Buscaba su gol 100 en Europa y lo que encontró fue la frustración del que es incapaz de cumplir sus objetivos. Cristiano Ronaldo vivió un calvario frente al Legia de Varsovia. Se desesperó, gritó, se cabreó. Sufrió con cada uno de sus fallos, en este caso muchos, y no fue capaz de conseguir una explicación al pésimo momento goleador en el que está inmerso, que empieza ya a ser preocupante. Sólo cuatro goles, dos en Champions y dos en Liga, en ocho partidos.
No es normal que el Madrid marque cinco goles y ninguno sea de Cristiano. Ya pasó en Sevilla, donde los de Zidane iban ganando 1-5 y el portugués no había mojado. Lo tuvo que hacer después y su celebración, desproporcionada por el resultado, solo se podía entender por la rabia que podría tener contra sí mismo. No es normal tampoco que en un partido tan sumamente fácil, de los más cómodos que tendrá el Real Madrid esta temporada, Cristiano no aparezca en la lista de los goleadores y más aún cuando sí están todos sus compañeros de ataque, excepto Benzema, que es otro cantar.
Zidane, consciente de ello, intentó protegerle tras el partido. "Ha creado muchas ocasiones pero no ha podido marcar. Lo que importa es que ha dado goles. Me gusta mucho cuando da asistencias, forma parte de su juego", respondió el francés resaltando la faceta combinativa de Cristiano. Pero, lógicamente, tuvo que reconocer que "espera mucho más de él, porque es Cristiano". Y lo repitió. "Es cierto que a veces esperamos mucho de él".
A más generoso, menos gol
La victoria ante el Legia deja a Cristiano como protagonista porque todo lo que pasó, goleada y compromiso resuelto, se esperaba. La noticia estuvo en un portugués negado ante el gol, al que no le entró nada y eso que lo intentó de todas las formas. El tramo final del partido tuvo dos fases: la desesperación de Cristiano, que no la escondió, al contrario, la magnificó, y la búsqueda de un equipo entero del gol de Ronaldo. Los últimos cinco minutos se basaron en pases al portugués para que pudiera marcar. Algunos se emplearon más que en los 40 minutos anteriores para que Cristiano tuviera su gol. Pero ni aún así.
Ronaldo acabó desquiciado. Y en parte tiene razón porque es una respuesta lógica al que lucha sin que le salga nada. Es más bien una batalla contra los elementos, contra el fútbol en general. Su sufrimiento interior se hace más notorio porque él sabe que no pasa del partido, que no juega andado. Al contrario. Ante el Legia se vio al Cristiano más generoso, más participativo. Fue el Cristiano que regaló dos goles (el tercero a Asensio y el quinto a Morata) y el Cristiano que más se movió por el campo. Sus datos durante el encuentro así lo demuestran, entrando más en combinación con Marcelo y Asensio que por ejemplo Bale o Benzema. En total completó 40 pases de 45 intentos y se vio con nitidez al Cristiano más generoso. Pero, al ser un partido propicio para él, con libertad de movimientos, rodeado de un esquema ofensivo con Benzema, Bale, James y Asensio, y con un rival blandito atrás que le permitía tener ocasiones, no marcar hace que salga señalado.
Todos 'mojan', menos él
Ni hubo gol 99 y, lógicamente, tampoco el 100. Eso tendrá que esperar al partido de vuelta en Varsovia. Y no será porque no tuvo oportunidades. Además, de todos los colores. Y de ahí su desesperación. De los 20 remates del Real Madrid, nueve fueron suyos. Lo intentó de falta hasta tres veces, siendo especialmente clara la última, con una gran mano de Malarz. En la primera parte ya tuvo señas de frustración tras ocasiones erradas aunque lo peor estuvo en el tramo final, ya con el Madrid jugando a placer, goleando y él incapaz de marcar. Porque todos 'mojaban' menos Cristiano. Morata y Lucas Vázquez salieron en el 64' y el gallego ya había marcado en el 68'. Y después lo haría el madrileño. Antes lo hizo Bale, Asensio... pero el portugués, que era el que más creaba peligro, nada. En una jugada, que cruzó el balón y se le fue fuera, acabó en pies del árbitro de portería. Cristiano, ya en un nivel de desesperación no controlado ni por los radares, 'pegó' una caricia al colegiado en su pierna. Un acto reflejo como si se diera al suelo. Es lo que mejor pudo definir el momento de Ronaldo.
Tiene razones el 7 del Real Madrid para frustrarse, principalmente porque ve como sus compañeros marcan, especial relevancia pudo tener en su cabeza que Lucas y Morata lo hicieron solo jugando 25 minutos. También porque venía de sacudirse estos mismos problemas con Portugal, donde marcó cuatro goles ante Andorra e Islas Feroe. Sí, selecciones de un bajísimo nivel, pero no muy diferente al del Legia de Varsovia, cuyo entrenador salió casi celebrando el momento de Cristiano. "Nos alegramos de que no nos marcase y de que se enfadase por no hacerlo, es algo positivo", dijo en rueda de prensa Jacek Magiera.
Con todo esto, es normal, conociendo su forma de ser en el campo, que Cristiano no reaccionara precisamente con mucha alegría a los goles del Madrid, especialmente los últimos. Tuvo repertorio de reacciones, desde un rostro serio pero acercándose a compañeros en el 1-0 de Bale hasta al "dámela a mí" en el 5-1 de Morata pasando por risas no muy entusiastas en los otros tres goles. Pero, así como otras veces se le puede acusar de egoísta, ante el Legia fue todo lo contrario. Bien puede defender Cristiano que sus actos son sencillamente fruto del mal momento goleador que tiene, porque después en el campo no buscó por su cuenta el gol, al contrario, fueron sus compañeros los que los minutos finales le buscaron a él. Sirvió dos asistencias, muy meritoria la última a Morata.
En el fondo del debate está la reflexión, que el primer interesado en hacerla debería ser Cristiano, si el portugués está ya en una fase de su carrera en la que no marcará la abultada cantidad de goles de los últimos años pero en la que puede ser todavía más importante en su faceta de asistente, que no implica dejar de marcar goles, sino pasar de 50 a 30. Pero el primer paso para eso sería que entrara en la cabeza de Cristiano que le puede beneficiar ser menos goleador.
Hasta entonces Cristiano se cabreará, mejor que sea consigo mismo y no con los demás, si no marca y más en partidos con goleadas. Alguno, antes o después, pagará los platos rotos y sufrirá la ira del portugués en forma de goles. "Lo hará (por marcar) dentro de cuatro días, ojalá", comentaba Zidane tras el partido. El Athletic ya está en el horizonte y los vascos pueden ser los culpables involuntarios del hambre de Cristiano.