La cuenta atrás para el inicio de los Juegos Olímpicos de Tokio ha comenzado. La cita por excelencia en el mundo del deporte será diferente, muy diferente, a lo sucedido en años anteriores. Aplazada el año pasado por culpa de la Covid-19, tendrá que lidiar nuevamente con la pandemia y, además, con las complicaciones que han ido surgiendo por el camino: desde las dudas sobre la necesidad de celebrar los Juegos hasta el control sanitario que se lleve a cabo con los protagonistas.
Sin embargo, también se deberá luchar con la postura que parecen haber tomado los japoneses. Las encuestas publicadas en los últimos meses han reflejado que los ciudadanos nipones no tienen excesiva alegría por la celebración de los Juegos. Tanto que es mayor el porcentaje de japoneses que opta por una cancelación o nuevo aplazamiento -inviable para la organización- que el que defiende su celebración este verano.
A principios de año, cuando la aparición de las vacunas parecía relajar la tensión por la Covid-19, las encuestas situaban en un 80% la cantidad de población japonesa que prefería que los Juegos fueran cancelados o aplazados, según datos de la agencia Kyodo. De ese porcentaje, cerca del 44% apostaba por cambiar la fecha de la cita olímpica. Meses antes, los datos situaban en un 60% el rechazo, y en nuevas encuestas publicadas en abril, el porcentaje de rechazo estaba en torno al 72%, con más del 39% apostando por cancelar los Juegos, superando así a los que defendían su aplazamiento.
La explicación a este rechazo de la sociedad nipona puede estar en la situación epidemiológica. El ritmo de vacunación en el país no está contentando a la ciudadanía y peticiones como la de la organización de Tokio, que pidió 500 médicos para los Juegos Olímpicos si el sistema sanitario lo permitía, no han generado más que crispación con la cita. Sin ir más lejos, Japón declaró un nuevo estado de emergencia para controlar la situación y dar mayor seguridad a la disputa de los JJOO de Tokio. Los últimos datos son alarmantes: más de 1.000 contagios diarios y cifra tope en los últimos tres meses en Tokio.
Control constante
Una de las claves de estos Juegos Olímpicos será la forma de luchar contra la Covid-19. Y todo partiendo de que el Comité Olímpico Internaciononal evitó establecer la vacuna como obligación para poder participar en la competición. Desde el COI lo dejaron en manos de cada país y ahí estará una de las grandes diferencias entre equipos. Estados como España ya han planificado para mayo la vacunación de todos sus deportistas olímpicos, pero otros como Dinamarca han rechazado dar prioridad en el plan de vacunación a sus representantes en los Juegos.
Sin embargo, esta medida no es más que una recomendación de las numerosas obligaciones establecidas entre el COI y la organización de Tokio 2020. Hace unos meses se hizo pública una guia con todas las restricciones y medidas a tomar durante la celebración de los Juegos. Esta misma semana, y a la vista de la actualización epidemiológica, se ha vuelto a elaborar un plan de acción contra el coronavirus para todos los olímpicos. En junio, antes de que empiecen a llenarse las villas olímpicas, se publicará un nuevo 'libro de instrucciones' sobre cómo comportarse en Tokio.
Pero, por el momento, ya está trazado el camino sanitario a seguir para competir en los Juegos Olímpicos. Todos aquellos que se trasladen a la cita olímpica deberán entregar dos test de la Covid-19 negativos antes de viajar a Tokio. Una vez allí, los deportistas y sus contactos más estrechos serán controlados con test diarios -en diciembre se habló de cada 4-5 días-. Los otros asistentes, pero de 'segunda línea', también tendrán que pasar test, aunque no con tanta frecuencia.
Una vez en territorio nipón, los deportistas y miembros de los equipos deberán limitar sus movimiento a lo estrictamente necesario. Está prohibido el turismo, así como acudir a bares, restaurantes o incluso al transporte público. El contacto deberá reducirse al máximo para controlar la 'burbuja' que serán estos Juegos. Se moverán en el transporte faciflitado por la organización, comerán en las instalaciones previstas y tendrán que reducir su contacto con otros deportistas presentes. Además, deberán facilitar una lista de movimientos y actividades para trazar el recorrido de todo olímpico.
La burbuja, como se puede observar, será muy estricta. A la vista de la experiencia de otras 'burbujas' mucho más flexibles que se han puesto en marcha este último año, la de los Juegos Olímpicos supondrá un reto más para los deportistas. En casos como el tenis, o en la NBA, los protagonistas del deporte mostraron en alguna ocasión su desacuerdo con las medidas por las dificultades para estar con su familia o para 'romper' con la monotonía.
Pérdidas millonarias
Tokio se jugaba mucho con la celebración de los Juegos Olímpicos. Y más tras ese aplazamiento del año pasado. Pero es importante destacar que no solo se jugaban credibilidad y respeto a nivel de organización, sino también una amplia inversión que en los momentos más críticos de estos últimos meses ha estado al borde del desastre entre rumores de una suspensión definitiva.
Estos Juegos Olímpicos supondrán una inversión histórica de casi 13.000 millones de euros, con un aumento de prácticamente el 20% con respecto a la cifra inicial que se marcaron en la organización. Los posteriores ajustes y los costes derivados del aplazamiento del año pasado son algunas de las razones de ese cambio de números. Además, habrá que sumar parte de la nueva inversión que se realice en aspectos sanitarios y que por el momento no se ha detallado. Sin embargo, a la vista de las estrictas medidas de control, el gasto en test será notable y mayor que el anunciado en un primer momento.
A estas complicaciones se suma la de la duda del público. En un primer momento se dejó la puerta abierta a tener aficionados en las gradas. Pero paulatinamente se ha ido modificando la idea inicial. La organización, por el momento, ha prohibido que puedan acudir aficionados internacionales. Solo habrá público local, siempre y cuando se confirme su acceso. Y es que no será hasta junio cuando la organización, junto al COE, haga pública la decisión final. Será una noticia clave, no solo para los deportistas, sino para la economía de los Juegos Olímpicos. Según Sky Sports, se preveía vender hasta 600.000 entradas en la cita olímpica, y cerca de 30.000 en la paralímpica de meses después. Sin esos ingresos, la viabilidad del evento estará en duda.
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