Cada vez quedan menos días para que arranque el Mundial de Fútbol de Qatar 2022. El fútbol se ha detenido ya en el planeta y las 32 selecciones con sus respectivos 831 jugadores han iniciado sus concentraciones para preparar la que será la gran cita deportiva de la temporada. Sin embargo, habrá un país que viva una situación un tanto particular. Será Rusia, cuyas competiciones no han parado del todo por orden de su propio gobierno.
La selección que dirige Valeri Karpin fue apeada de todas las competiciones de la UEFA y de la FIFA después de que se iniciara el conflicto bélico entre el estado de Vladímir Putin y Ucrania. Por ello, tiene prohibida su participación en el Mundial. Sin embargo, no ocurre así con los jugadores que participan en las competiciones del país y que no son rusos. Al menos no de manera oficial.
Muchos de ellos huyeron al comienzo de la guerra por el miedo a su integridad física y a lo que pudiera pasar con sus familias. Pero también ante la preocupación de su situación deportiva. El riesgo de quedar marcados de por vida por pertenecer a equipos rusos era muy alto. Así sucedió con la mayoría de jugadores brasileños militantes en la liga soviética, un refugio habitual para muchos de estos futbolistas en los últimos años. Sucede igual en Ucrania, donde siempre solía haber una importante colonia de jugadores llegados desde el país de la 'Canarinha' y que al estallar la guerra decidieron hacer las maletas.
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Sin embargo, otros, pocos eso sí, decidieron quedarse asumiendo riesgos personales y deportivos. La liga rusa se detuvo este pasado domingo como suele hacer cada invierno por las infernales condiciones climatológicas que padece el país en esta época del año. No se reanudará hasta dentro de cuatro meses. Sin embargo, el fútbol sigue vivo gracias a la Copa, que aguantará hasta finales de este mes y, por lo tanto, coincidirá con el Mundial durante unos días.
En esa Copa estarán una serie de jugadores que en condiciones normales sí habrían disputado el torneo de selecciones. Pero también se notará la ausencia de los dos únicos futbolistas de la liga rusa que sí han viajado para estar con sus combinados nacionales en Qatar. Son Dejan Lovren y Moumi Ngamaleu.
Solos ante el peligro
Dejan Lovren y Moumi Ngamaleu son noticia en Rusia y es que son los dos únicos jugadores de la liga nacional que estarán presentes en el Mundial de Qatar 2022 a pesar de que siguen teniendo contratos en vigor con equipos soviéticos. Lovren, que milita en el Zenit, será compañero de Luka Modric en Croacia. Por su parte, Ngamaleu juega en las filas del Dinamo de Moscú y representará a Camerún.
La carrera de los dos jugadores queda ahora unida por esa particular circunstancia, la de ser los únicos representantes de un campeonato que ha quedado marcado por una circunstancia histórica. Sin embargo, sus caminos se han forjado de manera muy diferente. Lovren llegó a San Petersburgo en el año 2020 después de haber formado parte de un gigante como el Liverpool durante seis temporadas.
Mucho se había rumoreado con una posible salida del veterano central tras el estallido del conflicto bélico, pero finalmente decidió continuar en el Zenit porque se trataba de un club en el que estaba realmente a gusto. Ahora acude al Mundial para pelear un puesto con jugadores como Gvardiol, Sutalo y Erlic sabiendo que lo más probable es que su rol sea secundario y que sea más importante en el vestuario que sobre el césped.
El otro caso es el de Moumi Ngamaleu, jugador camerunés que a sus 28 años atraviesa el mejor momento de su carrera. Es pieza clave del equipo de Rigobert Song como demostró durante la disputa de la última Copa África cuando participó en seis de los siete partidos que tuvo su selección. Ngamaleu llevaba cinco años jugando en Suiza, concretamente en el Young Boys. Sin embargo, en este mercado estival decidió emprender una nueva y complicada aventura. Fichó por el Dinamo de Moscú en pleno conflicto bélico y ahora ha estado a punto de quedarse sin Mundial.
Su adaptación a su nuevo entorno ha sido muy positiva y cada vez está ganando más importancia en los planes del equipo ruso. Ahora tendrá que ausentarse de la disciplina del Dinamo para disputar el Mundial de Qatar siendo un rara avis del fútbol al pertenecer a una liga que se encuentra casi vetada. Sus casos contrastan claramente con los de aquellos futbolistas que no podrán acudir al Mundial principalmente porque en sus selecciones les han hecho la cruz al pertenecer a un campeonato manchado por la sangre de una guerra.
Las 'víctimas' de la guerra
Hay multitud de jugadores que podrían haber estado en el Mundial que comenzará en unos días en Qatar, pero que sin embargo, se quedarán en casa por unos y otros motivos. Sin embargo, casi todos ellos están marcados por pertenecer a un país que ahora mismo no es bien visto ni por Europa ni por el mundo.
Sin duda alguna la historia más llamativa la protagoniza Maciej Rybus, jugador polaco de 33 años. Ha sido internacional por su selección tanto en las Eurocopas de los años 2012 y 2020 y también disputó el Mundial de Rusia del año 2018. Ahora esperaba entrar en los planes de Czesław Michniewicz, sin embargo, se ha quedado fuera por cuestiones más políticas que deportivas.
El jugador polaco llegó al campeonato ruso hace una década cuando fichó por el Terek Grozny. Permaneció allí durante un lustro antes de pasar al Lokomotiv de Moscú con un año de escala en el Olympique de Lyon. Este verano parecía que iba a tomar la decisión de marcharse del campeonato soviético por la complicada situación del país. Así se lo pidió su federación al igual que a sus compañeros Grzegorz Krychowiak y Sebastian Szymanski.
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Ellos rompieron sus contratos con el Krasnodar y el Dinamo de Moscú respectivamente. Grozny hizo lo propio y abandonó en Lokomotiv. Sin embargo, para sorpresa de todos, lo hizo para fichar por el Spartak. Este gesto no gustó nada a su federación que decidió apartarle en el mes de junio. Aunque tenía la esperanza de que su seleccionador intercedería por él, finalmente se ha quedado solo y en tierra de nadie.
Aseguró que el motivo para no abandonar Rusia fue por bienestar familiar, ya que está casado con una ciudadana rusa con la que tiene dos hijos. Este argumento no convenció a su federación y ha pasado a ser considerado como un traidor, ya que Polonia es aliado directo de Ucrania en la guerra contra la Rusia de Putin.
Dos casos muy parecidos similares son los que viven Malcolm, exjugador del Barça, y Claudinho, ambos propiedad del Zenit. Ellos fueron testigos de un conflicto entre su propio club y la federación brasileña. Ambos fueron convocados por Tite para los últimos partidos de clasificación para el Mundial, sin embargo, el Zenit les impidió viajar alegando que querían protegerles de posibles contagios por Covid-19. Una decisión que nunca fue entendida ni aceptada en Brasil, ya que consideraron que se trataba de una simple excusa.
Esta situación de tensión entre la CBF y el equipo ruso se multiplicó tras el estallido del conflicto bélico contra Ucrania y la Federación decidió romper su trato con todo lo que tuviera que ver con el club y, a ser posible, con el fútbol ruso. Por ello, le cerró la puerta a dos jugadores que, muy probablemente, hubieran estado en la lista final de la 'Canarinha'.
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El conflicto llegó a estar sobre la mesa de análisis de la FIFA que aplicó una sanción para ambos jugadores. Pero la tensión llegó a un punto insostenible cuando el Zenit informó de que en perspectiva de que ninguno de ellos volvería a ser llamado por la selección brasileña, estaban pensando en obtener la nacionalidad rusa.
Entre los muchos jugadores de la liga rusa que se van a quedar fuera del Mundial y que han sido dados de lado por sus federaciones y selecciones se encuentra el curioso caso de Quincy Promes, jugador con pasado en La Liga tras su breve estancia en el Sevilla.
El delantero de Países Bajos de 30 años está marcando goles y podría ser la referencia del equipo Louis Van Gaal. Sin embargo, se encuentra apartado de la selección ya que hace un año fue acusado de intento de homicidio por presuntamente apuñalar a su primo en julio de 2020. El caso no se ha resuelto a tiempo para la celebración del Mundial y el ariete se ha quedado fuera de la lista. En aquel momento militaba en las filas del Ajax y fue traspasado al Spartak de Moscú para intentar eludir el escándalo.
Este curso es el máximo goleador de la liga con 14 tantos, pero aún así Van Gaal se ha mostrado fiel a su promesa: no convocar a futbolistas con problemas judiciales por temor a que eso afecte a la concentración del equipo en Qatar. El jugador está acusado de homcidio, aunque todavía prevalece su presunción de inocencia. Eso sí, podría enfrentarse a una pena de hasta cuatro años de cárcel y, por el camino, ha perdido su última oportunidad de jugar una Copa Mundial. Una situación en la que están él y muchos internacionales que militan en la liga rusa.