Nadie hablaba de otra cosa esta mañana en el barrio de Laranjeiras, donde se ubica la sede histórica del Fluminense, club del que João Havelange era presidente honorífico, mérito ganado a pulso antes de convertirse en poderoso directivo. Desde los porteros, hasta el personal de la limpieza, pasando por los niños que por allí correteaban o los altos dirigentes de la institución. El fallecimiento de João Havelange era el tema del día.
Todas las banderas de las instalaciones estaban a media asta. Y una placa resplandecía más de lo normal. Entre la imagen de Nelson Rodrigues –dramaturgo y cronista brasileño, aficionado del Fluminense a muerte–; las estatuas a Washington y Assis –ídolos futbolísticos de los años ochenta–; el busto de Castilho –portero que se cortó un dedo para no tener que operarse y perderse varios partidos importantes, en los años cincuenta–, y la escultura de Óscar Cox –fundador del club–, hay un recuerdo enmarcado para un equipo inmortal.
João Havelange, en su otra vida, fue nadador olímpico, primero, y posteriormente jugador de waterpolo en el Fluminense –y también de la selección olímpica–. Con aquel equipo de waterpolo del Fluminense escribieron la historia bajo el agua, con tinta a prueba de tiempo y de chapuzones. Tinta que no se va. Más de diez años sin perder, desde diciembre de 1951 a enero de 1962. 104 partidos consecutivos ganados.
Los campeonatos estatales e interestatales fueron cayendo por su propio peso, y João Havelange fue entrando en la sala de recuerdos del club, para ya no salir nunca más. Su nombre figura en inmensos paneles de madera en el vestíbulo central de la sede, frente a la gran escalinata, entre decenas de deportistas inolvidables que sudaron en el centro de entrenamiento más elegante de la ciudad.
Uno de lo compañeros de Havelange en aquel equipo imbatible fue Sylvio Kelly, que años después llegó a presidir el club. “Fluminense era un ejemplo para todo el país. La ligación con João Havelange es grande, es un gran amigo. Tengo buenos recuerdos de todas las personas que crearon la historia de este club”, decía siempre Kelly, la memoria en carne y hueso de la institución.
El equipo de Havelange y Kelly levantó la pasión por una sección que había nacido treinta años antes, y que a partir de ese momento fue dominadora absoluta. A pesar de que, como en la mayoría de deportes en Brasil, fue muy complicado organizar las competiciones nacionales. Uno de los campeonatos que precisamente antecedieron a la liga nacional de waterpolo en Brasil se llamó Trofeo João Havelange.
Los waterpolistas Iván Pérez y Kiko Perrone son solo dos ejemplos actuales de las estrellas que han pasado por las filas del Fluminense. Hoy, todo el club en general, y el waterpolo en particular, pasará el día a media asta.
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