Los de Nagelsmann sintieron envidia de la ceremonia de inauguración ofrecida por OneRepublic, Meduza y Leony y brindaron, a su manera, otro espectáculo sobre el césped del Allianz Arena. Sin fuegos artificiales, pero iluminados con un Wirtz omnipresente y con Kroos y Gündogan moviendo entre bambalinas el espectáculo teutón. Alemania ha vuelto. [Así hemos vivido la victoria de Alemania sobre Escocia]
La anfitriona, que viene de caer en fase de grupos de los dos últimos Mundiales, completa una goleada -la mayor en un partido inaugural de la historia de las Eurocopas- que mete miedo. Kroos y Gündogan fabrican, Wirtz y Musiala inventan y Havertz, Füllkrug y hasta Emre Can, que hace una semana no estaba convocado, golean. Inmejorable tributo a Beckenbauer, homenajeado durante la previa. Kaiser, los tuyos asustan.
Esta generación, alejada de las históricas, con más talento que fuerza, con más bailarines que motores, es un desafío en sí misma. El primer tiempo mostró el librillo de Nagelsmann, ese que sí mostró en el Leipzig, pero que no se había visto desde que aterrizó en la selección de rebote procedente del Bayern de Múnich. Precisamente en el Allianz Arena, donde había brillado la metalurgia alemana dejando sin espacio a otra línea de pensamiento, Wirtz y Musiala van camino de transformar la idea futbolística del país.
La 'Mannschaft' fue un rodillo en Múnich, pero no por ímpetu sino por su magnífico nivel de juego, que por momentos recordó los tiempos de la España campeona. Ha adquirido mucho más vuelo al ser pilotado por con maestría por Kroos, que sabe aparecer en el momento adecuado y cuando es necesario. Encadenó 57 pases hasta que falló uno.
De la metalurgia al toque alemán
No obstante, los de Steve Clarke plantaron batalla en los primeros compases. No se arrugaron y ganaron algunos duelos individuales, pero enseguida comprendieron que habían acudido a una guerra con armas de fogueo. En el bando contrario, disparan con precisión. Wirtz precintó de un latigazo una gran jugada coral culminada en asistencia de Kimmich que, cuando se mete al centro, su equipo juega hasta con siete centrocampistas.
El juego interior estaba destrozando a Escocia, pero también lo hacía el espacio a la espalda de sus centrales. Uno de esos balones largos lo cazó Havertz que cedió a Musiala para que fusilara a Gunn. Escocia nada podía hacer. Ni siquiera su traje de apicultor formado por Tierney, Hendry y Porteous evitaba las picaduras alemanas. El último de los tres defensores se fue al vestuario a aplicarse 'afterbite' antes de tiempo tras una entrada durísima sobre Gündogan que desembocó en el tercer tanto teutón, esta vez de Havertz.
El fútbol y el partido se le habían acabado a Escocia que dudaba entre acudir a la presión o resguardarse en su área. Los pivotes escoceses no sabían si avanzar o retroceder y sus centrales no se atrevían a salir a anticipar a nadie. Todo futbolista escocés parecía paralizado. Tras el paso por la caseta Clarke dio un paso atrás retirando a Ché Adams y dando entrada a Hanley en un intento por mitigar la caída escocesa.
Gündogan pinchó el paracaídas británico con un taconazo a Füllkrug que supuso el cuarto y Emre Can, en un clima más propio de un entrenamiento que de un partido, cerró la goleada. En la recta final, Rüdiger desvió una falta lateral y anotó en propia el gol de la honra escocés. Alemania ya está aquí.