Esta semana, Zaragoza ha dado el pistoletazo de salida a un ambicioso proyecto que transformará la ciudad y su legado futbolístico. Han comenzado oficialmente los trabajos de demolición del estadio de La Romareda, un icono zaragozano que se prepara para renacer como una moderna y monumental sede para el Mundial de 2030.
Después de 23 años de incertidumbres y múltiples proyectos fallidos, las máquinas han empezado a demoler la antigua gerencia de Urbanismo, el Cubo y el Gol Sur, dando paso a la nueva Romareda.
El área alrededor de la plaza Eduardo Ibarra ha sido transformada por completo. Vallas, casetas de obra, montones de arena y grandes máquinas han ocupado el entorno del estadio, convirtiéndose en la nueva realidad para los próximos años. La Romareda se convertirá en un "faro" para las nuevas generaciones, un símbolo del avance y la modernización de Zaragoza.
Un proyecto muy esperado
El nuevo estadio, cuya finalización está prevista para finales de 2027 o principios de 2028, tendrá un coste de 151 millones de euros. Esta cifra incluye una serie de mejoras y nuevos requisitos marcados por la FIFA para las ciudades que aspiran a ser sede del Mundial 2030.
Entre estas mejoras se encuentra un nuevo sótano, más asientos y certificaciones de sostenibilidad, como el certificado Breeam. La alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, ha descrito este día como "histórico" para la ciudad, marcando el principio del fin de un estadio que ha sido un símbolo de identidad para generaciones de zaragozanos.
"No es solo un campo de fútbol, es un lugar lleno de historias, de sentimientos, emociones, victorias, derrotas y lágrimas", declaró Chueca.
El proceso de demolición y construcción se llevará a cabo en varias fases para minimizar el impacto en la comunidad y permitir que el estadio pueda ser utilizado en la medida de lo posible durante las obras.
La primera fase, presupuestada en 3,1 millones de euros, se centrará en vaciar el Cubo y la antigua Gerencia de Urbanismo. Esta gerencia, que fue inaugurada con motivo del Mundial de 1982 como centro internacional de prensa, será el primer edificio en ser demolido.
Los trabajos continuarán con la retirada de los vidrios del Cubo y, finalmente, la demolición del Gol Sur. Esta área, que contiene amianto, será tratada con especial cuidado para garantizar la seguridad de los trabajadores y el público.
La demolición de las estructuras metálicas y de hormigón de las gradas precederá a la excavación del sótano y la construcción de los nuevos muros de contención. Durante las obras, el Real Zaragoza no se quedará sin casa.
Se construirá un estadio provisional en el Parking Norte de la Expo de Zaragoza, que permitirá al equipo seguir jugando sus partidos como local. Este estadio portátil tendrá una capacidad para 20.376 espectadores, una solución temporal que minimizará las interrupciones para los aficionados y el equipo.
Un icono arquitectónico
El diseño del nuevo estadio ha sido concebido como un icono arquitectónico para Zaragoza, con una capacidad de 43.110 espectadores para eventos deportivos, ampliable hasta 50.266 para conciertos.
El proyecto, a cargo del arquitecto César Azcárate, ha tenido en cuenta el cierzo, el característico viento de Zaragoza, y presenta un diseño cóncavo en las fachadas laterales para proteger a los jugadores y espectadores del viento.
El nuevo estadio contará con dos graderías de dos niveles cada una, una cubierta dinámica que protegerá del viento y una exclusiva Terraza 360º con vistas panorámicas de la ciudad y el campo de juego.
La estructura se dividirá en cinco plantas y dos sótanos subterráneos, incluyendo áreas de Hospitality, VIP, y zonas técnicas para la prensa y el equipo. El presidente de Aragón, Jorge Azcón, ha destacado que el nuevo estadio será un "motor económico de primer orden".
Se espera que la sede del Mundial 2030 genere una inversión de 335 millones de euros en Zaragoza, beneficiando a hoteles, restaurantes y comercios, y creando aproximadamente 4.200 empleos a tiempo completo. La nueva Romareda no solo beneficiará a Zaragoza, sino también a las ciudades vecinas como Huesca, que podría ser subsede del Mundial.
El proyecto de la nueva Romareda ha enfrentado numerosos desafíos, incluyendo obstáculos políticos y económicos. La alcaldesa Chueca ha pedido paciencia y comprensión a los aficionados durante los próximos tres años y medio de obras. A pesar de las dificultades, Chueca ha expresado su confianza en que el nuevo estadio se convertirá en un símbolo de la capacidad de Zaragoza para soñar en grande y forjar nuevas historias.
La apuesta por un estadio portátil durante las obras minimiza las incertidumbres y asegura que el nuevo estadio esté listo para el Mundial de 2030. Con una capacidad para 43.184 espectadores, la nueva Romareda cumplirá con todos los requisitos de la UEFA, la FIFA, LaLiga y la Federación Española de Fútbol, garantizando que Zaragoza pueda acoger algunos de los partidos más importantes del torneo.