El Everest es el techo del mundo por algo. Cuatro personas han muerto después de que las ascensiones a la célebre montaña volvieran a ser permitidas esta primavera tras el terremoto de Nepal (2015). Se trata de dos alpinistas indios, una escaladora australiana y un último hombre de nacionalidad holandesa.
Los dos primeros desaparecieron el pasado 21 de mayo, por los que los sherpas fueron en su busca. Encontraron el cuerpo de Paresh Nath, de 58 años, a más de 7.900 metros de altitud, por encima del Collado Sur de la montaña. Todavía se está investigando la localización de su acompañante.
En lo que respecta a la australiana Maria Strydom, la altitud le jugó una mala pasada cuando ya estaba cerca de la cumbre de 8.850 metros. Cayó enferma y tuvo que dar la vuelta, muriendo a pesar de la medicación y del oxígeno que le facilitaron los sherpas, según contó su marido, Robert Gropel.
Por último, al neerlandés Eric Ary Arnold, de 36 años, le sobrevino la muerte más trágica. Sucedió justo cuando bajaba de una cima que han escalado más de 7.300 personas desde 1953 y que ya se ha cobrado 283 vidas.