El Manchester United ha vivido en las últimas horas uno de los momentos más convulsos de toda su historia. Las imágenes de cientos de aficionados, o de hooligans mejor dicho, acampando en las inmediaciones del estadio de Old Trafford era solo la antesala de una de las tardes más negras en la historia del club. Un episodio de violencia y de pérdida del raciocinio que puede servir de motivación para que otras hinchadas sigan este lamentable ejemplo.
Cuando los cientos de aficionados del equipo que entrena Ole Gunnar Solskjaer decidieron pasar a la acción, el deleznable espectáculo se transformó en una batalla campal en la que la policía fue incapaz de detener a la marea humana que pretendía entrar en Old Trafford y hacerse con el control de la situación por la fuerza. Nada ni nadie pudo impedirles que accedieran hasta el mismo césped, que se revolcaran por el terreno de juego y que incluso marcaran goles en las porterías donde lo hacían sus ídolos, y todo para querer demostrar que son una mayoría ruidosa que quiere tener el control del club.
Estas manifestaciones que comenzaron tras el anuncio de la Superliga Europea son la consecuencia directa de la bajada de pantalones que muchos equipos de la Premier League realizaron para satisfacer los deseos de estos hooligans descontrolados que quieren mandar, pero que no se preocupan de donde sale el dinero que mantiene con vida su club, que compra grandes fichajes y que paga el salario de sus estrellas.
Por ello, un espectáculo tan bochornoso como el vivido este domingo en Manchester podría ser solo el primero de muchos porque han demostrado tener el control y están dispuestos a lo que sea con total de ir contra la propiedad del club, en manos de la familia Glazer, quienes son el blanco de su ira a pesar de que decidieron gastar su dinero para salvar la economía de un equipo histórico en horas bajas.
La familia Glazer
Malcom Glazer era un empresario americano famoso por ser el CEO de First Allied Corporation, una firma que reunía a varias marcas de centros comerciales históricos en los Estados Unidos. Debido a su gran éxito empresarial, consiguió hacer una fortuna inmensa que en el momento de su muerte, en el año 2014, ascendía hasta los 4 billones de dólares. Sin embargo, sus negocios iban mucho más allá de los centros comerciales, ya que era un apasionado del deporte.
De hecho, en Estados Unidos era conocido sobre todo por ser el propietario de uno de los mejores equipos de la NFL, los Tampa Bay Buccaneers, actuales campeones de la Super Bowl y que cuentan sus filas con el famoso jugador Tom Brady. Sin embargo, los Buccaneers no eran su único equipo, ya que también tenía un 'ojito' derecho en Europa y en otro tipo de fútbol mucho más convencional.
Entre los años 2003 y 2005, Malcolm Glazer decidió efectuar, poco a poco, la compra de un club histórico como el Manchester United, haciéndose gradualmente con diferentes paquetes accionariales de la entidad mancuniana hasta convertirse en el propietario tras una operación rondó los 800 millones de libras esterlinas.
Esta compra ya levantó suspicacias en su día por parte de algunos aficionados del United, las cuales se acentuaron cuando el club pasó a manos de sus herederos tras su fallecimiento. De esta forma, toda su fortuna recayó en manos de sus seis hijos y de su esposa Lina.
Los hermanos Joel y Avram fueron los encargados de ponerse al frente de la gestión del club y, por consiguiente, el blanco de las protestas de los aficionados del Manchester que detestaban que unos empresarios americanos fueran los dueños de su club y los que manejaran sus finanzas y sus deudas. Estos problemas se han agravado desde el año 2014 hasta aquí, cuando la situación parece ya irreversible y cuando los altercados han provocado que los hooligans asalten incluso el campo de entrenamiento y el estadio para pedir la salida de los Glazer del club.
La Superliga, el detonante
Las manifestaciones que se pudieron ver el pasado domingo en la ciudad de Manchester no fueron las primeras, pero todo hace indicar que no serán las últimas. A pesar de que situaciones similares se habían producido ya en años anteriores, con protestas dentro del estadio por parte de los aficionados e incluso con el lanzamiento de billetes de dólares con la cara de Malcolm, la situación actual del club y de la afición tiene matices diferentes que todo ha hecho que se desmadre aún más. En particular hay un motivo que ha sido el detonante y que ha llevado todo al extremo más violento.
La gran explosión de esta caldera a presión llegó tras el anuncio de la famosa Superliga Europea en la que el Manchester United quería, no solo entrar, sino formar una parte importante, ya que Joe Glazer, uno de los propietarios, estaba designado junto a Andrea Agnelli como uno de los vicepresidentes de la nueva competición y como una de las manos derechas de Florentino Pérez en la gestión de este nuevo proyecto que pretendía revolucionar y salvar el fútbol.
El Manchester United quiso estar a la vanguardia de los mejores clubes de Europa desde el primer momento y, a pesar de no estar jugado la Champions, quería formar parte activa de este cambio. Los Glazer vieron también en la Superliga una forma de obtener ingresos para el club, cerrar las deudas dejadas por la Covid-19 y no poner en un compromiso su fortuna familiar, la cual siempre han querido mantener al margen del club. Por ello, se ha afirmado en algunas ocasiones que muchas deudas que el United tenía contraídas eran con la propia familia Glazer.
Sin embargo, lo que comenzó siendo una idea brillante terminó siendo un aquelarre del fútbol inglés que comenzó un boicot contra equipos como el Real Madrid, el FC Barcelona o la Juventus. Ese levantamiento liderado por el Chelsea y el Manchester City terminó arrastrando al equipo de Old Trafford, que se vio obligado a salvar la cara ante la FA, la Premier League y la UEFA para no quedarse sin la parte de tajada que le correspondía por cortesía de Aleksander Ceferin. No obstante, para los Glazer ya era tarde.
Protestas y más protestas
Con el beneplácito y el aliento de la UEFA, los clubes ingleses, entre ellos el United, quedaron a merced de unos desbocados hooligans que salieron a la calle reclamando ese lema tan famoso de que 'el fútbol es de los aficionados'. Unos destrozos más tarde, los clubes ingleses empezaron a ceder a sus protestas y a sus chantajes y terminaron reculando y pidiendo perdón por su mala imagen, cuando lo único que les había hecho retroceder era la amenaza y la compensación económica de la UEFA.
Esas protestas que se produjeron en las calles de Londres y Liverpool se trasladaron también a las de Manchester, donde decenas de aficionados asaltaron incluso las instalaciones del AON Training Complex, la ciudad deportiva del United, y se colaron en el entrenamiento del primer equipo para dejarles a los Glazer muy clarito quien mandaba allí. El papelón de Solskjaer y Matic hablando con una banda de asaltantes forma ya parte de esta página tan negra en la historia del club.
Sin embargo, tras aquello, los aficionados se dieron cuenta de que, a pesar de que en los estatutos del club ponga que los propietarios son la familia Glazer, ellos son quienes tienen el mando de la violencia y la tiranía. Y así se lo han mostrado este fin de semana cuando decidieron convocar una violenta manifestación para pedir su salida del club. De momento, no han conseguido echarles y puede que no lo consigan, pero ya han dejado su sello incluso encerrando a la plantilla en el hotel de concentración. Les han dejado muy claro que el dinero puede ser suyo, pero que la dictadura del miedo y los altercados corren de su cuenta.
Las terribles consecuencias
Lo peor de todo esto no fueron las cargas policiales, los heridos, las peleas y el asalto a Old Trafford, sino que estos hooligans, con la violencia por bandera, se sintieron con el control de la situación y con el poder para convocar a más compatriotas para esta lamentable rebelión. La Premier League ha creado un monstruo que amenaza con devorarla si no actúan a tiempo, aunque ya puede ser demasiado tarde.
Fuera o no fuera su intención, los ultras del Manchester consiguieron detener la actualidad del club y de la liga inglesa porque a ellos le dio la gana. El asalto fue sofocado a tiempo de que comenzase el partido contra el equipo de Klopp, sin embargo, las situaciones tan particulares que vive la sociedad provocaron que fuera imposible volver a limpiar y desinfectar todo el estadio antes de que comenzara el encuentro. El resultado fue el aplazamiento de todo un Manchester United - Liverpool. La pandemia hace que sus acciones tengan todavía una repercusión mayor, por no hablar del deterioro y destrozo que sufre el césped con este tipo de asaltos.
Para colmo, este éxito de los hooligans de los red devils fue celebrado por otras hinchadas como la del Liverpool, la cual ya ha amenazado con solidarizarse y actuar en consecuencia contra su propio club antes del partido de este fin de semana contra el Southampton. Otro aplazamiento podría ser un caos para el calendario de la Premier League y un efecto llamada para todos los hooligans de Inglaterra que se sentirían con el control de la situación, la cual podrían manejar a su antojo.
Es un hecho muy lamentable que la Premier League pueda correr el riesgo de tener que parar la competición si este tipo de manifestaciones violentas se suceden jornada tras jornada, y peor podría ser incluso si esto se generaliza al resto de Europa. En Francia saben bien lo que es eso, ya que el Olympique de Marsella sufrió un asalto a su ciudad deportiva hace unos meses incluso con ataques a varios jugadores, por no hablar de las protestas tras la salida de los inversores que habían decidido comprar el Girondins de Burdeos. En Alemania, los jugadores del recién descendido Schalke 04 también recibieron la ira de sus hinchas cuando estos les persiguieron por los alrededores del Veltins Arena en Gelsenkirchen para para intentar agredirles hace unas semanas.
Esta es la terrible situación que amenaza con paralizar la Premier League y el fútbol europeo y que ha estado provocada por la manipulación de instituciones como la UEFA, que en lugar de mirar por el bien de los aficionados han terminado dando el control de la situación a unos desalmados que quieren tener el poder por medio de la fuerza. El fútbol, en lugar de avanzar hacia el progreso y hacia proyectos como la Superliga, o como quieran llamarlo, pero que generen ingresos para que no muera, va hacia el retroceso de la violencia y del regreso de las facciones más radicales al poder.
[Más información: La 'Superliga Británica' y el plan de reducción de equipos en las grandes ligas de la UEFA]