Guerra total y abierta en el circo de la Fórmula 1
Ecclestone, la FIA y los equipos escenifican una lucha de poder antes del Gran Premio de Baréin. Alonso, con secuelas por el accidente que sufrió hace once días en el GP de Australia, no podrá tomar la salida.
1 abril, 2016 01:03Noticias relacionadas
El circo de la Fórmula 1 escenifica su propia versión de Macbeth a través de la representación de una nueva saga de intrigas y traición fruto de la ambición desmedida de los equipos frente a la que ni la FIA ni Bernie Ecclestone, con agendas enfrentadas, son capaces de reaccionar. Y mientras, a los espectadores se les priva del espectáculo que pagan por ver en los circuitos y desde este año también en televisión. Y, por cierto (aunque no tenga mucho que ver), tampoco contarán con Alonso, que no podrá competir en Baréin tras su accidente en Australia.
La involución que vive la categoría ha conseguido alzar la voz de los pilotos, que por primera vez en décadas se alzan contra un organigrama que erosiona los cimientos del que fue en su día el Gran Circo de la F1.
El equipo Mercedes de Fórmula 1 es sin lugar a dudas el más beneficiado del deplorable sistema de clasificación impuesto por el ‘putiferio’ de intereses endógenos que hoy rige el destino de las normas del Mundial, en un arranque de sinceridad de quien ama las carreras y el motrosport reconoce con tristeza la falta de acuerdo: “Este fin de semana vamos a ver otra vez el nuevo sistema de clasificación tras un debut mucho menos que impresionante en Australia”.
Las palabras de estos días confirman el nuevo fracaso de quienes tienen la potestad de reconducir y evitar un nuevo episodio bochornoso que termina por espantar a los espectadores de los circuitos y especialmente de las televisiones.
¿Cómo se ha llegado a esta situación?
Antes de que el Mundial de Fórmula 1 comenzara, Bernie Ecclestone ejerció como provocador con el fin de evitar una nueva temporada de aburrido dominio Mercedes, proponiendo una parrilla invertida el domingo de carrera, donde los primeros pilotos partieran desde las últimas plazas para garantizar a los espectadores carreras llenas de emoción.
La propuesta tenía como fin obligar a los órganos de la F1 a encontrar un formato que incrementara el espectáculo, la respuesta de quienes son capaces de realizar alerones de más de 250.000 euros con el fin de ganar una milésima de segundo por vuelta mostró su incapacidad a la hora de aportar ideas constructivas. Finalmente, en el último momento, se ideó un formato de clasificación con eliminaciones piloto a piloto durante Q1, Q2, y Q3 que complicaban aún más la interpretación del ya complejo mundo de la F1 moderna.
El resultado de esta iniciativa es conocido por todos tras el fracaso de una clasificación que, en lugar de disparar el ritmo cardíaco por la emoción de los últimos minutos de Q3, destrozó las ilusiones de millones de espectadores al ver en ropa de calle a los principales protagonistas pasearse por el pit lane a casi cinco minutos del final.
Tras la furia de espectadores, pilotos y jefes de equipo, el domingo de carrera se decidió por unanimidad cambiar el sistema de clasificación para el próximo GP de Baréin.
Nuevamente, las torticeras acciones que se mueven entre los bastidores de esta tragedia a 300 Km/h se orquestaban a la hora de acordar el cambio. Como consecuencia del acuerdo, la FIA propuso mantener el nuevo estilo de clasificación de eliminación en Q1 y Q2, pero retornando al pasado en el formato de Q3. El problema que se encontraron los equipos es que ésta era la única opción a votar, prácticamente como si de un contrato de adhesión se tratara. Ante esta situación, McLaren-Honda y Red Bull Racing votaron en contra. Por tanto, en Baréin volveremos a un formato que priva a los espectadores de una de las cosas que mejor funcionaba en la Fórmula 1: los sábados de clasificación.
¿Quién es el responsable de la toma de decisiones?
Desde hace unos años las decisiones del futuro de las normas de la Fórmula 1 han pasado a ser monopolio de un grupo de equipos, a través del llamado F1 Strategy Group formado por: Ferrari, Red Bull, McLaren, Mercedes, Williams y un sexto que viene determinado por el que ocupe la mejor posición en el mundial de constructores. Cada equipo posee un voto, mientras que FIA y FOM, que también forman parte de este grupo, cuentan con seis votos para cada organización.
Quien conoce a Bernie Ecclestone, el gran jefe del negocio y creador de la Fórmula 1 moderna, siempre ha advertido que dar poder a los equipos no ayuda a evolucionar. ¿El motivo? Ellos siempre van a votar y decidir sobre aquello que más les acerque a la victoria, nunca antepondrán el bien común al de la categoría.
Los resultados no sorprenden a aquellos que conocen las entrañas del circo. Como bien predijo Mr. E años antes de la creación del Grupo de Estrategia, el egoísmo de los equipos está marcando la evolución hacia un callejón sin salida a toda la categoría.
Consecuencias del choque de intereses
La falta de acuerdo ha llevado a una demora sin precedentes en la decisión de las normas que cambiarán el aspecto y la velocidad de los monoplazas en 2017. A todo esto, se está sumando el retraso por parte de la FIA en la forma del contrato con Pirelli, fruto de una guerra en paralelo entre Jean Todt, presidente de la FIA, que tratar de fichar a Michelin para la F1 contra los intereses de Bernie Ecclestone, quien sigue fiel a Pirelli, el fabricante italiano que siempre ha llevado a cabo fielmente todas las propuestas y cambios que se le han indicado.
La guerra de intereses de los equipos para definir las normas de 2017, junto al pulso entre FIA y FOM por las gomas del próximo año, están provocando serios retrasos en los equipos que ya deberían estar diseñando los primeros esbozos de los coches de la próxima temporada.
A día de hoy Adrian Newey, el mago detrás de las victorias de Red Bull, y el resto de ingenieros de la F1 se encuentran de brazos cruzados mirando al techo a la espera de disponer de unos neumáticos a escala de las nuevas gomas, que serán visiblemente más anchas respecto a las actuales. Para realizar las primeras evaluaciones del impacto aerodinámico en los túneles del viento de los equipos y poder comenzar a diseñar los bólidos de 2017.
Mientras, los pilotos se rebelan
Lewis Hamilton, dominador incontestable de los últimos años, no añora la posición que la superioridad de su montura y hace gala de una pasión de auténtico racer: “Carreras como la de Melbourne donde tendremos fines de semana en los cuales estaremos pocos segundos por delante de Ferrari y carreras en las que nos encontraremos rueda a rueda mientras que en otras ellos estarán delante. No lo sabemos y esto es emocionante”, reconoció.
Este es el espíritu de lucha que buscan los aficionados que madrugan para ver una carrera o gastan importantes sumas de dinero para vivir en persona un GP en las gradas de un circuito.
Los pilotos han sido privados de voz y voto durante décadas por sus equipos, contratos e intereses que no dejaban que su voz se alzara más de lo necesario, pero estos jóvenes que se juegan la vida en cada curva lo hacen por pura pasión antes que por un contrato millonario.
La actual situación que vive la categoría ha provocado que el silencio de los pilotos se rompiera las semanas pasadas con una carta de la GPDA (la asociación de pilotos) firmada por Button, Vettel y del presidente Wurz con el fin de aportar soluciones que devuelvan a la Fórmula 1 al lugar que le pertenece como escenario único.
Los pilotos reclaman voz y voto a la hora de tomar decisiones, aunque como en el resto de toda la categoría su voz tampoco es unánime. Así lo lo corrobora Hamilton: “No es nuestro trabajo dar ideas, al fin y al cabo todos tenemos diferentes opiniones”.
Toto Wolff ha resumido perfectamente lo que millones de aficionados piensan al conocer el fin de semana que se avecina en el desierto: “El sistema de clasificación volverá a decepcionar”.