Momentos tensos los que se están viviendo en el fútbol canadiense tras la guerra que ha estallado entre la selección femenina y la Federación. Una discrepancia en la gestión que ha desatado un conflicto interno donde aparecen críticas acerca de la desigualdad y sobre los problemas en el reparto económico. Una batalla que parece no tener tregua.
En un primer instante, las jugadoras de la selección femenina del país norteamericano decidieron ir a la huelga al no haber aportado la Federación lo que les correspondía por los partidos disputados con su selección en 2022 y considerar que había repartos desiguales entre sexos. Una decisión que explicaron a través de un comunicado y que era publicada a pocos días de la disputa del torneo She Believes Cup y que era seguida por el combinado masculino.
Una serie de motivos que ponían de manifiesto a través de las palabras de su capitana Christine Sinclair. La jugadora hacía público el modus operandi llevado a cabo como protesta por los recortes sufridos por la Asociación de Fútbol Canadiense, ya que habían visto reducido drásticamente el tiempo dedicado a las concentraciones, así como el número de jugadoras y personal invitados a las mismas. Además, también se les había informado de que no habría amistosos previos al Mundial que se disputará en Australia y Nueva Zelanda.
"Estamos cansadas, cansadas de tener que luchar constantemente por un trato justo y equitativo, y por un programa que nos dé la oportunidad de lograr lo que sabemos que este equipo es capaz de lograr para Canadá", rezaba parte del comunicado emitido por la selección femenina en vista a los recortes y la desigualdad.
Sin embargo, no han podido llevarla a cabo, ya que 24 horas después de hacerse oficial la huelga, el organismo la tachaba de "ilegal", algo a lo que respondieron duramente las futbolistas. En él, explicaron que había sido coaccionadas con la amenaza de que tomarían acciones legales sobre ellas.
"Según nos han hecho saber si no volvemos al trabajo -además de comprometernos a jugar el próximo jueves ante Estados Unidos- no sólo tomarían acciones legales para obligarnos a volver al campo, sino que considerarían dar otros pasos que podrían costar millones de dólares en daños tanto a la Asociación de Jugadoras como a cada una de las futbolistas", replicaban tras las presiones recibidas.
Los motivos de la huelga
Las jugadoras internacionales de Canadá decidieron tomar la drástica decisión tras considerar que estaban siendo minusvaloradas por su Federación. Uno de sus principales motivos era el económico, donde denunciaban que había una desigualdad en favor del equipo masculino, que también apoyó su movimiento.
Tal y como apuntan los datos, la selección formada por los hombres recibió más de 11 millones de dólares a lo largo de 2022, una cifra muy alejada de la invertida en el equipo femenino. Ellas tan solo recibieron poco menos de la mitad, es decir, algo más de cinco millones de dólares.
"Se han invertido importantes sumas de dinero y recursos en nuestra selección masculina para garantizar que no haya lagunas en su preparación para la Copa del Mundo Masculina de 2022", declaraba el comunicado, en un claro alegato a la igualdad económica entre las dos secciones.
Una decisión que llegaba a pocos días de la disputa de la She Believes Cup, donde Canadá parte como una de las grandes favoritas a la victoria. Sin embargo, las presiones de la directiva no podrán llevarla a cabo. Cabe destacar que el equipo femenino logró el oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, por lo que son una de las potencias en dicho aspecto. No obstante, alegan un desamparo por parte de las instituciones y la poca financiación que reciben para darle visibilidad al deporte, otorgándole así un mayor desarrollo en categorías inferiores.
Una de las más duras con la federación canadiense fue la jugadora del Chelsea Jessie Fleming. La centrocampista se mostró completamente en desacuerdo con los métodos y prácticas llevadas a cabo por el ente durante en los últimos años y a los que acusa de falta de transparencia y nefasta gestión en términos económicos.
"Por un lado está la falta de transparencia, una mala gestión financiera y el hecho de que los programas nacionales no se benefician del aumento de inversión en el deporte. Por otro lado, está la desigualdad de género. En los dos últimos años ha habido grandes diferencias entre la financiación de ambos programas", refrendó la jugadora del Chelsea tras lo ocurrido.
La Federación lo tilda de "ilegal"
Sin embargo, la decisión de las jugadoras no sentó nada bien dentro del seno de la Asociación de Fútbol de Canadá. El organismo que rige dicho deporte se opuso de manera radical a la decisión de las futbolistas y las obligó a entrenarse de nuevo ante la proximidad de la She Believes Cup.
La Federación canadiense, según aseguran las jugadoras, amenazó a las futbolistas con tomar represalias tras las informaciones publicadas. El organismo tachó en un primer momento de "ilegal" la huelga llevada a cabo por las ganadoras del oro en los pasados Juegos Olímpicos.
"Para ser clara. Nos vemos obligadas a volver a entrenar a corto plazo. Esto no ha terminado. Seguiremos luchando por todo lo que nos merecemos y venceremos. Jugaremos la She Believes Cup a modo de protesta", anunciaba la capitana Sinclair en las redes sociales tras pisar de nuevo el terreno de juego con su selección.
Una guerra que no ha hecho más que comenzar y donde las jugadoras solo han dado su brazo a torcer por lucir los colores del combinado nacional. Sin embargo, un nuevo episodio de desigualdad entre hombres y mujeres ha vuelto a abrirse en el mundo del fútbol otra vez.