El PSG se hizo con los servicios de Mauricio Pochettino en las navidades pasadas con un único objetivo: dar el paso que no dio Tuchel y levantar la primera Champions League de la historia de la entidad. El Barça se convirtió el primer escollo en este camino y la fecha estaba marcada en rojo en el calendario de su despacho cuando dejó sus cosas en el Camp des Loges. Y parece que preparó a la perfección esta cita.
Sin duda, el argentino dio un paso de gigante después de la goleada que endosó al equipo azulgrana en el Camp Nou. Lo hizo sin Neymar, pero con un portentoso Kylian Mbappé. En la vuelta que se disputa este miércoles a partir de las 21:00 horas en el Parque de los Príncipes tendrá que volver a sacar adelante el encuentro sin el brasileño. Todo el trabajo parece hecho, pero, ateniéndonos a los antecedentes, no se puede dar nada por hecho.
El objetivo ahora será dejar atrás los fantasmas de Aytekin y la remontada de 2017 y confirmar que son uno de los favoritos al cetro europeo protegiendo el resultado de la ida ante el equipo que en su momento le tentó. Porque esta eliminatoria también tenía picante para un Pochettino que, desde su gran trabajo en la Premier League, ha estado vigilado prácticamente por todos los equipos del viejo continente. Es uno de los grandes entrenadores de Europa y en la Ciudad Condal tampoco se resistían a su paro temporal.
Una de las últimas obras de Josep Maria Bartomeu en el Barça le tuvo como protagonista, ya que valoró su contratación y recibió la negativa del que, en su día, fue ídolo del espanyolismo. El mismo Pochettino explicó que todo se redujo a un encuentro en el colegio al que iban sus hijos, pero los contactos fueron reales y, cuando Ernesto Valverde se marchó la posibilidad de haber visto al argentino en la entidad azulgrana fue real, al menos para esa junta directiva.
El epicentro Barça
Pero antes de esas llamadas, Pochettino ya había sido ídolo en Barcelona y en París; la grada del Espanyol coreó su nombre tanto como jugador y entrenador, cuestión que busca repetir en el PSG después de ser defensa del equipo francés y ahora estar al cargo de su banquillo. De hecho, el cariño que guardan los pericos por él se puede comprobar en el deseo de que sea el encargado de una nueva humillación culé en la máxima competición continental.
Cuando el argentino estuvo en el banquillo del nuevo RCDE Stadium le tocó lidiar una época de derbis frente a Guardiola y el mejor Barça de la historia y, aún así, consiguió amargarle la existencia en un par. En los más de 161 encuentros que dirigió al cuadro catalán, se recuerda con cariño la victoria en el Camp Nou con un doblete de De La Peña o como luchó esos cuartos de final de Copa del Rey de 2009 en los que se quedó a un gol de la remontada.
Mientras hacía historia en la Premier League con Southampton y Tottenham, dejó claro que "antes de fichar por el Barça me vuelvo a mi granja de Argentina". Aunque luego matizó estas palabras diciendo que no se puede decir nunca a nada, la realidad es que al argentino siempre se le ha relacionado más con el anti barcelonismo que con una persona con opciones a defender algún día los colores culés. Este pensamiento solo hace que crecer con el paso de los acontecimientos.
¿Ídolo madridista?
En esta relación también apareció el Real Madrid, con varios guiños del argentino hacia el club blanco, pero nunca se ha llegado a abrir una verdadera oportunidad del desembarco de Pochettino en Concha Espina, sobre todo por la presencia de Zinedine Zidane. Desde confesar que es su sueño a declararse como el "sustituto de Mourinho", la proximidad del actual entrenador del PSG con la afición merengue no es una cuestión oculta. No cabe duda de que será otro bonito regalo una nueva goleada a los culés.
Ahora, junto a un deseo de los merengues como Mbappé, tiene en su mano cerrar su círculo virtuoso contra el Barça asestando el golpe definitivo que supondría la eliminación de la Champions en octavos, cuando los culés habían hecho incluso sus presupuestos dando por hecho que pasarían esta ronda. Además de ser un nuevo éxito que haga aumentar su prestigio como entrenador, esta eliminatoria es un reto personal para un Mauricio Pochettino que quiere convertirse en la pesadilla azulgrana.
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