El éxtasis de casi 90.000 personas en Wembley. La culpable es Chloe Kelly, futbolista inglesa que con su gol en el minuto 111 decidía la final de la Eurocopa femenina. Miles de sus compatriotas festejaban, como en todo el mundo lo hacen las mujeres por el éxito que ha sido la competición a todos los niveles.
Inglaterra es campeona de Europa tras ganar a Alemania. Sucede a los Países Bajos, selección que ganó en 2017 siendo también la anfitriona. Cinco años de diferencia entre una edición y otra y una acogida que nada tiene que ver. La final contó con la mayor asistencia en la historia de las finales de Eurocopa, tanto masculina como femenina.
Las anfitrionas sufrieron. En la primera parte a Alemania no le señalaron un penalti que era, lo que fue aprovechado por Inglaterra para adelantarse en la segunda mitad con un gol de Ella Toone. Empató en el 79' Lina Magull, mandando la final a la prórroga. La balanza se decantó para las locales con el tanto de Kelly.
Inglaterra vence a su némesis
La selección maldita ahuyentó sus fantasmas. Eterna subcampeona, sin gloria desde 1966 y sin besar nunca un título femenino. Inglaterra emergió en la prórroga, derribó a Alemania, su némesis, y conquistó el primer gran trofeo de su historia en Wembley. Las germanas, con ocho títulos, perdieron por primera vez una final de este tipo.
La agresividad, la brusquedad, el público ferviente y la presión sobre la colegiada eran constantes en el devenir de un encuentro que se torció para Alemania antes de empezar. En el calentamiento cayó su mejor jugadora, una Alexandra Popp que aparecía en Wembley con un currículum de cinco partidos y cinco goles y que no pudo luchar ni la final ni la Bota de Oro por una lesión muscular. Lo pagó Alemania con falta de carácter arriba.
Las inglesas tenían la pelota y el control, pero las germanas llegaban con más peligro. Tras una par de buenas paradas de Frohms, Bronze sacó un disparo de Dabritz y Hegering, en un córner cerrado, rozó el gol. Remató casi en la línea de gol y sobre la cal lo despejó Williamson, con tan buena suerte para Inglaterra que el rechace, también en boca de gol, cayó en manos de Earps.
Alemania, acostumbrada a vapulear a Inglaterra en sus enfrentamientos directos y con el precedente del 6-2 que le endosó en la última final continental en 2009, recuperó el timón en el comienzo de la segunda parte, pero volvió a echar de menos a Popp. Perdonó y perdonó e Inglaterra encontró el antídoto a la carrera.
Balón en largo a la espalda de la defensa para una Toone fresca y que acababa de entrar. La atacante del Manchester United llegó hasta el área y ante la salida de Frohms, que solo había encajado un gol en todo el campeonato, colocó la pelota por encima de la portera e hizo el 1-0.
Delirio general en Wembley, que ya saboreaba los acordes del Sweet Caroline y el Three Lions, canciones unidas a los éxitos ingleses. De hecho, alguna parte del estadio tarareó la primera.
A Alemania le quedaba una última palabra, la épica. Fiar todo a su legendario estatus de campeonas perennes de un torneo que han ganado en ocho ocasiones de las once que han disputado. Magull, que minutos antes había estrellado una pelota en el larguero, culminó una combinación de Wassmuth y Lohmann en el primer palo y mandó el encuentro a la prórroga.
Kelly desata la locura
Una prórroga insulsa, marcada por los nervios y por lo que había en juego, y que decidió un revuelo en el área. Córner a favor de Inglaterra, minuto 109, rugió Wembley. Bola muerta en el área pequeña, disparo fallido de Kelly, segunda oportunidad, gol.
Ahora sí, sonó el Football is Coming Home e Inglaterra no dejó escapar el título. Primera Eurocopa tras las derrotas en la final de 1984 y 2009. Venganza ante unas alemanas a las que solo han ganado en tres ocasiones en su historia y otro hito más para Sarina Wiegman, la arquitecta del éxito. La holandesa convirtió en campeona a Holanda en 2017 y a Inglaterra en 2022.