El caso de Caster Semenya es uno de los más conocidos en la historia reciente del atletismo. La deportista sudafricana ha sido protagonista por multitud de polémicas en referencia a sus características físicas y médicas, así como sus registros y su gran superioridad por encima de todos sus rivales a causa de un fenómeno médico conocido como hiperandrogenismo.
La doble campeona olímpica de los 800 metros se encuentra en una difícil batalla que tiene que librar contra la Federación Internacional de Atletismo y en la que se está quedando ya sin recursos que presentar para intentar salirse con la suya y salvar su carrera. Mientras tanto, le ha dado un giro completamente a su preparación en la antesala de unos Juegos Olímpicos que son para ella una gran cita, pero no su mayor batalla en estos momentos.
El hiperandrogenismo
Este es el complicado nombre que define las características especiales de la atleta sudafricana Caster Semenya y las cuales no están permitidas por la Federación Internacional de Atletismo. En líneas generales, este proceso médico no se trata de otra cosa que de la presentación de unos niveles de testosterona en sangre superiores a los habituales y, por tanto, a los permitidos por la World Athletics.
Las normas establecidas por la Federación Internacional indican que las atletas femeninas deben ofrecer unos valores de testosterona inferiores a los 5 nanomoles por litro durante un periodo continuado de al menos seis meses. Esto sucede así para las pruebas comprendidas entre los 400 metros lisos y la milla, en torno a unos 1.600 metros. De esta forma, Caster tiene prohibido el acceso a su prueba fetiche, los 800 metros, hasta que no reporte unos niveles dentro de los permitidos.
Las soluciones ofrecidas por parte de la World Athletics para el caso de Semenya, y lógicamente para el resto de deportistas que se encuentren dentro de este suceso tan poco común, pasan por tomar varios caminos. Uno de ellos es el de medicarse para reducir estos niveles de testosterona en sangre, algo que la atleta sudafricana ha rechazado. Otro es pasarse directamente a competir en las pruebas masculinas. Y por último, la opción elegida por Semenya, abandonar las pruebas comprendidas en estas distancias y dedicarse a otras.
Del 200 al 5000
Caster Semenya, calificada por la World Athletics como una deportista con disfunción en su desarrollo sexual, ha tomado la decisión de pasarse a una prueba distinta y abandonar el 800 donde no solo era doble campeona olímpica, sino también triple ganadora de la medalla del mundo. El palo ha sido considerable, pero no le ha quedado otra que dar este complicado paso para continuar con su carrera deportiva.
Una de las opciones era bajar en la distancia y pasarse a los 200 metros lisos. Esa fue su primera decisión, ya que consideraba que podía ser una prueba que se adaptara mejor a sus características de velocidad y explosividad y donde sacara beneficio de su fortaleza física. En marzo del año pasado anunció que esta sería su elección y que intentaría competir en los Juegos Olímpicos de Tokio en la prueba de los 200 metros.
Sin embargo, con el paso de los meses se ha dado cuenta de que no era una buena idea y por eso ha decidido cambiar sus planes. A sus 30 años, considera que sus mejores años, los de mayor vigor de su cuerpo han pasado ya y por eso, pasarse de repente a una prueba tan explosiva como los 200 metros podría provocarle desgarros musculares casi irreversibles. Además, en pruebas de alta velocidad, la edad es un hándicap importante, lo que hubiera reducido la duración de su nueva carrera deportiva.
Finalmente, decidió bajarse del barco de la prueba de los 200 metros lisos y apostar por una distancia completamente opuesta, mucho más larga. Caster Semenya ha puesto su punto de mira en los 5000 metros, prueba con la que intentará llegar hasta los Juegos Olímpicos de Tokio. De momento, no se podría decir que le haya ido mal ya que se acaba de convertir en la nueva campeona de Sudáfrica de la especialidad, aunque la marca obtenida todavía se encuentra lejos de la mínima para tener un billete para la cita olímpica. Por ello, Semenya seguirá compitiendo en los próximos meses con el objetivo de alcanzar ese tiempo mínimo. De momento, ya tiene puesto su punto de mira en la cita de Durban, donde encontrará unas condiciones de altitud más favorables que las vividas en el Pretoria, donde ha levantado el primer gran título de su nueva vida.
Luchando por los JJOO
Semenya se ha sentido muy dolida y ultrajada en estos últimos meses y es que con la normativa impuesta por la World Athletics y que la prohíbe competir en las pruebas en las que era la absoluta dominadora, ha tenido que reinventarse y buscar una nueva salida tanto profesional como deportiva. Y todo, justo en unos años que están marcados por la gran cita olímpica de Tokio pospuesta para este verano debido a la pandemia.
Su nueva marca establecida, el 15:52:28 es todavía 42 segundos más alta de la que debería conseguir para pasar el corte y obtener una plaza en los Juegos Olímpicos de Tokio. Caster confía en su talento y en su poderío para conseguirlo y para seguir rompiendo barreras, aunque reconoce que no es algo que la quite el sueño, ya que ella también tiene en estos momentos una carrera y una batalla mucho más importante, la de defender lo que considera justo.
En estos momentos afirma encontrarse feliz con su nueva vida y motivadas con sus nuevos programas de entrenamiento, descubriendo sus límites y sus capacidades en una prueba completamente prueba para ella. Sin embargo, no deja de lado que ha sido apartada del algo en lo que era la mejor del mundo con mucha diferencia y por ello emprendió hace ya muchos meses una dura batalla legal contra la Federación Internacional de Atletismo.
Semenya ya perdió la contienda primero en el Tribunal de Arbitraje Deportivo y en la justicia ordinaria de Suiza, pero eso no le han hecho detenerse y ha decidido elevar su caso Tribunal Europeo de los Derechos Humanos a quien recurrió el pasado mes de febrero. Caster considera que esta nueva normativa es discriminatoria y que viola la ética de la medicina porque incita a personas sanas a tomar medicación, atentando también contra los derechos humanos. Semenya no pierde la esperanza de ganar una batalla que lleva perdiendo durante dos años, aunque al mismo tiempo espera poder demostrar que después de haberla privado de competir en sus pruebas, es capaz de ganarse una plaza olímpica en una modalidad completamente distinta y desconocida hasta hace menos de un año.
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