Ray Zapata (Santo Domingo, República Dominicana, 1993) ha cerrado el círculo en los JJOO de Tokio 2020 con la plata que ha conseguido este domingo 1 de agosto. Aunque el español pudo ser oro (solo una décima en dificultad le dio el triunfo al israelí Dolgopyat), el sueño que venía trabajando en los últimos cinco años se ha cumplido. A sus 28 años, ha vivido un ciclo lleno de emociones que se completa con las lágrimas que han brotado de sus ojos cuando se ha puesto la presea.
En este tiempo de preparación se ha roto el tendón de Aquiles, aunque eso fue en 2017, y también ha superado unos problemas en uno de sus tobillos. Estas articulaciones que son fundamentales para los ejercicios de suelo, la especialidad en la que ha conseguido la medalla, tenían un desgaste considerable. Por eso aprovechó el aplazamiento por la Covid-19 para pasar por el quirófano. Su recuperación fue favorable y el resultado le ha permitido ser medallista olímpico.
Pero lo más importante que le ha sucedido en el último año es que ha sido padre. El babero que ha enseñado tras su actuación en la final que ponía "Olympia" es el de su hija, que se llama así. Ella ha acaparado gran parte de su atención, pero quería brindarle su mejor regalo. La emoción de la plata destacaba lo que ha vivido este atleta en los últimos cinco años; una montaña rusa en la que ha llegado a esta prueba en el punto más alto.
Para conseguirlo, Ray preparó un movimiento que finalmente no le ha hecho falta: el 'Zapata II'. Es es una versión mejorada del 'Zapata I': un doble mortal en plancha con un giro y medio, con la dificultad de no hacerlo agrupado, o sea, con el cuerpo extendido y no encogido. Lo ideó pensando dejar boquiabiertos a todos y pensando, también, que metiendo más dificultad al ejercicio. Quizá ese atrevimiento le habría dado el triunfo final, pero su conservadurismo también le ha hecho clavar todos los aterrizajes y no tener un solo punto de penalización.
La mano de Deferr
Nadie sabe cómo sería la vida de Ray Zapata si Gervasio Deferr no se hubiera fijado en él. El dominicano llegó con nueve años a España y se inició tarde en la gimnasia, con 17. Muchos pensaban que esto iba a marcar su carrera de forma negativa. Pero el otro medallista olímpico en esta modalidad se quedó impresionado con su potencial. Le sacó de Lanzarote, donde estaba haciendo festivales en la playa, y se lo llevó al CAR de Sant Cugat.
Desde ese momento, comenzó un viaje de 11 años que ha finalizado con la alegría de la medalla. Ray ya había estado en unos Juegos Olímpicos, pero reconocía que había ido a Río acojonado; a Tokio ya iba a por todas. Como a su maestro, que sintió que en Pekín le robaron el oro que sí había conseguido en Sídney y Atenas, Zapata se lamentaba durante el transcurso de la prueba de ese empate con el israelí. En cualquier caso, esta plata es un gran triunfo para la carrera de este gimnasta que ha cautivado a todo el público español este 1 de agosto.
[Más información: Ray Zapata, plata en gimnasia artística: sexta medalla de España en los JJOO de Tokio 2020]