"Alto, más alto", se escucha nada más poner un pie en la piscina M86 de Madrid, la guarida de la natación española. La vibración del trampolín y el reguero de agua son un continuo mientras Adrián Abadía y Nicolás García suben y se arrojan a la piscina desde el trampolín de tres metros.

Una y otra vez, todos los días durante más de seis horas bajo la atenta mirada de Domenico Rinaldi y Arturo Miranda, sus entrenadores. El viernes 2 de agosto cambian la cúpula de madera y cristal que corona la M86 de Madrid por el Centro Acuático de París, donde pelearán por una medalla en trampolín tres metros sincronizados que sería la primera de siempre para España. 

"Hagamos lo que hagamos somos diplomas. China y Gran Bretaña son muy fuertes, pero el resto de las seis parejas podemos ganarnos todos a todos. Otros países tienen más presión que nosotros", asegura Nicolás García a EL ESPAÑOL después de una jornada de entrenamiento en el centro acuático madrileño.

Entrevista a Nico García y Adrián García Boissier, participantes en Saltos sincronizados 3 metros en París 2024

"Estoy muy tranquilo, vengo a hacer el trabajo que llevamos haciendo en casa durante todo el año. Tengo nervios por hacerlo bien", opina Adrián Abadía. "Queremos subirnos y hacer lo que sabemos hacer", apostilla Nico. 

Ambos saltadores arriban en París con la plata en el último Europeo y el bronce en el Mundial de Doha -primera presea para España en un Mundial de la especialidad- bajo el brazo. Adrián y Nicolás son siameses cuando se suben al trampolín. El segundo espera a que el primero haga la cuenta regresiva y realizan el salto. Así de sencillo, así de simple para ellos.

El test a Nico García y Adrián García Boissier, participantes en Saltos sincronizados 3 metros en París 2024

"No nos comunicamos para nada más cuando saltamos", reconoce Nico. "Le digo que me avise y cuando me da el okey, yo cuento", añade. "Pero ya está", apunta Adrián. "Uno, dos y tres y salimos juntos. Cuando caminamos por el trampolín te vas fijando para seguir el ritmo del compañero, pero una vez que pisas en la punta el salto es individual", explica. 

"Cuando caes al agua no sabes si el compañero lo ha hecho bien o no, únicamente eres consciente de lo que has hecho tú", culmina Nico la explicación. A sus 29 años, el canario es el mayor de la dupla. Afronta el ocaso de su carrera deportiva mientras cabalga entre el trampolín y el título de ingeniero naval que está cerca de obtener.

Nicolás García y Adrián Abadía posan con la medalla de bronce del Mundial 2024 en Doha. EFE.

Adrián, balear, quiere estudiar enfermería con a sus 22 primaveras. Equivalentes sobre el trampolín, mantienen la sincronización fuera de él para asentar una independencia capital para dos personalidades opuestas. Ambos aterrizaron en Madrid para formar parte de un programa de alto rendimiento. Por lo que, además de plataforma, también comparten techo. 

"Somos muy diferentes. Eso lo teníamos claro", asegura Nico entre risas. "Nos damos el espacio que cada uno necesita. Cuando terminamos el entrenamiento cada uno es independiente. Él hace su vida y yo hago la mía. Es más, se va de la piscina sin esperarme", bromea el balear. 

Adrián y Nicolás durante el salto realizado en el Mundial 2024 de Doha. EFE.

"A estos niveles cada uno tiene sus propias necesidades. Estamos hablando de deporte de élite, cada uno hace lo que mejor le viene a él", detalla Nico. El mayor, más locuaz, lleva la voz cantante, mientras el pequeño escucha e interviene categóricamente. "Vivir juntos no nos ha hecho tener más química a la hora de saltar", dice Adrián.. 

"Al principio no planteamos un piso, sino una residencia para tener más independencia. Pero cada uno va a su bola", argumenta Nico, quien no dirá el sí quiero hasta que finalice su participación en los Juegos. "Estoy prometido, me prometí antes de venir a Madrid. Mi pareja es saltadora y entiende todo esto. Vino el año pasado a Las Palmas para estar conmigo y nos cambiamos los lugares de residencia", comienza explicando. 

"Llevamos muchos años juntos y dejó atrás todo por estar a mi lado. La idea era casarnos en este 2024, pero con unos Juegos en agosto no se puede preparar. Así que habrá que aplazarlos a 2025. Cuando nos prometimos estaba en mente que esto ocurriera, pero era complicado porque se reparten pocas plazas, pero ha salido bien la cosa", detalla. 

Nico no ha reprogramado una boda para competir en París, pero ha dejado atrás Estados Unidos. "Dudaba si seguir mi carrera allí, aunque antes de la clasificación ya decidí quedarme en España entrenando porque me gusta más el programa de saltos. Aquí hay más profesionalidad y eso es lo mejor para cumplir mi sueño", precisa.

Pareja por accidente

"Es muy joven y tiene un ciclo muy importante. Quedarse aquí es la mejor opción", zanja Nico enterrando parcialmente el tópico de que al otro lado del océano se preparan mejor los deportistas. "A nivel profesional sí, pero no a nivel universitario. Se toman en serio los deportes, pero cada deportista cree cómo debe trabajar. No creo que sea lo correcto para mí". 

Uno responde por el otro. La sincronía de dos personas opuestas que empezaron por casualidad. "Fui su segundo plato. Me llamó porque se quedó sin pareja", puntualizar Nico entre risas. "Iba a hacer el preolímpico de Tokio con mi hermano, peor él hizo la carrera en Estados Unidos y tiene a su familia allí. Encontró trabajo justo unos meses antes de disputar la plaza para los últimos Juegos". 

"En ese momento nuestros entrenadores -los de Nico y Adrián- aconsejaron trabajar juntos y enseguida notamos que el proyecto podía funcionar, aunque resultaba complicado profesionalizarlo porque Adri seguía viviendo en Estados Unidos. Por eso nos sugirieron venir a Madrid", concluye. 

Adrián y Nicolás. Nicolás y Adrián. Sincronizados más allá del trampolín a través de la independencia. "Cada uno va a su bola", recalcan. Ambos saltadores son un pozo de agua en el desierto español en los saltos. En París buscarán confirmar la pequeña revolución que lograron en Doha, cuando se colgaron el bronce Mundial, siguiendo la misma hoja de ruta. Simplicidad y precisión.