La temporada comenzó siendo un auténtico sueño para Fernando Alonso. Un año que aparecía con muchas incógnitas, con la ambiciosa apuesta del cambio de escudería como gran riesgo, arrancó con resultados increíbles y con el mundo entero puesto a los pies del asturiano a sus 42 años.
El mito de la '33' comenzó a crecer como la espuma, y desde luego que no eran unas ilusiones infundadas porque Fernando se codeó con los mejores durante las primeras carreras del Mundial. Pese a que los Red Bull, especialmente Max Verstappen, parecían imbatibles, Alonso era el mejor de los mortales y siempre quedaba la esperanza de que un error de sus rivales terminara por llevarle al cajón más alto.
Sus tres podios en los tres primeros Grandes Premios de la temporada hicieron ver que Alonso estaba en plena forma y también que Aston Martin tenía opciones reales a conseguir un triunfo entre los monstruos de Red Bull. El paddock al completo quedó sorprendido por el rendimiento del coche de la escudería británica, ya que aunque se sabía de los avances que habían hecho antes de comenzar el curso, nadie esperaba que estuvieran por delante de otros como Mercedes o Ferrari.
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Sin embargo, los renglones de aquel cuento de hadas se fueron torciendo poco a poco y los buenos resultados de pronto se esfumaron. El segundo puesto de Fernando Alonso hace un mes en el Gran Premio de los Países Bajos tan sólo fue un espejismo, porque lo cierto es que hace tiempo que el español se ve lejos, muy lejos, de los mejores, de aquellos a los que superaba en el arranque de la campaña.
Por si fuera poco, a la bajada del rendimiento del coche se le han ido uniendo también algunas decisiones de equipo en ciertas carreras que han terminado por lastrar las aspiraciones del asturiano. La última de ellas tuvo lugar en el Gran Premio de Suzuka, y eso sirvió además para que el piloto estrella de Aston Martin le diera un toque serio a los responsables de la escudería.
Un coche estancado
El AMR23 comenzó como un cohete este Mundial. Parecía que en Aston Martin habían dado con algún tipo de tecla mágica para hacer que Fernando Alonso pudiera estar por detrás de los Red Bull cuando en realidad prácticamente nadie contaba con ellos para copar los primeros puestos en cada carrera.
Ni los Mercedes, ni los McLaren, ni los Ferrari... Ninguna otra escudería era capaz de llegar al nivel del equipo británico. La mezcla entre la estructura revelación y uno de los pilotos más maravillosos de la Fórmula 1 en las últimas décadas hacía que incluso los más escépticos con Fernando Alonso vibraran con cada carrera y pensaran en que podría obrar el milagro de la '33'.
Aston Martin, de hecho, se convirtió en una gran opción al subcampeonato del Mundial de Constructores ya que alcanzar a Red Bull era absolutamente imposible con Max Verstappen ganando en cada carrera y con Checo Pérez dando la talla. Sin embargo, ahora mismo esta opción parece que se esfuma en función de los resultados que se vienen dando desde hace tiempo.
A medida que la temporada va avanzando, los equipos siguen trabajando duramente en mejoras para sus monoplazas, y ahí es donde Aston Martin está pagando un precio demasiado caro. Mientras que otros coches como los Ferrari, los Mercedes o incluso los McLaren más recientemente han evolucionado de manera notable, en la escudería británica se han estancado.
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Esta parálisis se ha traducido en que, sin que el coche llegue a tener un peor rendimiento, sí que sea similar al del inicio de la temporada. Sin embargo, quienes no están a ese mismo nivel sino a uno mucho mayor son el resto de sus competidores, y en Aston Martin no han sabido darle la vuelta a la situación.
La polémica de Suzuka
Los nervios parecen aflorar en Aston Martin e incluso en Fernando Alonso viendo los últimos acontecimientos. Si en el inicio de la temporada a la escudería británica tampoco se le podían poner demasiadas pegas a la hora de llevar a cabo las estrategias de cada carrera, ahora todo ha cambiado en una situación mucho más delicada.
De hecho, Alonso criticó la manera de actuar de su equipo en el reciente Gran Premio que tuvo lugar en Suzuka y en el que el asturiano fue octavo. Fernando partía desde la décima plaza, una posición muy retrasada, pero gracias a una mágica salida logró alcanzar la sexta plaza en la primera vuelta.
Ahí se abría un nuevo escenario más ambicioso, pero en Aston Martin tuvieron una visión más conformista y pensaron que la pelea estaba más atrás. Por eso, pararon en las primeras vueltas a su piloto tratando de anticiparse a los movimientos de sus rivales, sabiendo que en Suzuka adelantar es una misión muy complicada. Aquello lastró las opciones de Alonso de crecer aún más.
Cuando regresó a la pista se encontró con un tráfico exagerado, y la figura de Ocon, al que era incapaz de adelantar, echó por tierra cualquier intento de llegar a puestos delanteros. "Me habéis tirado a los leones parándome tan pronto, increíble", dijo Alonso, cabreado con su equipo.
Impotente por seguir en la misma situación varias vueltas después, instó a sus ingenieros a que buscar una solución: "Esteban Ocon se va en las rectas. ¡Pensad en algo!", espetó por la radio el asturiano.
Aunque posteriormente quiso restarle algo de hierro al asunto y se mostró algo más contento por el ritmo de carrera, también Alonso confesó que hizo caso omiso a las órdenes de equipo que le decían que no pisara los pianos. "Nuestro DRS aún no es del todo efectivo, lo abrimos y el coche de delante se continúa yendo. Tenemos que mejorar en ese apartado", dijo dejando claro que no está para nada contento con su coche.