No todo se forma por un comentario racista en un programa de televisión. El mensaje de Vinicius Jr. sobre el racismo iba más allá de eso: "La felicidad de un negro brasileño victorioso en Europa molesta", decía el futbolista del Real Madrid. Lo sufre él como lo sufrieron otros antes en el fútbol español.
Uno de ellos fue Dani Alves, al que en 2014 lanzaron un plátano en el estadio del Villarreal. El brasileño ha sido de los más duros a la hora de expresarse ahora en apoyo a su compatriota: "Grave son los idiotas que siguen pensando que los bailes son el problema. Señores, el verdadero problema es que allí en Europa está lleno de racistas y ellos no aceptan que otras nacionalidades si destaquen en su país más que ellos".
La pregunta es: ¿hay racismo en el fútbol español? Carlo Ancelotti, entrenador de Vinicius, decía este sábado esto: "En España no veo racismo". Y no es el primero que lo dice. Quizás porque han visto lo que sí ocurre en otros países, como Italia en su caso. Pero aunque el problema no llegue aquí a esos niveles, son muchos los que piden medidas contundentes que en ocasiones no las hay.
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Vinicius está en el foco después de que un tertuliano de El Chiringuito usara la palabra "mono" contra él y tras haber sido lapidado por celebrar los goles bailando. Duele casi más lo segundo que lo primero, ya que los brasileños entienden estos bailes como una extensión de su cultura y ven cómo algunos lo utilizan para atacarles de forma xenofóbica.
Lo dice Vinicius desde la experiencia. Solo durante la pasada temporada lo sufrió dos veces. Primero en el Camp Nou, cuando un aficionado le llamó "macaco", y luego en Son Moix, estadio del Mallorca, al grito de "vete a recoger plátanos" y "uh-uh-uh" (esto tras celebrar un gol bailando).
LaLiga, como marca su protocolo, denunció oficialmente lo ocurrido ante el Comité de Competición de la RFEF y la Comisión Antiviolencia. El caso del Camp Nou, referido a un Barça - Madrid de octubre de 2021, acaba de ser archivado tras no identificarse al agresor verbal por parte de los mossos. El autor de los insultos, por tanto, queda impune.
En cuanto al caso de Son Moix, se supo que el Mallorca se había comprometido a expulsar a los autores de los gritos racistas. Los hechos ocurrieron en marzo, hace seis meses, pero no trascendió públicamente si hubo alguna sanción. En todo caso, los aficionados que insultan de manera racista reciben una multa de 6.000 euros y la prohibición de entrar a recintos deportivos durante un año, como ocurrió con el hombre que insultó a Akapo, jugador del Cádiz, en Granada.
En España se castigan los insultos racistas, pero no con la contundencia con la que se hace fuera del país. Las multas que reciben los clubes no suelen ser más que económicas y no son grandes cantidades. Sí se recogen duras sanciones para los futbolistas que cometen actos racistas en los campos, pero por suerte este no es el problema en nuestro fútbol.
Se mira a las gradas y se pide mayor severidad. Sea contra los aficionados o contra los propios clubes para responsabilizarse todavía más de lo que se hace o se dice en sus campos.
La UEFA sancionó al Atlético
En competiciones europeas, aquellas regidas por a UEFA como la Champions, la Europa League, la Conference o la Youth League, el reglamento es duro. El Atlético de Madrid, rival de Vinicius este domingo, lo sufrió en sus carnes la temporada pasada por partida doble.
El Atleti fue sancionado en abril con el cierre parcial del Metropolitano (5.000 asientos menos) por los saludos nazis que algunos de sus hinchas protagonizaron en Mánchester. La sanción, tras obtener primero la cautelar del TAS, la cumplió en el partido contra el Oporto de esta edición de la Champions.
Además, el debut del juvenil que dirige Fernando Torres en la Youth League debutó a puerta cerrada. El motivo fueron los insultos racistas que sufrió Peter Federico, canterano del Real Madrid, durante la eliminatoria de octavos del curso pasado. La UEFA permitió solo la entrada de 1.300 niños menores de 14 años para el partido contra el juvenil del Oporto.
No Room for Racism
Por otro lado, están las campañas que llevan a cabo en otros países. La Premier League, bajo el lema No Room for Racism, endureció desde 2021 los castigos por actitudes racistas entre los aficionados ingleses. No solo se puso el foco en los campos sino también en las redes. El pasado mes de marzo había 400 investigaciones abiertas por abuso en Internet hacia los futbolistas.
El detonante de este endurecimiento de las medidas fue la avalancha de insultos que recibieron varios futbolistas de la selección inglesa tras perder la final de a Eurocopa en Wembley. Un hombre fue sentenciado a diez semanas de prisión en noviembre de 2021 por publicar un vídeo en el que profirió insultos racistas contra Jadon Sancho, Marcus Rashford y Bukayo Saka tras la final perdida contra Italia.
En cuanto a la Premier, durante la última temporada se han sucedido castigos más duros que los vistos aquí en España. Durante un Leeds - Arsenal, un aficionado local fue detenido nada más terminar el choque por insultos racistas hacia dos futbolistas gunners: Nuno Tavares y Pépé. La policía de West Yorkshire logró identificar al autor de los hechos en el momento y procedió a su arresto.
Nathan Blagg, un aficionado del Chelsea, publicó tuits racistas y antisemitas contra la hinchada del Tottenham. Fue condenado a ocho semanas de cárcel y el club inglés le quitó el abono y le expulsó de su grada. Son solo varios ejemplos del endurecimiento de las sanciones en otras competiciones en comparación con el fútbol español. En plena polémica con Vinicius, el debate vuelve a estar abierto.