28 de enero de 2020. Salta la sorpresa en el Gobierno de Pedro Sánchez. El líder socialista ya había acostumbrado a ello, pero el nombre que ponía sobre la mesa para ocuparse de la gestión del deporte nacional no cuadraba a nadie. Irene Lozano se iba a convertir en nueva presidenta del Consejo Superior de Deportes. La política, que no tenía experiencia en el sector, se mantenía en el equipo de Sánchez con un nuevo cargo completamente diferente a los cosechados anteriormente y relevando a María José Rienda, que por su condición de exesquiadora había generado cierta ilusión.
Porque Irene Lozano había tenido una faceta de periodista y escritora. También de política en UPYD y posteriormente en el PSOE. E incluso en la gestión por su liderazgo del departamento de España Global durante el primer gobierno de Sánchez. Sin embargo, su vinculación con el mundo del deporte o no era o se desconocía. A priori, al frente del CSD no tendría demasiados conflictos pese a que 2020 iba a ser un año repleto de eventos. Desde los Juegos Olímpicos de Tokio hasta la cita de la Eurocopa de fútbol. Pero, más allá de eso, no se esperaban grandes conflictos para Lozano.
La decisión de Pedro Sánchez fue muy comentada. Todo apuntó a un movimiento para contentar a los socios independentistas del Gobierno. Sánchez cedía, pero no dejaba caer a una de las personas de su máxima confianza. Su relación, más allá de posibles coincidencias políticas, es de amistad. Y así lo demuestra el hecho de que Lozano fuera quien escribiera el libro de Pedro Sánchez 'Manual de Resistencia'. "Yo solo le he dado forma literaria", llegó a explicar Lozano ante el revuelo que se generó. De ahí también que el actual Presidente la fichara cuando salió de UPYD.
El 31 de enero de 2020 se confirmaba. Irene Lozano tomaba posesión de su nuevo cargo. Entraba con ella un nuevo equipo para comandar el CSD. Ilusión, ganas, trabajo. Lozano se rodeaba de gente que se había ganado el respeto en el deporte y en el propio CSD durante la anterior etapa como Jennifer Pareja. Había muchos retos. El principal, el del papel de la mujer en el mundo del deporte. Si la sociedad avanzaba en la igualdad, también el sector deportivo en un 2020 que no se veía venir. En sus primeros meses llegaría la firma del Convenio Colectivo del fútbol femenino tras una ardua negociación entre sindicatos y patronal. Y, en marzo, todo cambió.
La crisis de la Covid-19 modificó por completo el tablero político y social. También el deportivo, que se enfrentaba a una situación nunca vista. Irene Lozano, como presidenta del Consejo Superior de Deportes, iba a tener que gestionar el mundo del deporte en una atmósfera más que complicada. A mediados de marzo se suspendían todas las competiciones y comenzaba ahí una carrera con el viento en contra. Eso sí, siempre apoyándose en un Ministerio de Sanidad que ha colaborado estrechamente con Lozano y su equipo. Salvador Illa fue, más que nunca, salvador.
Irene Lozano se tendría que enfrentar a los críticos que tenía, a los que surgirían nuevos por su forma de trabajar y a los bandazos que fuera generando la crisis del coronavirus. Nada fácil y más para alguien que no había tenido un papel al frente del mundo del deporte anteriormente.
En todo este tiempo ha afrontado diferentes conflictos. Uno de ellos, el 'caso Fuenlabrada' en el que hasta la alcaldesa de La Coruña, del PSOE, criticó abiertamente a Lozano ante los medios por su gestión. El PP, por su parte, llegó a pedir su dimisión. Igualmente, la presidenta del CSD se vio obligada a intervenir en la guerra LaLiga-RFEF permitiendo los partidos en lunes y viernes siempre y cuando se diera un espacio único al fútbol no profesional. Algunos de los frentes en los que se ha batallado, pero ni mucho menos los únicos.
El protocolo
Fue el momento más duro para Irene Lozano. El deporte profesional tenía claro que iba a volver a competir, pero el no profesional estaba en el aire. Nadie sabía cómo ni cuándo. Ni, sobre todo, quién iba a pagar el coste de mantener competiciones sanitariamente seguras. El CSD tenía que reunir a las federaciones como organizadoras de estas ligas y al resto de representantes del mundo del deporte. Había que alcanzar un acuerdo. Parecía complicado, pero el bien de jugadores y jugadores estaba por delante. Sin protocolo no había fecha de inicio.
Las negociaciones pasaban por varios puntos. Uno, la cantidad de público que se iba a admitir en estadios y pabellones, algo clave en competiciones más humildes en términos económicos. El otro, las medidas de seguridad que se iban a implantar. El aforo era algo fácil en lo que ceder, pero el tema sanitario no tanto. Por ello, se trasladó a las Comunidades Autónomas un borrador. En él se hablaba de una PCR previa al inicio de las competiciones, pero no periódicas. Además, se pedía no aceptar público.
Fue rechazado. Nadie se veía con capacidad para pagar los test. Tampoco gustaba que no hubiera público, principal fuente de ingresos de los clubes. El 8 de septiembre se confirmaba la peor noticia: CCAA, Federaciones y CSD no habían alcanzado un acuerdo. No había protocolo para empezar competiciones. El CSD quería seguir intentándolo. Debían insistir en su postura. 24 horas más tardes la cosa cambió por completo: llamadas, contactos y cambios de posición en todos los presentes. Irene Lozano lo iba a sacar adelante. Un día después de estallar las negociaciones, había acuerdo y protocolo: el asunto de los test y el aforo quedaba en una recomendación.
Irene Lozano, así, salvaba un match ball. Su idea de vuelta segura quedaba clara: sin aforo y con test. La del resto, también. Las competiciones podían comenzar, el CSD aprobaba un marco común y la presidenta evitaba un fracaso mayúsculo que podía haberle dado razones a sus críticos para pedir su cese.
El fútbol femenino
Es el gran éxito. La liga femenina será profesional la próxima temporada. Las chicas estarán al nivel de ACB y LaLiga. Un hecho histórico y que se venía peleando en el sector. Así se trasladó a EL ESPAÑOL en numerosas ocasiones, tanto de fuentes de los clubes como de las propias jugadoras. La pandemia, además, había abierto los ojos a muchos. No podían depender de la gestión de la Federación, ni ser consideradas una competición como Segunda B. Eran la élite del fútbol femenino, querían sumar derechos a sus ya existentes obligaciones.
Y ese fue uno de los objetivos del CSD de Lozano. Querían cumplir con las reclamaciones de la sociedad. Era un paso hacia la igualdad y uno de los grandes proyectos de su primer año al frente del Consejo. Algo que, tras mucho trabajo, han conseguido lograr. Una de las reuniones clave se produjo a principios de septiembre. Irene Lozano aceptaba una reunión con la Asociación de Clubes Femeninos, además de la LNFS y ProLiga. Los tres, con evidentes tensiones con la RFEF. El CSD reconocía a la oposición de Rubiales, lo que no sentaría nada bien en el organismo de Las Rozas.
La sorpresa llegó cuando Lozano no asistió. La presidenta del CSD delegó en su mano derecha: Joaquín de Arístegui. El director general del CSD iba a ser la voz representativa del Gobierno. El gesto no gustó. Pero, una vez concluida la reunión, las sensaciones cambiaron por completo. Lozano delegó, pero acertó. Arístegui convenció por su forma de tratar y la reunión acabó con algunos objetivos futuros. El fútbol femenino, según pudo saber EL ESPAÑOL, iba a ser profesional más tarde que pronto. El CSD lo confirmaba. El 25 de septiembre, Irene Lozano lo hizo público.
Este 1 de febrero Irene Lozano inica su segundo año al frente del Consejo Superior de Deportes. Y lo hace prácticamente con los mismos retos que el año pasado. El primero, el de la gestión de la Covid-19 y la vuelta del público a los estadios. Como ya publicó EL ESPAÑOL, no hay fecha fija ante el aumento de contagios de las últimas semanas. El otro, el de crear una liga profesional de fútbol femenino. Y, como ya publicó este periódico, se ha empezado a sondear al sector con ideas para la competición.
El CSD también tendrá que hacer frente a peticiones como la de la LNFS, que quiere el reconocimiento del fútbol sala como deporte profesional. O la próxima revisión del Convenio Colectivo, los Pactos de Viana y la nueva Ley del Deporte. Para poner la guinda, Lozano vivirá un año con Juegos Olímpicos, Eurocopa y donde las relaciones entre LaLiga y la RFEF continúan tensándose. Por el momento, la que llegó entre críticas resiste en el puesto con su propio manual. Un año después, inicia sus segundos 365 días.
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