La pregunta es la de siempre. Pero este año llega antes. Si en todos las temporadas se espera a octubre para hacer las cábalas sobre si uno u otro merece ganar el Balón de Oro, en 2016 se adelanta por el verano tan movido que se ha vivido en el fútbol.
Los nombres, y hasta que ellos no demuestren lo contrario, siempre son dos: Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. Hay muchos que comienzan a hacerle sombra, como Luis Suárez, Neymar, Bale o Griezmann, pero tanto en lo futbolístico como en lo mediático, el portugués y el argentino siguen arriba. Los dos estarán en el podio, sin saber aun el tercero en discordia.
Pero el morbo está en quien lo ganará. Y, tras este verano, coge fuerza Cristiano. Principalmente porque es campeón de Europa con su club y con su país liderando en ambos retos, aunque en la final fallara. Difícil es negarle el máximo triunfo individual al líder de los dos equipos campeones de las competiciones más importantes del fútbol en el año. Los datos, goleadores y colectivos, le avalan.
Pero Cristiano falla en una cosa que tampoco se puede esconder: no apareció en ninguna de las finales. Tampoco ha sido su mejor año. Al margen de actuaciones individuales, más menguantes que otras temporadas, necesitó esta vez más a sus acompañantes para ganar: en el Madrid a Bale y Benzema, en Portugal a un sorprendente Éder.
Por encima de todo, a Cristiano le corona el periodo mayo-julio, el decisivo, donde había títulos en juego. El 28 de mayo marcaba en Milán el penalti decisivo y ganaba su tercera Champions. El 10 de julio, su primera Eurocopa. Y eso contrasta con su rival. Messi perdió una Copa América y él tuvo protagonismo, falló el penalti. La última imagen de Cristiano será con la Copa de Europa y la Eurocopa en sus manos. La de Messi, llorando y anunciando su adiós de Argentina, condenas judiciales al margen. Y eso marca. Uno ganó y el otro perdió.
Cristiano, mejor que Messi con sus países
El madridista ya tiene un título con su país, algo que no logra conseguir un Messi que, salvo que rectifique, ya se rindió y anunció su retirada con Argentina. Y Cristiano lo consigue en un entorno mucho más complicado, ya que la Eurocopa es más difícil que ganar, tiene más nivel que la Copa América. A eso se le une que Portugal es peor equipo que Argentina, como el ranking FIFA indica: los europeos son octavos; los sudamericanos, primeros.
Messi, rodeado de Higuaín, Di María, Agüero, Banega o Mascherano, ha sido incapaz de ganar la Copa América (Centenario), siendo además él protagonista negativo al fallar un penalti en la tanda decisiva, aunque hay que destacar que fue el mejor del torneo. En cambio, Cristiano, rodeado por compañeros peores (que no malos) como Nani, Quaresma, William Carvalho o Joao Mario, sí ha conseguido ganar un título.
Ambos tienen un camino muy similar con sus países. Los dos han jugado tres Mundiales (2006, 2010 y 2014) aunque Messi aquí sí tiene una final. Cristiano llegó a las semifinales en 2006, pero poco destacó después, con eliminación en octavos y primera fase. Eso sí, en el torneo del continente, Cristiano ya es campeón en su segunda final, mientras que Messi no lo es a pesar de llegar a tres finales.
A eso hay que sumarle de lo que venían ambas selecciones antes de que aparecieran los dos cracks. Portugal solo había jugado tres Mundiales antes, teniendo como máximo hito el tercer lugar de 1966, con Eusebio. Argentina, en cambio, tenía dos Copas del Mundo, los mismos que ahora. La albiceleste tenía mucha más historia y es por ello que aquí también se demuestra la trascendencia de uno y otro en sus selecciones. Portugal cambió con Cristiano. Messi no lo logró con Argentina.
Pero el Balón de Oro es lo que es, un trofeo que no solo cuenta lo deportivo. Las grandes campañas de publicidad y el conocimiento en todos los rincones del planeta ayudan a ganar el trofeo. El voto de los representantes de países tan insignificantes como Sierra Leona, Moldavia o Kazajistán vale igual que países tradicionalmente futboleros como Francia, Brasil o España. Comienza ya la campaña. Cristiano parte como ventaja.