La actitud calmada ante unas cifras de negocio en clara caída y la superioridad demostrada a la hora de decir no a 200 millones de euros por un jugador del PSG se entiende gracias al músculo que tiene detrás. El Paris Saint-Germain vuelve a solventar una situación crítica que parecía que le iba a obligar a humanizarse, pero que ha terminado poniendo en relieve de nuevo que su circunstancia está por encima del bien y del mal; para hablar de ellos hay que hacerlo sin comparación.
Catar ha realizado la segunda ampliación de capital en el equipo parisino que responde principalmente a la situación provocada por la crisis económica de la Covid-19. La pandemia había puesto entre la espada y la pared al fútbol francés, con unas cifras de negocio muy tocadas y la necesidad de reinventarse ante la falta de un comercializador de los derechos televisivos fuerte. Pero el PSG no va a salir mal parado de los peores años de su historia reciente en lo económico.
La entidad gala, que podría presentar más de 200 millones en pérdidas en esta segunda campaña tras la pandemia, vuelve a hacer crecer su capital a través de esta inversión. Ya presentó unas cifras muy tocadas en la 2019/2020, con 125 millones que se fueron al limbo. Aún así, ha conseguido compensarlo para poder hacer grandes movimientos de mercado y colocarse en una posición preferencial con un tridente para la historia: Kylian Mbappé, Neymar Jr. y Leo Messi.
Lejos de que tenga que afrontar un escenario como el del Barça, el PSG volverá a ser una amenaza en el mercado de fichajes y tendrá más capacidad para seguir atrayendo estrellas. Francia le ha puesto las cosas fáciles, flexibilizando su sistema para castigar las cifras negativas. Pero, por encima de todo, el hecho de tener todo un estado detrás ha supuesto fundamental para hacer que el club pase sin sobresaltos esta situación.
El equilibrio
La dificultad de competir en un entorno con clubes en manos de entidades privadas y no en las de los socios sigue haciéndose patente. Qatar Sport Investment, el fondo soberano catarí propietario del club desde 2011, inyectó 171 millones de euros en la entidad. De esta forma, ha paliado una situación adversa. Es la segunda vez que lo hace después de que pusiera encima de la mesa 316 millones en la 2017/2018 para fichar a Neymar y Mbappé.
Las ampliaciones de capital que han llevado a cabo equipos como el Manchester United, el Atlético de Madrid o ahora el PSG siguen planteando un panorama de descontrol en cuanto a las cifras de crecimiento y en la idea de competir todos los clubes en un marco de igualdad. Mientras Real Madrid y Barça solo pueden ajustarse el cinturón y utilizar su gran patrimonio para soportar las deudas, estas entidades abren y cierran el grifo a su gusto.
La crisis de la Covid-19 ha hecho más evidentes estas diferencias, mientras la UEFA ha sido excesivamente laxa con la excusa del escenario de crisis. En un amplio tablero de ajedrez en el que se jugaban varias partidas, el hecho de que estas entidades se hayan alineado con el organismo continental a la hora de hacer frente a proyectos como el de la Superliga ha abierto la duda sobre si la alianza es estratégica. Mientras tanto, gozan de este ambiente preferencial.
El músculo
La capacidad del PSG para retener a Mbappé y convertirle en el mejor pagado del mundo vuelve a estar presente. Nadie duda de que la entidad parisina va a hacer una gran oferta al delantero que sigue negándose a renovar. Será él quien decida ahora su futuro, no como en verano, donde se demostró que de la cárcel de oro no se sale. Tiene los mismos motivos para salir como para quedarse, pero el culebrón seguirá alimentando portadas gracias a la inyección.
Más allá de esta idea, el club francés tendrá más razones también para poder hacerse con uno de los jugadores más cotizados en el mercado, Erling Haaland. Será la gran puja del verano, aunque los movimientos ya han comenzado. Parece que sería la primera opción en caso de que Mbappé no renueve, pero, tras esta inyección, el PSG también podría hacerse con sus servicios sin que el francés salga. La idea de retirada de Neymar abre aún más esta puerta.
La tiranía del club-estado sigue haciéndose más palpable mientras la idea de la renovación de las instituciones y la creación de otras nuevas sigue haciéndose necesaria. Los clubes-estado ponen aún más contra las cuerdas la concepción de fútbol para y por los aficionados, aunque los de estas entidades disfrutan de los éxitos a golpe de talonario. Por suerte, hay muchos más parámetros que determinan quién gana y quién pierde y la Champions League no se gana presentándose.
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