Joan Laporta ha vuelto a ponerse a los mandos del Barça y se está gustando. Tras unos meses difíciles donde ha acumulado bastantes derrotas, ha levantado el título de la Copa del Rey y ha trabajado duro para descubrir el incendio real dejado por la junta directiva saliente de Josep Maria Bartomeu, empieza a disfrutar del cargo.
El nuevo presidente del Barça ha sacado la libreta de fichajes y, con retornos y con contrataciones a coste cero, está intentando remodelar como buenamente puede la debilitada plantilla del FC Barcelona. Nombres como los del 'Kun' Agüero, Eric García o Emerson ya aparecen en su historial de fichajes y pronto se podrían sumar otros como los de Memphis Depay o Wijnaldum.
Aún así, Laporta no solo se ha propuesto remodelar el club por fuera, por aquello que más se ve, por su plantilla, sino que también quiere hacerlo por dentro. Lo ha intentado con Ronald Koeman, entrenador al que él no ha fichado y que no encaja en su proyecto, pero no ha podido. Aún así, ha conseguido traer al que será su sombra, el clavo que estará esperando para entrar cuando el del holandés salga. Se trata de Jordi Cruyff, una persona con ADN Barça, pero sin un puesto claro en el club más que el de ser el comodín del presidente mirando de reojo al banquillo.
El comodín de Laporta
El presidente del FC Barcelona inició su campaña presidencial por la vía de la nostalgia y de la recuperación de la esencia perdida. Ese ADN Barça tan demandado, pero que no gana partidos y campeonatos por sí solo y menos si la plantilla que hay ni lo conoce ni da garantías de éxito. Intentaron pillarle en un renuncio con algunos nombres, pero se mantuvo fuerte porque sabía que esta batalla no iba de prometer fichajes imposibles.
Después, aunque se habló de nombres como Haaland o Neymar, la dura realidad azulgrana ha terminado siendo la de los Eric García de turno porque no hay dinero para grandes operaciones. Sin embargo, a Laporta sí se le quedó la espinita de intentarlo con un entrenador que diera forma a su nueva materia prima ya que Koeman no le convencía.
Sonaron grandes nombres como Nagelsmann, Flick, Xavi Hernández y hasta el sueño de Guardiola pasando por la ocurrencia de Mikel Arteta. Pero ninguno era posible. Finalmente, se ha tenido que conformar con ratificar a un Koeman al que le dio dos semanas para buscarle un recambio que no ha encontrado. Los casi 15 millones de euros de indemnización que costaría su cese pesan como una losa inevitable.
Sin embargo, aunque Laporta no ha encontrado a su entrenador ideal a un precio asequible, sí ha introducido una nueva incógnita en la ecuación. Se trata del fichaje de Jordi Cruyff, el que desde el momento de su contratación ha pasado a ser su gran comodín. Asesor, ideólogo y productor del famoso ADN Barça, la realidad es que la figura de Cruyff, a ojos de todos, se presenta como el recambio inmediato de un Koeman que a la mínima oportunidad estará fuera del banquillo. El Barça se ha buscado el parche antes de tener la herida y al bombero antes de oler el incendio. A ese nivel está la confianza en Koeman para crear un nuevo equipo competitivo en Europa.
Gestión con Koeman
La gestión de Joan Laporta con el asunto de Koeman, a pesar de que no era fácil, no ha sido la más acertada. Era obvio que no era su entrenador ideal, pero lo ha puesto a los pies de los caballos incluso sin tener un sustituto para después volver a acogerlo en su regazo a la fuerza. Nadie se puede creer ya lo que vaya a decir el presidente de su técnico.
Ni le quieren, ni confían en él, pero se le tienen que quedar a la fuerza y confiar en que Koeman haga un ejercicio enorme de profesionalidad para volver a poner al Barça en la pelea con los grandes. No obstante, por el camino Koeman ha conseguido sacar algo de beneficio traducido a sus labores de entrenador.
Para tenerle contento después de tanto ninguneo, la junta directiva del Barça ha accedido a intentar dos fichajes con los que no estaban especialmente convencidos. El más claro ejemplo es el de Memphis Depay, un jugador que vestirá de azulgrana única y exclusivamente porque Koeman quiere y porque Koeman sigue. Otro caso es el de Wijnaldum, un jugador que gusta más al club, pero cuya contratación se ha acelerado por petición de Koeman. Tanto es así que incluso las llegadas de 'Kun' Agüero y Eric García, en menor medida, también responden de alguna forma a los deseos de Koeman que ha tenido que hacer el año con Braithwaite, Mingueza, Araujo o Umtiti.
Una función misteriosa
Jordi Cruyff parecía haber tomado una decisión cuando el Barça quedó sin presidente y se postulaban varios candidatos al cargo. Los que contaban con más papeletas de tener éxito eran Víctor Font y Joan Laporta. El primero quiso contar con Jordi para su proyecto por eso de llevar a un hombre de la casa, del club y con el apellido Cruyff como reclamo. Sin embargo, inteligente y curándose en salud, rechazó adherirse a ninguna candidatura. De esta forma, ganara quien ganara, podía llegar a su objetivo.
Finalmente, fue Laporta quien se llevó el gato al agua y quien ahora ha llamado a Jordi para formar parte de su equipo. La función no está del todo clara, pero será uno más ahí dentro con el privilegio de poder tomar el cargo de entrenador si Koeman se encuentra en apuros. Aún así, hasta que eso pase, Laporta necesita darle a Jordi una función a modo de coartada para justificar su presencia.
El hijo del mítico Johan Cruyff forma parte del equipo de asesores del presidente y pondrá sus conocimientos y su ADN Barça al servicio de la reconstrucción del club. Aunque todavía no sea entrenador, será uno de los ideólogos del nuevo proyecto. No es una función muy identificativa, pero al menos se le puede situar dentro del organigrama del club. Este verso libre también trabajará estrechamente en la parcela de la dirección deportiva y en la de la secretaría técnica donde se encuentra Ramón Planes, otro cuyo puesto podría peligrar si algo se tuerce. De esta forma, Laporta tiene un hombre de su confianza y con el que tiene una magnífica relación en varias áreas de importancia de la entidad azulgrana.
Sin experiencia en élite
La carrera de Jordi Cruyff ha tenido etapas de todos los colores. Experiencia no le falta, aunque nunca ha estado a los mandos de un club de élite. Nadie duda de que es un hombre de fútbol que ha tenido en casa a uno de los más grandes para transmitirle sus conocimientos y para crecer adquiriendo esa forma de entender este deporte. Aún así, ser hijo de Johan no implica ser Johan.
Como jugador, su experiencia sí ha sido más representativa a gran nivel. Se crio en las categorías inferiores del Ajax y del FC Barcelona y debutó en la élite de la mano de los azulgrana. Tuvo dos etapas en el Manchester United y después en clubes más modestos como Celta, Alavés o Espanyol. Por último, le puso la nota exótica a su carrera con sus dos últimas aventuras en Ucrania y Malta.
Tras colgar las botas en el año 2010, Jordi Cruyff cambió la equipación por el traje y se pasó a los despachos para crecer como dirigente, aunque siempre en equipos de poco calado internacional. Debutó en Chipre como director deportivo del AEK Larnaca y después pasó a Israel para vivir la etapa más exitosa de su carrera en el Maccabi Tel Aviv.
Desde el año 2012 hasta el 2017 fue director deportivo y al año siguiente se pasó al banquillo como primer entrenador. Allí ganó tres ligas, una Copa de la liga, una Copa de Israel y clasificó al equipo con regularidad para competiciones europeas, tanto Europa League como Champions. Por todo ello, dejó un gran recuerdo y su etapa se considera muy exitosa.
Tras salir de Israel ha tenido dos experiencias en China con clubes de nivel medio, el Chongqing Lifan y el Shenzhen FC, a los que consiguió salvar cuando estaban en problemas y una experiencia muy extraña como seleccionador de Ecuador, combinado al que no llegó a dirigir en ningún partido por la pandemia. Ahora, después de casi dos décadas recorriendo mundo, regresa a España y a Barcelona para formar parte del equipo de Laporta con la clara aspiración de poder sentarse en el banquillo del Barça algún día.
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