Lionel Scaloni (Pujato, Santa Fe; 1978) no podía creer que se acababa de coronar campeón del mundo. Las lágrimas del seleccionador de Argentina sobre el césped del estadio de Lusail eran de alivio, de soltar por la boca el peso de los 36 años que su país llevaba sin ganar el Mundial de fútbol. Lo logró él, comiendo callado y soportando durante años las críticas.
En un país donde a veces se abusa de lo emocional y la retórica, la sencillez de Scaloni desembocó en el tercero de los Mundiales para Argentina. Los dos anteriores fueron de la mano de dos iconos, César Luis Menotti y Carlos Bilardo, dos formas antagónicas de ver el fútbol, dos corrientes filosóficas, que compartían algo: un carácter huracanado.
Scaloni es distinto, una especie de pacificador. Fue a la selección como interino y se quedó fijo para 'romper' con el Menottismo y el Bilardismo. Hizo un equipo suyo, siendo pasional como casi todo argentino, pero con paciencia. Sin creerse más que nadie, acabó sentándose en la mesa de los dos grandes técnicos argentinos de la Historia.
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Por la poca experiencia que tenía, a Scaloni le tocó sufrir los desprecios de periodistas, compañeros de profesión y hasta leyendas cuando en 2018 le pusieron al frente de la selección argentina. La 'Albiceleste' acababa de fracasar con Jorge Sampaoli, del que Lionel fue asistente en aquella etapa y la anterior en el Sevilla. Tras quedarse con la Sub20 después del Mundial de Rusia, Lionel aceptó al poco el cargo en la Absoluta.
"Scaloni es un gran muchacho, pero no puede dirigir ni el tráfico", llegó a decir Diego Armando Maradona. El '10' le 'mató': "A Scaloni lo empujaron ahí. El problema es que mañana se crea técnico y diga 'yo quiero ir al Mundial'. No. Vos podés ir al Mundial de motociclismo, de fútbol, no. Me da mucha bronca que tengamos que depender de un jugador que no sé si tendrá título y dejemos que al Tata (Gerardo) Martino se lo lleven los mexicanos". Y Scaloni llegó al Mundial, de fútbol, y lo ganó.
Pero Maradona no tenía la culpa. Era lógico que pudiera haber dudas con Scaloni, una persona que apenas había trabajado en categorías inferiores en Mallorca -de donde es su mujer y donde vive desde su retirada- cuando se unió al cuerpo técnico de Sampaoli. No pilló su éxito tan de sorpresa a aquellos que le conocían más, en un club de barrio de la isla balear y en 'su' Coruña.
Scaloni se retiró del fútbol en 2015 y desde ese momento comenzó a prepararse para ser entrenador. Entre 2016 y 2017 realizó el curso de la RFEF, tras más de 8 años jugando en Primera División, que le habilitaría para ello tras superarlo. Tuvo como profesor a Luis de la Fuente, recientemente puesto al mando de la selección española como sustituto de Luis Enrique y que, como el de Pujato, apenas cuenta con experiencia a nivel de clubes.
Un alumno aventajado. Scaloni destacó en una promoción en la que estaban Andoni Iraola, actual entrenador del Rayo Vallecano; Fernando Redondo, leyenda del Real Madrid; Javier Saviola, ex del Barça; Leo Franco, portero argentino del Atleti; y Manuel Pablo, amigo, excompañero en su querido Dépor y actual técnico del juvenil blanquiazul.
Las prácticas las hizo en un club que tenía cerca de su casa y del colegio de sus hijos en Mallorca, el Son Caliu. En diciembre, a mitad de temporada y tras preguntar, acabó en Calviá -localidad en la que también creció el futbolista Marco Asensio-. Pasó seis meses como segundo entrenador de los cadetes, junto al entrenador Gaby Nieto, hasta irse con Sampaoli tras acabar la campaña.
Las prácticas en Son Caliu
Todo empezó con una charla con Juan Muñoz, presidente y fundador del Son Caliu, y Rafa León, director deportivo. "Empezó con sencillez. Quiso probar, antes de ir a un club con más renombre. Quiso empezar desde la base y que más base que el equipo de al lado de su casa", cuenta a EL ESPAÑOL el 'presi' de un club que en realidad tiene bastante prestigio en Mallorca como escuela de formación.
El objetivo inicial que se pusieron era que aprendiera "a gestionar grupos". "De lo demás ya venía enseñado", apunta Juan. El equipo de cadetes estaba en mitad de tabla cuando Scaloni llegó y acabó ascendiendo a la máxima categoría al acabar el curso. Lionel estaba dispuesto a seguir con ellos, incluso cuando el Deportivo de la Coruña le ofreció dirigir a su juvenil en División de Honor. A la propuesta de Sampaoli de ir con él al Sevilla no pudo decir que no y luego vino todo rodado.
"Es una persona muy amable, muy cordial y muy sencilla", destacan desde el Son Caliu. "No era el típico exjugador que se mete a entrenador y va de un modo elitista, de 'yo sé más que nadie y yo he sido profesional'", añaden. En el club celebran su éxito como entrenador y pueden presumir de poner "ese granito de arena" de saber manejar un grupo, que es lo que le ha hecho triunfar en Qatar.
Todavía no le han felicitado por el Mundial y es que prefieren hacerlo con un abrazo cuando vuelva a su vida normal en Mallorca. Y si les puede dar una camiseta firmada por los 26 campeones del mundo, mejor que mejor: "¡A ver si puede caer!", bromea su presidente. El triunfo de Argentina se vivió con orgullo en el municipio mallorquín de Calviá.
Sangre 'blanquiazul'
Se celebró igual en otra ciudad española, La Coruña. Es también el hogar de Scaloni, donde pasó ocho años de su carrera profesional como futbolista -también jugó en Racing y RCD Mallorca en España-. El sentimiento no lo pierde. A día de hoy sigue luciendo en su cuenta de Twitter una imagen de un tifo en Riazor con la camiseta de franjas azules y blancas y su número 12. En algún momento volverá.
En una de sus primeras ruedas de prensa como seleccionador de Argentina, en noviembre de 2018, Scaloni confesó que quería entrenar alguna vez al Dépor. Es una promesa que mantiene cuatro años después: "Tiempo al tiempo. Es parte de mi vida. Habrá tiempo para entrenarlo como lo prometí. Lo haré", dijo a los micrófonos de COPE este domingo en las entrañas del estadio de Lusail tras ganar el Mundial.
Influenciado por los técnicos que le dirigieron, Javier Irureta tiene un peso especial en lo que hoy es Scaloni como entrenador. 'Jabo' le tuvo siete años en el Dépor, en los que ganaron una Liga (2000), la Copa del Rey del Centenariazo (2002) y dos Supercopas de España. De él pudo aprender a sacar más cuando es menos.
Irureta vio mucho antes que el resto lo que Scaloni podía llegar a ser: "Como jugador tuvo virtudes para ser entrenador, veía el fútbol muy bien. Le gustaba preguntar cuando yo planteaba el partido en la pizarra, estaba en los detalles y tenía mucho interés y curiosidad. Mira que tuve muchos jugadores que hoy están dirigiendo como Ernesto Valverde, entre tantos, pero ninguno como Scaloni", contó en una entrevista hace unos años el técnico de Irún.
Las claves de Scaloni
Scaloni era entrenador antes de saber que quería serlo. Un líder de puertas para adentro, siempre con humildad. Ahora como seleccionador es indispensable el equipo técnico sobre el que se apoya, con nombres ilustres como Pablo Aimar, Walter Samuel o Roberto Fabián Ayala. Con ellos ganó Copa América, la Finalíssima y el Mundial en un lapso de 1 año y 5 meses, en un lapso de 526 días.
Es un estratega, demostrando durante todo el Mundial su perfecta lectura de los rivales y su versatilidad con la pizarra, pero sobre todo es un gran gestor de grupo -sí, lo que le enseñaron en Calviá-. Sabe convencer a sus jugadores. Estabilizó la selección. Su éxito en Argentina está en saber rodear a Messi de lo que necesitaba a sus 35 años para seguir siendo diferencial.
Tras levantar la Copa, Scaloni contó una charla que tuvo con Messi que lo cambió todo: "Fue en San Juan, después de empatar con Brasil a cero -noviembre de 2021-. En ese momento, sentía que estábamos transmitiendo demasiada ilusión a la gente, que lo que estaba por venir era difícil y la desilusión podía ser fuerte. Entonces, me senté a hablar con Messi, le planteé el tema y me dio tranquilidad. 'Míster, todo va a ir bien y, si no, lo vamos a intentar'. Sus palabras me dieron un empujón moral".
A saber poner sobre una misma línea a un grupo de estrellas aprendió de joven, cuando ganó el Mundial Sub20 en 1997 bajo las órdenes de José Pékerman. En aquel equipo, además de Lionel y gente que hoy compone su cuerpo técnico, estaban Riquelme o Cambiasso. Todos remaron a una y ganaron, como esta Argentina en Qatar. Scaloni, fiel a su pasado, se puso en la celebración de este domingo la camiseta azul y negra que llevó en la final de hace 25 años.
Así es Lionel Scaloni. Lio y no Leo. El entrenador que devolvió a la nación de Maradona al trono del fútbol mundial. El entrenador que impulsó hasta los cielos a Messi, con el que comparte nombre, un pasado en Newell's y hasta un Mundial (2006) como compañeros. Un tipo sencillo. Un genio en lo suyo.