotas en vilo durante la final olímpica que ganó a la india Pusarla Sindhu: sus gritos durante la competición se convirtieron incluso en tema de conversación popular. Desde los Juegos de Barcelona, que incluyeron el bádminton en el programa olímpico, sólo dos jugadores europeos (daneses) habían accedido a una final: los demás fueron chinos, indonesios, coreanos y malayos.
Los éxitos del bádminton patrio ya no se reducen, sin embargo, a la onubense. El pasado sábado 3, los españoles Bea Corrales y Pablo Abián se proclamaron campeones de los cuadros femenino y masculino, respectivamente, del Internacional de Gales de bádminton. Un doblete que confirma una tendencia reciente pero consolidada: la ruptura de la hegemonía asiática en el deporte de la raqueta y el volante (como se denomina la ‘pelota’ en este juego) por un país que, simplificando, apenas conocía su existencia.
"Nada de esto es casualidad"
Beatriz Corrales (Madrid, 1992), número 23 del mundo, es una de las cinco jugadoras europeas en el Top 25 mundial. Sólo la sombra de Carolina (por una cuestión de cupos nacionales) le impidió estar en Río de Janeiro este año. “Nada de lo que está pasando es casualidad”, razona en una conversación con este periódico tras volver triunfadora de Cardiff. “Es fruto del trabajo de años atrás, del proyecto ambicioso de la Federación (dentro de las limitaciones económicas; el dinero es muy importante). De tener una buena estructura y los objetivos claros a corto y largo plazo. Uno de los factores principales es la creencia en el trabajo diario, técnico y físico, generar esa seguridad, empezar a verlo. Hace años nos sentíamos inferiores a los asiáticos, pero ya no”.
España es una potencia mundial en un deporte que hasta hace poco practicaban en la península unos pocos miles de personas. “Ahora el ‘boom’ está animando a la gente”, expresa David Serrano, pionero del bádminton español (participó en los Juegos de Barcelona ‘92) y director deportivo de la Federación: “Hay unas 8.000 licencias actualmente, pero en el país juegan ya al bádminton unas 20.000 personas”.
Carolina Marín, oro olímpico a los 23 años y dos veces campeona del mundo, tiene una enorme responsabilidad en este esplendor del bádminton hispano. “Su explosión es excepcional, nos puso en el mapa”, dice David Serrano, que al igual que Corrales incide en el ecosistema favorable creado en la última década: “Hemos trabajado seriamente. Mucha innovación... El CAR (Centro de Alto Rendimiento del Consejo Superior de Deportes) ha sido clave, por ejemplo, es una fábrica de campeones”.
“La clave es que hay dos o tres proyectos activos y con una metodología similar en la Federación”, continúa: “‘Se Busca Campeón’ (entre 9 y 12 años, donde tenemos unas 350 personas), los Centros de Tecnificación, entre los 12 y los 19, y después ya el CAR. Todo está coordinado. En los niveles iniciales los contenidos son innovadores: no se premian resultados, sino habilidades y destrezas. Los chavales de 13-14 años progresan mucho. La formación física y táctica tiene el nivel de cualquier país europeo. Luego en el CAR se da el paso final…”
Táctica y garra
¿Hay diferencias entre los jugadores españoles y de otra nacionalidad? ¿Alguna virtud específica? Para Serrano, nuestra gran ventaja está en el plano táctico: “Técnica y físicamente los asiáticos pueden ser mejores, pero tácticamente estamos muy avanzados: colocación, anticipación, saber dónde va a ir el volante, adaptar la técnica constantemente para lograr golpes ganadores”. Corrales, en cambio, menciona el carácter: “Somos todos diferentes, claro, pero un rasgo que nos caracteriza es la garra, la fuerza, las ganas de ganar. El decir: ‘Aquí estoy, hemos trabajado para esto’”.
Futuro prometedor (femenino)
El bádminton español ni siquiera termina en Beatriz Corrales y Pablo Abián (31 años, “el mejor jugador de nuestra historia” para Serrano, tres Juegos Olímpicos a sus espaldas). “Detrás viene una camada de niñas buenísima”, asegura Serrano. “Puedo hablarte de Clara Azurmendi y de Sara Peñalver, pero hay más en categoría sub-15”. La cantera sobresaliente es femenina. “En chicas somos mejores – terceras de Europa por equipos, campeón júnior por equipos. Tenemos más recorrido ahora en femenino que en masculino. Nuestro gran desafío es encontrar financiación para preparar los dobles femeninos, masculinos y mixtos. No lo hemos abordado ni en entrenamiento ni en táctica. Por eso los asiáticos siguen dominando colectivamente: dominan todo, las cinco pruebas”.
El pasado 22 de agosto, Carolina Marín hizo historia en el Pabellón Riocentro 4. Su medalla de oro era el fruto de un trabajo descomunal, a nivel físico y mental, para ponerse en la cumbre de una disciplina que hasta ahora, salvo raras excepciones, estaba monopolizada por jugadores del Extremo Oriente y la Cuenca del Pacífico. Los éxitos de compañeros suyos certifican que su fabuloso mérito personal floreció en un entorno estable y organizado. “Fue importante que Carolina saliera en la tele, se lo merece mucho”, reflexiona Beatriz Corrales. “Y nos ayuda a todos”. Pero los pies están bien pegados al suelo: “Los éxitos pasan, lo que queda es que la gente lo disfrute y el bádminton se dé a conocer”.
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