El París Saint-Germain es el equipo de moda en el fútbol europeo por el proyecto que está creando. Fichajes de primer nivel realizados a golpe de talonario que han sembrado el miedo en Europa ante la constitución de un equipo que parece invencible. Una congregación de estrellas y jugadores de élite de los que ya se habla como equipo de leyenda que han hecho del club del Parque de los Príncipes una gran atracción.
Sin embargo, tiene trampa. La inacción de UEFA y Ligue-1 en el control financiero ha permitido al club de Catar seguir rompiendo el mercado, a pesar de haber admitido 250 millones de pérdidas durante la última temporada. Además, el PSG prometió unas ventas por un valor total de 180 millones de euros y solo ha recaudado 7 hasta la fecha.
Esto no es un problema para la entidad de franco-catarí, ya que el PSG, tras el fichaje de Messi, tiene una masa salarial que roza los 300 millones de euros netos a costa de seguir endeudándose. El club parisino juega con unas reglas propias y con el beneplácito de la UEFA de Ceferin para poder crear una plantilla de ensueño.
Lo que más asusta de este nuevo PSG es el nivel medio de los salarios de su plantilla, lo que supone un coste para el club de una masa salarial que supera los 530 millones de euros brutos. Esto, además de suponer un desastre y la ruina para cualquier otro equipo que no tiene el apoyo financiero de un estado detrás, provoca que nadie pueda competir con ellos a la hora de ofrecer salarios o de pagar traspasos.
La escala salarial
Lo que han conseguido Nasser Al-Khelaïfi y el Estado de Catar, dueños del club, es crear una escala salarial que da vértigo. En su nuevo orden interno, el rey absoluto es Lionel Messi, que percibirá un salario cercano a los 40 millones de euros netos por temporada. Sin hacer efectiva esa tercera temporada opcional de la que dispone en su contrato, entre salario, primas y bonus, Messi podría superar los 130 millones de euros en su nueva aventura en la ciudad de la Torre Eiffel.
Sin embargo, el dispendio en la delantera no se reduce solo al argentino. Neymar es el segundo que más cobra con un salario neto cercano a los 35 millones de euros. Por tanto, el PSG tendrá a partir de ahora en su plantilla a los dos futbolistas mejor pagados del mundo.
Acompañándoles, al menos de momento, está la joya de la corona francesa: Kylian Mbappé con un salario neto alrededor de los 25 millones de euros por temporada. El argentino, el brasileño y el galo conforman una tripleta atacante que supone en sueldos 100 millones de euros netos, 200 en concepto de saldo bruto para el club.
El mayor problema para la viabilidad económica del PSG está en el escalón medio de su plantilla. Jugadores como Verratti, Marquinhos, Di María, Icardi o Keylor Navas superan los 12 millones de euros netos por curso. Una bomba financiera que haría explotar a cualquier entidad, pero no a este PSG que cuenta con todas las protecciones del mundo para seguir haciendo y deshaciendo a su antojo.
Además, los nuevos fichajes que han llegado, a excepción de Leo Messi, se sitúan todos en torno a los 10 millones de euros por curso. Son los casos de Donnarumma, Achraf, Wijnaldum y, como no, Sergio Ramos. En total, otros 100 millones de euros netos en masa salarial, que se doblan a la hora de ser pagados por parte del PSG, y que hacen que su situación económica siga siendo un pozo sin fondo que solo uno de petróleo y la permisividad de los agentes controladores son capaces de soportar.
La sangría de salarios del PSG continúa con jugadores de menor rango como Paredes o Ander Herrera que están por encima de los 8 millones de euros netos, Gueye o Draxler por encima de los 7 'kilos' y un paquete de jugadores alrededor de los 5 millones como Diallo, Rafinha, Bernat o Sarabia. En resumidas cuentas, unos pagos descomunales a todos los jugadores que elevan la masa salarial de la plantilla a un coste neto que ronda los 275 millones de euros por temporada y que suponen un costoso peaje para el club que supera los 530 millones de euros brutos.
Las reglas del PSG
Sin embargo, el misterio de las cuentas del PSG no está en cómo es capaz de pagar esos salarios tan altos ya que cuenta con una financiación externa sin rival, sino cómo es capaz de hacerlo dentro de los parámetros legales que rigen la economía de todos los clubes y que obligan a otros equipos a tener a dejar ir a jugadores como el propio Messi como le ha sucedido al FC Barcelona.
En primer lugar, la respuesta está en la intervención del Fair Play Financiero que impone la UEFA, el cual se hace efectivo a final de temporada y no antes, como sucede con los límites que impone LaLiga en España. De esta forma, el PSG puede incumplir ahora esta norma y ser sancionado al término de la temporada cuando presente sus cuentas con una masa salarial que exceda los ingresos generados por el club. Hasta que ese momento llegue, el PSG siempre podrá pronosticar la cantidad de ingresos y de beneficios que considere e inscribir sus altísimos salarios dentro de una plantilla galáctica.
Otro de los grandes factores que tiene a su disposición el PSG reside en el campeonato francés y en sus mecanismos internos de control, los cuales están muy alejados de los que impone la institución que preside Javier Tebas. En Francia, la Ligue-1 no impone a los equipos un límite salarial, algo que sí sucede en España, por lo que los equipos no tienen esa presión ni ese problema a la hora de inscribir sus salarios, que pueden crecer y crecer casi de forma indefinida.
El PSG, al no tener el peligro de quedarse sin ingresos ya que lo recibe de forma externa gracias al capital catarí que le llega cada curso, puede arriesgarse a terminar con grandes pérdidas a final de temporada y con una masa salarial que no podría sostenerse en ningún otro campeonato. Con un límite como el que LaLiga impone desde el año 2013 no hubiera podido llevar a cabo estos fichajes y, sobre todo, el de Leo Messi, la joya de su corona.
Más permisividad
Así es como el PSG, que ya declaró pérdidas por valor de más de 250 millones de euros la pasada temporada, puede seguir jugando con sus propias reglas respecto al resto de clubes del mundo. Además, el conjunto galo cuenta con otros dos factores a su favor. El primero es su clara posición contraria a la famosa Superliga Europea y que ha hecho que nazca una fuerte relación entre la entidad francesa y la UEFA de Ceferin. Han sido varias las ocasiones en las que el ente más poderoso del fútbol europeo ha reconocido que durante los próximos años hará la vista gorda con algunos clubes como el de Nasser Al-Khelaïfi.
El segundo de estos factores es la permisividad que va a poner en práctica la propia Ligue-1 con sus clubes en los próximos años, con quienes levantará la mano en sus cuentas de las próximas temporadas al comprobar que las ventas han quedado completamente estancadas y, por lo tanto, dificultan así regularizar su situación.
Además, en Francia no entrará en vigor hasta el año 2023 la norma del 70%, esa que indica que los salarios no pueden superar dicho porcentaje de los ingresos, y que será impuesta por la Dirección Nacional de Control de Gestión (DNCG). Por tanto, habrá que esperar dos cursos más para que los clubes franceses no puedan maniobrar con tanta libertad, justo cuando concluye el nuevo contrato firmado por Leo Messi.
A pesar de todo ello, los grandes clubes de Europa no pierden la esperanza de que en algún momento, sobre todo para evitar que esas pérdidas puedan ser a final de esta temporada de entre 300 y 500 millones de euros, se imponga un control más exhaustivo contra el PSG y, especialmente, se cumpla de una vez con ese Fair Play Financiero que supera ampliamente.
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