Se pueden ganar Champions. O Copas del Rey. O Ligas. O lo que sea. Eso entra dentro de lo normal. Cada curso, por estas fechas, se celebran títulos. En un lugar u en otro, trofeos y más trofeos. Sin embargo, no siempre se está en disposición de hacer historia. Eso ya no está al alcance de cualquiera. Ni siquiera en esta edición, donde los objetivos de los contendientes aparecen como antagónicos –más allá de levantar la ‘Orejona’–. Por un lado, el Liverpool quiere resurgir: no gana una final continental desde 2005 –desde que Benítez esculpiera en el llamado ‘Milagro’ de Estambul frente al Milan (3-3 y victoria en los penaltis)–. Y por otro, el Real Madrid busca convertirse en el único club en ganar tres finales consecutivas con el actual formato de Copa de Europa. Sí que lo hicieron, antes de 1992 (año en que data el cambio), el Ajax de Cruyff (71, 72 y 73), el Bayern de Beckenbauer (74,75 y76) –con tres, ambos– y el Madrid de Di Stéfano, que ganó cinco.
El Madrid de Zidane, por tanto, se enfrenta a un reto magnánimo: ganar esa tercera Champions consecutiva y su cuarta en cinco años. Los datos hablan por sí solos. El éxito es total y la racha de victorias continentales difícil de igualar. La primera llegó en Lisboa, con Ancelotti en el banquillo y el francés de segundo. Después, un año de transición –con la destitución del italiano incluida–, un breve periodo de pruebas con Benítez y la ascensión de Zizou, que llegó y besó el santo: le ganó al Atlético su primera Copa de Europa como técnico en los penaltis y a la Juventus, su segunda. Ahora, intentará hacer lo propio frente al Liverpool (sábado, 20:45 horas).
Para el optimismo, un recorrido casi impecable del Madrid. Tras titubear en la fase de grupos –y resbalar en Wembley frente al Tottenham–, cogió carrerilla y dejó en la cuneta a PSG, Juventus y Bayern de Múnich. Es decir, a los campeones de Francia, Italia y Alemania respectivamente. Y, además, de forma magistral. Con una imagen muy distinta a la dada en Liga, donde prácticamente tiró la toalla en Navidades, y en Copa, donde cayó frente al Leganés. Ahí, en esas dos competiciones, un Madrid. En la Champions, cuando sonaba la música de Händel, otro. Cambio radical para avanzar hasta la final.
En Kiev, se encontrará a un Liverpool que ya sabe lo que es ganarle la Champions al Real Madrid. Lo hizo en 1981, en una época muy diferente y en un fútbol totalmente distinto. Entonces, los favoritos eran los ingleses. Llegaban con un equipo de brillo y purpurina. A saber, Dalglish, McDermott, Johnson… y el goleador, Kennedy. Él marcó el único tanto del partido en el minuto 81. Sepultó las esperanzas de levantar el entorchado continental de Camacho, Stielike, Del Bosque, Santillana o Juanito. Boskov, en el banquillo, cayó frente a Robert Paisley, triunfador en aquella noche parisina en el Parque de los Príncipes.
Ahora, la película ha cambiado. El favorito es el Real Madrid. Ellos son los vigentes campeones de Europa. “Son un reloj suizo, hacen un fútbol fantástico. Se organizan cuando tienen que hacerlo y son caóticos cuando el partido lo pide”, reconocía Jürgen Klopp en la rueda de prensa previa. Incluso, como dicen algunos, sin entrenador: “Muchas personas piensan que Zizou no tiene conocimientos tácticos. Opinan lo mismo de mí y es curioso que dos entrenadores que no tienen ni idea de táctica han llegado a la final. Lo que ha hecho es brillante. Desafortunadamente, tengo un tío brillante ante mí como entrenador”, sentenció el alemán.
Pero no sólo de Zidane vive el Madrid. En la recámara, una plantilla monetaria y deportivamente de más valor. Con Cristiano, además, enchufado: ha marcado un total de 44 goles (26 en Liga, 15 en Champions, dos en el Mundialito y uno en la Supercopa de España) en 43 partidos. “El marrón de elegir es del míster”, comentaba, en el media day organizado por el club, Isco. Y su técnico lo ratificaba: “Así será”. ¿Entre sus dudas? Cómo jugar y a quién poner. Con varios posibles nombres para formar en la alineación titular: Gareth Bale, el propio Isco, Asensio y Lucas Vázquez. Estos cuatro, posiblemente, se jugarán un puesto. Les acompañarán Benzema y Ronaldo.
Ese es el peligro del Madrid. Al otro lado, el Liverpool, que cuenta con el mejor tridente de Europa. Salah, Firmino y Mané son el mejor trío goleador de la historia de la Champions League con 29 goles, superando los 28 anotados por Cristiano Ronaldo, Bale y Benzema en la campaña 2013/14. En total, con estos tres, el Liverpool tiene el récord de goles anotados (40 tantos tras la fase previa, con una media de 3’33 goles por partido). Una barbaridad. Esa es la virtud de los ‘reds’. ¿La debilidad? La defensa. Aunque han mejorado con el fichaje de Van Dijk, que llegó a Anfield por 85 millones de euros, son vulnerables atrás, como se pudo ver contra la Roma (perdió 4-2 en el Olímpico y casi cae eliminado).
Esas son las armas de los dos equipos. Eso sí, sólo uno podrá hacer historia: el Real Madrid. Sobre los hombros de los blancos, la responsabilidad de salvar una temporada mediocre en Liga y en Copa, pero excepcional en Europa. Y no sólo eso: también pasar a la posteridad. Eso es lo que persigue Zidane, lo que quiere su Madrid y lo que desea Ronaldo, que podría levantar su quinta Champions –más que muchos clubes–. Ese el objetivo del Rey de Europa. Al otro lado, el máximo candidato a bajarlo del trono. La respuesta, en menos de 24 horas.
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