El vehículo, de dudosas prestaciones, se quedó sin frenos en la autopista Caracas-La Guaira, camino del aeropuerto de Maiquetía Simón Bolívar. Fue un pestañeo a cara o cruz. Balbi, San Román, Romero Gamarra y Espinoza ya no comparten vestuario a día de hoy, pero a todos les une un escudo y un casi trágico accidente cuando regresaban de una noche memorable.
Unas horas antes habían certificado en la capital venezolana el pase a la fase de grupos de la Copa Libertadores, con un gol en el último minuto de Diego Mendoza. Cuando se cumplen diez meses del lamentable suceso, EL ESPAÑOL ha hablado con los protagonistas, condenados a recordarlo para siempre, y ahora esparcidos por el mundo. Luciano Balbi llegó en verano al Real Valladolid, José San Román está en el ADO Den Haag de la liga holandesa, Alejandro Romero Gamarra continúa siendo la perla de Huracán y Cristian Espinoza, que sufrió los nervios en la distancia de Buenos Aires, fue fichado por el Villarreal y cedido al Alavés.
“Íbamos en bajada, y en un túnel sentimos el ruido. Terminó siendo una explosión. El cuerpo técnico, que siempre se sentaba delante, vino y nos dijo que nos fuéramos para atrás porque se había roto el freno”, explica Balbi, sentado en una butaca de la sala de trofeos del Real Valladolid, en el Nuevo Estadio José Zorrilla. “Era cuestión de esperar. Comenzamos a ganar velocidad, cada vez más velocidad, y a adelantar automóviles".
"Siempre hay un culpable"
Toda la historia hay que mirarla con los ojos de la crítica que la estrella del equipo, el goleador Ramón “Wanchope” Ábila, lanzaba cuatro días después del accidente en una entrevista al diario argentino Olé, aprovechando que no se confirmó el luto: “Hay negligencia, por eso pasan estas cosas. No sé si la culpa es de la Conmebol, de Huracán, del autobús, del que contrató las empresas o del que se hace cargo de los gastos para un viaje, pero siempre hay un culpable. Alguien va a tener que hacerse cargo de esto”.
Balbi se adhiere a la teoría crítica: “Para lo que es Suramérica, la carretera se veía normal. El autobús es el que no estaba en buen estado. Dentro había solamente cuatro o cinco cinturones de seguridad". Y luego reflexiona, consciente de la dureza del análisis. “Hasta que no pasan cosas como éstas uno no se da cuenta de lo que puede llegar a suceder por recortar gastos. Aparentemente, a los clubes se les pasa tres presupuestos, tanto para el hotel, vuelos y comida, y el club elige qué es lo que quiere. No sé si en el autobús redujeron gastos, y después pasó lo que pasó".
No hubo víctimas mortales, pero todos los ojos estuvieron puestos durante horas en tres personas: Toranzo, Mendoza y Santella. El veterano Patricio “Pato” Toranzo, posiblemente el jugador con más calidad del equipo, sufrió la amputación parcial de tres dedos del pie derecho. Le cortaron las falanges distales y medias. Estuvo apartado de los terrenos de juego tres meses Formado en River Plate, ya era importante en el recordado Huracán de Ángel Cappa, subcampeón de liga–con tremenda polémica en la última fecha ante Vélez: gol mal anulado a Huracán, y gol de Vélez precedido de falta al portero– en 2009, junto a Javier Pastore –hoy en el PSG–.
Diego Mendoza, que en el momento del accidente tenía 23 años, estaba recién llegado a Huracán, cedido desde Estudiantes de La Plata. Su tobillo derecho afrontó tres operaciones quirúrgicas en doce días. La recuperación se demoró cinco meses. El autor del gol que les mantenía con vida en la Copa Libertadores pensaba que iba a perder el pie, pero quería que se lo cortaran en Argentina, no en Venezuela. Pablo Santella, el preparador físico, fue el otro gran afectado por el fatal choque. Su tobillo derecho también salió muy mal parado del vuelo dentro del habitáculo del autocar.
Desde Holanda, José San Román también ha hablado para EL ESPAÑOL. “La verdad es que es una vergüenza. El club, que es el que contrata a la empresa de autobús en Venezuela, pésima, de muy bajo nivel, deja mucho que desear. Por querer ahorrarse algo de dinero terminó saliendo todo mal. Es lamentable que esto le pase a un equipo de primera división y en un campeonato tan importante como es la Copa Libertadores. Y Huracán tiene mucho que ver en esto".
“Los únicos que sufrimos fuimos nosotros”, remarca San Román. “Siempre quedamos expuestos. Y lo que nos pasó a nosotros va más allá. Es algo de vida o muerte". Romero Gamarra, que continúa en la disciplina del club, es la gran esperanza del Globo para el futuro. La estrella que este internacional en categorías inferiores con la Selección Argentina pudo apagarse también ese día: “Son recuerdos que los vas a tener toda la vida. Pero ver a compañeros tirados y con cortes es feo. En ese momento solo quieres ayudarlos y estar juntos”, recuerda.
“Veníamos creciendo mucho"
El joven centrocampista hace hincapié en lo contentos que iban hacia el aeropuerto, para tomar el vuelo de vuelta a Buenos Aires. Esa misma sensación de alegría en el viaje la ilustra Luciano Balbi, se le ve en el rostro todavía: “Veníamos creciendo mucho como equipo, y el club estaba creciendo también. Estábamos felices. Recuerdo que viajaba en el autobús al lado de Mendoza, junto a San Román, en mitad del autobús tomando unos mates.”
A partir de entonces, tras la explosión, todo el pasaje se recolocó en la parte trasera, y quedaron en manos del conductor, que intentaba controlar la máquina. “Fueron dos o tres minutos, con el autobús a más de 120 km/h, el desvío hacia la montaña fue a esa velocidad”, narra el lateral del Real Valladolid. “Era un desvío para evitar accidentes, porque en los últimos años habían ocurrido varios de esta magnitud. Se pudo desviar gracias a la policía que iba con nosotros, que le indicó al chófer”. El autobús volcó y comenzó a deslizarse por la pista de emergencia. A pocos metros, muy cerca, un terraplén que hubiera culminado el horror.
“Nos ayudamos entre todos a salir rápido del autobús. Pablo Santella acabó casi desmayado. Al principio gritaba que no sentía las piernas”, cuenta Balbi, procurando no saltarse ninguna escena. “Nos fueron repartiendo por hospitales de Venezuela para atendernos. Sabíamos que estábamos todos vivos, pero no sabíamos realmente la gravedad de las lesiones de los demás. Nos venían informando de que al Pato le tenían que cortar el pie. Llegaban diferentes noticias, ninguna buena".
Si las noticias llegaban entrecortadas en Venezuela, imagínense en Buenos Aires. Parecía el juego del teléfono estropeado. Cristian Espinosa narra desde Vitoria cómo vivió las horas más duras desde Argentina. “Estaba lesionado, en Buenos Aires. Comía en mi casa tranquilamente cuando nos llamó la mujer del entrenador, Eduardo Domínguez. Nos lo contó, y nos preguntó si teníamos el número de la mujer del Pato Toranzo. Yo intentaba todo el tiempo comunicarme con el médico, Fernando Locaso, para ver si lo que contaban del Pato era verdad”.
"La sacamos barata"
Espinosa comenta con cierta sorna que al día siguiente, entonces sí, el club colocó a sus compañeros en un autobús cinco estrellas hacia el aeropuerto. Balbi lo corrobora: “Nos colocaron en un autocar de última generación para ir al aeropuerto. Ahí sí que tenía todos los lujos, y uno piensa que los debería tener siempre. No sé si nos lo ofrecieron antes o lo ofrecieron y el club no quiso pagarlo". San Román, desde La Haya, toma la línea más dura: “No cambió nada. Siguió siendo lo mismo. Los siguientes viajes que hicimos, por ejemplo a Colombia, nos pusieron un autobús mejor, pero no puede ser que lleguemos hasta ese punto para que se den cuenta".
Actualmente, ya sin Eduardo Domínguez en el banquillo de Huracán, y también sin Ricardo Caruso Lombardi que fue el que le sustituyó, el equipo que tanta repercusión ha tenido en los tres últimos años pelea en lo más profundo de la clasificación de la liga argentina. La fuga de los pesos pesados les tiene desangelados. El shock de lo ocurrido hace diez meses les tiene desconcertados desde entonces.
“Dentro de todo lo malo, la sacamos barata”, concluye Balbi. Era 10 de febrero, y pudo ser la otra tragedia futbolística del año. Un accidente que estuvo a punto de acabar con una de las generaciones que más ha sorprendido en los últimos años en Argentina, tras el ascenso a Primera, el título de Copa, de Supercopa, el subcampeonato en Copa Sudamericana y el buen hacer en Libertadores –les eliminó en octavos de final Atlético Nacional, el campeón, también con polémica–. Por suerte, en aquella autopista venezolana la pelota cayó de cara.
Retumban mientras tanto, en este fin de año de lágrimas y homenajes en el fútbol, aquellas palabras del Wanchope Ábila –que ahora golea en el Cruzeiro– a la prensa días después del drama: “Hoy lo contamos, pero en el futuro a otro le puede pasar una desgracia mucho más grande.”
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