En un país donde los deportes nacionales son el rugby y el cricket, aún es rara avis el motociclismo. Todavía más si eres un niño de sólo 10 años y te dedicas a competir sobre dos ruedas después de haberlo hecho antes sobre cuatro. “Yo ni siquiera sabía lo que era MotoGP, pero veía a mi padre delante de la televisión animando a Valentino Rossi y yo me ponía a gritar con él”, explica Brad Binder (11 de agosto de 1995, Potchefstroom, Sudáfrica) tras proclamarse campeón del mundo de Moto3 en el trazado de MotorLand, donde en la penúltima curva se vio superado por Jorge Navarro y terminó en el segundo escalón del podio.
“He perdido la pelea, pero he ganado el título”, admitió con una sonrisa pletórica el campeón más madrugador en la cilindrada pequeña, que ha conseguido el cetro en la primera oportunidad de la que ha gozado y cuando todavía restan cuatro citas para el final de la temporada, algo inédito en esta categoría.
“Habría sido diferente si me lo hubiera tenido que jugar todo en Valencia, pero aquí no estaba muy estresado porque aún quedaban muchas carreras por delante. Siempre que he tenido algún problema a lo largo de la temporada, he pensado en Jerez porque salí el último y terminé ganando la carrera. Cuando ganas, algo te hace clic”, recuerda Binder sobre su primer triunfo mundialista y después de acumular cinco victorias, 11 podios y cuatro poles antes de proclamarse campeón del mundo de Moto3 y suceder a su compatriota Ekerold (350cc) 36 años después.
“Todo esto ha tenido una gran repercusión en Sudáfrica. Esta semana me sonaba el móvil cada dos minutos y estoy seguro que los próximos días serán muy ajetreados porque es una gran noticia para mi país”, añadió el nuevo campeón del mundo de Moto3 orgulloso de sus orígenes, aunque tuvo que emigrar a los 12 años para poder dedicarse al motociclismo después de ganar durante tres años consecutivos el campeonato júnior regional de Sudáfrica.
Junto a su madre Sharon, Brad se instaló en el Reino Unido para poder seguir creciendo como piloto mientras su padre Trevor se quedó en su casa próxima a Johannesburgo, donde atesora una selecta colección de motos, para cuidar del pequeño Darryn -tres años menor y también piloto mundialista de Moto3- y para atender las minas de oro que posee la familia Binder y que les han permitido financiar la carrera deportiva de sus dos únicos hijos.
Su primera temporada completa en el campeonato del mundo de Moto3, en 2012, coincidió con un nuevo traslado de domicilio para instalarse definitivamente en Moraira (Alicante), donde vive desde entonces con su hermano Darryn aunque en ocasiones se escapa a Tarragona para entrenar con Joan Olivé, director deportivo de KTM en la categoría de Moto3, y Jack Miller, piloto de MotoGP.
El finlandés Aki Ajo, propietario de equipo Red Bull Ajo Motorsport con el que Brad Binder se ha proclamado campeón del mundo de Moto3, seguirá siendo su jefe la próxima temporada porque se incorporará a su equipo de Moto2 con el que el piloto francés Johann Zarco se convirtió en campeón en 2015. “Mi ídolo es Valentino, pero uno de mis referentes es Zarco porque envidio su pasión, dedicación y entrega que tiene por las motos”, concluye el piloto sudafricano que también vive por y para el motociclismo.