Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 que acaban de terminar han dejado grandes historias de superación y ejemplos a seguir entre los muchos deportistas que han formado parte del evento más importante del año. Algunos de esos, además, han conseguido llevarse para casa alguna medalla para hacer todavía su ejemplo más grande.
Una de esas historias es la de Eddy Álvarez, que se ha convertido en el sexto deportistas de la historia que es capaz de ganar una medalla en los Juegos Olímpicos de Verano y una en los Juegos Olímpicos de Invierno. Una proeza que solo estaba al alcance de cinco atletas hasta y que Eddy ha conseguido además de superar un importante calvario de lesiones que incluso llegaron a hacerle perder la movilidad de sus piernas. El ejemplo de este atleta estadounidense une sus dos pasiones, el patinaje y el béisbol, para construir su leyenda.
Inicios de un talento
Eddy Álvarez nació el 30 de enero de 1991 en Miami, Florida, en el seno de una familia que había pasado por dificultades. Sus padres, inmigrantes cubanos, llegaron a Estados Unidos para darle un porvenir mejor a su futura familia, en este caso, a Eddy. Lo que también le dieron, a los 5 años, fueron unos patines con los que poder divertirse. Sin saberlo, estaban encaminando los pasos de la vida de su hijo hacia el éxito y también hacia las desgracias y el sufrimiento.
Nada más montarse en esos patines, Eddy demostró todo su talento y no se bajó de ellos hasta consagrarse como una nueva joya del deporte. Dos años después de haber ganado una destreza total con los patines aprendió a patinar sobre hielo, demostrando siempre un dominio de la situación espectacular. Y de ahí al éxito. Con tan solo 11 años ya se había proclamado campeón de varios títulos a nivel nacional en patinaje, levantando la curiosidad de muchos expertos que estaban viendo nacer a una futura estrella.
Sin embargo, su paso a la escuela de secundaria cambió sus ideas y le abrió un mundo nuevo, un camino hacia otra pasión. Fue el béisbol, un deporte que se cruzó en su vida y que empezó también a marcar sus años posteriores, trastocando el camino que él mismo había elegido para seguir como deportista profesional.
Los cambios de Eddy
Ese paso por secundaria le hizo aparcar momentáneamente el patinaje y dedicarse en cuerpo y alma al béisbol, su nueva pasión. Empezó a jugar frecuentemente y a demostrar también que tenía un don para este deporte al igual que lo había demostrado con el patinaje.
Jugó en el instituto hasta convertirse en una joven promesa que llamó la atención de todos los ojeadores que ya hablaban de su futura llegada a las grandes ligas profesionales y que soñaban con ver a un nuevo ídolo. Su progresión parecía encaminada cuando recibió una importante oferta para cursar una beca universitaria y seguir dedicándose al golf de manera más profesional.
Pero lejos de aceptar, la personalidad cambiante y esquiva de Eddy Álvarez le hicieron dar un nuevo cambio en su vida. Igual que en su día, tras llegar a sus estudios de secundaria decidió dejar el patinaje, antes de comenzar su etapa universitaria lo volvió a abrazar con fuerza para intentar cumplir su sueño de infancia, convertirse en deportista olímpico y representar a Estados Unidos en esta disciplina. Era su nueva ambición.
Comienza el calvario
Sin embargo, las cosas no fueron todo lo bien que esperaba Eddy. De hecho, empezaron a ir rematadamente mal. Su vuelta al patinaje estuvo marcada por una grave lesión que sufría en ambas rodillas, y es que tanto cambio de disciplina estaba terminando con sus tendones rotulianos. Aún así, consiguió participar en el Campeonato Mundial Juvenil de Patinaje de Velocidad en Pista Corta durante varios años, consiguiendo una medalla de oro en el año 2009.
Pero el dolor en sus rodillas le impedía patinar con comodidad y se terminó quedando fuera de los Juegos Olímpicos de Invierno del año 2010 en Vancouver tras sufrir además una importante enfermedad por un virus, por lo que intentó regresar al béisbol para intentar recuperar también sus maltrechas articulaciones. Ese dolor que se volvió crónico le obligó a parar definitivamente dos años después y a pasar por el quirófano, llegando a su peor punto.
Los dolores eran tan intensos y el resultado de la cirugía fue tan malo que llegó a perder la movilidad de sus piernas durante un largo periodo de tiempo. Parecía el fin de sus dos carreras deportivas, tanto la del patinador como la del jugador de béisbol. Eddy tenía los dos tendones rotulianos completamente desgarrados y estuvo obligado a no poder moverse durante semanas hasta que empezó a ver la luz al final del túnel.
Intentó hacer un primer regreso e incluso llegó a la selección nacional de patinaje de los Estados Unidos, pero los dolores seguían siendo muy intensos y apenas podía hacer ningún ejercicio sin que fuera una pesadilla. Estaba viviendo un auténtico calvario. Sin embargo, tras meses de un intenso tratamiento de fisioterapia, consiguió agarrarse con uñas y dientes a la única vía que le quedaba para intentar recuperar su carrera deportiva.
A final del año 2012, empezó a encontrar la salida a tantos problemas y consiguió participar en la Copa del Mundo que se celebraba en Estados Unidos terminando como el tercer mejor patinador del país. En 2013 continuó su crecimiento y en las pruebas preolímpicas del 2014 consiguió tres medallas y un billete para los JJOO de Invierno de Sochi. Era el primer patinador con raíces cubanas que conseguía plaza en el equipo olímpico de Estados Unidos.
Doble éxito olímpico
Eddy no solo consiguió ir a los Juegos Olímpicos de Invierno y cumplir su sueño, sino que además se trajo una medalla de plata en la prueba de relevos de 5.000 metros. Un metal que le supo a poco, ya que fueron batidos por el equipo ruso que tenía tres miembros que fueron sancionados posteriormente por el escándalo del dopaje de estado. Sin embargo, su personalidad cambiante provocó que diera un nuevo giro en su carrera deportiva y tras conseguir su sueño de haber participado en unos Juegos Olímpicos en las pruebas velocidad, indicó que dejaría el patinaje para pasarse de nuevo al béisbol.
Su idea no era otra que cumplir cerrar su círculo de éxito. Después de haber pasado por momentos muy bajos tras sus graves lesiones y de haber tocado el cielo en Sochi, se propuso retomar su carrera y cultivar de nuevo ese talento que había descubierto en la secundaria. Y nuevamente lo consiguió.
Después de años de preparación y crecimiento, y de seguir cuidando y tratando sus rodillas, en el año 2020 vio la luz cuando todos veían oscuridad. En el mes de agosto consiguió llegar a la MLB, la organización deportiva de béisbol profesional más importante del mundo, tras fichar por los Miami Marlins. Un brote de Covid-19 en el equipo dejó la plantilla sin jugadores y le llegó su oportunidad. Además, el aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 por culpa de la pandemia provocó que tuviera unos meses para prepararse a conciencia y entrar en el equipo nacional después de disputar 12 partidos, cerrando ese famoso círculo. Y una vez más, lo consiguió.
De nuevo, Eddy culminó su presencia en unos Juegos, en los que fue abanderado del país junto a esta vez de verano, con otra medalla, consiguiendo la plata en el torneo masculino que acaba de terminar en Japón. Además, con este segundo metal, tras una vida de lesiones y cambios, consiguió meterse en un club muy selecto en la historia del deporte, el de aquellos que han sido capaces de ganar una medalla en Juegos Olímpicos de Invierno y de Verano.
A este club al que acaba de entrar Eddy pertenecen Eddie Egan (boxeo en 1920 y bobsleigh en 1932), Jacob Tullin Thams (salto de esquí en 1924 y vela en 1936), la alemana Christa Luding-Rotherburger (patinaje de velocidad en 1984, 1988 y 1992 y ciclismo en 1988), Clara Hughes (ciclismo en 1996 y patinaje de velocidad en 2002, 2006 y 2010) y Lauryn Williams (atletismo en 2004 y bobsleigh 2014). Todos forman parte de la historia más selecta del deporte olímpico en la que Eddy ya tiene su hueco.
[Más información: España logra más medallas por habitante que EEUU pese al mediocre resultado fruto de la baja inversión]
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