Del fútbol al éxito. Del fútbol al infierno. Y, en el infierno, lesiones. Así se podría resumir la carrera deportiva de Diego Perotti, uno de los grandes talentos argentinos de los últimos años y un ejemplo perfecto de cómo, sin respeto del físico, un jugador puede ver frenada su evolución en el fútbol. Acostumbrado a luchar contra estos inconvenientes, el último golpe le ha llegado con 32 años y rodeado de polémica.
Diego Perotti estará alejado de los terrenos de juego por tiempo indefinido. Al menos es lo que ha explicado su club, que no quiso dar un calendario de recuperación, pero que estableció en cerca de 3 u 8 meses el tiempo de baja para Perotti. Las alarmas saltaron y la noticia corrió a nivel mundial. Es lo que tiene haberse curtido en las mejores ligas del planeta: que el interés es internacional.
"Es la primera vez que se ve esta lesión en un deportista. Hay ocho casos en el mundo, y siete de ellos son accidentes de tráfico". Fueron las palabras del director deportivo del Fenerbahçe, Emre Belözolu, en su última comparecencia de prensa para tratar los principales asuntos del club turco. Sin embargo, las críticas hacia el dirigente se han multiplicado en las últimas horas. ¿La razón? Su propio jugador le ha desmentido.
"Las noticias que estuvieron saliendo sobre mi lesión no son ciertas, no tengo ninguna lesión en mi rodilla. Me opere de una lesión en el tendón del isquiotibial y ya comencé con los tratamientos para recuperar lo más rápido posible". Un mensaje tajante y directo de Perotti visto que su nombre aparecía en cientos de titulares. La noticia la había dado su director deportivo y ahora la duda está en si el error fue suyo o del equipo médico.
La gravedad de la lesión es muy importante. Y no solo por el buen estado y recuperación de Perotti, sino por el futuro de su contrato y la resolución de este. El propio dirigente turco adelantó negociaciones entre ambas partes, aunque el contrato de Perotti "no tiene una carga económica" por algunas de las cláusulas firmadas. "Habrá decisiones que tengamos que tomar". Una de ellas, vistas sus declaraciones, podría ser acabar su relación con Perotti si su recuperación se alarga en el calendario.
De nuevo, las lesiones y Diego Perotti se encuentran por el camino. Una rutina infernal para el jugador y que solo rompió en la 2012/2013, cuando evitó lesiones de gravedad y pudo competir al máximo nivel. Quitando esa excepción, su guerra contra los problemas físicos han sido constantes. Y, cómo no, determinantes en una carrera deportiva marcada por la lucha psicológica contra este tipo de males. Casualmente, el atacante estudió en su país Psicología y, ya en España, tomó como hobby hacer lo propio con Criminología.
Sevilla, cielo e infierno
Perotti no lo ha tenido fácil. Nunca. Comenzó a jugar al fútbol en su Argentina natal. Sin lujos, familia humilde y barrios complicados. Pasó por el filial de Boca y se marchó. No le gustaba. No era lo que quería. Por suerte, siguió desarrollándose y se incorporó a las categorías inferiores del Morón. Y de allí, a España en 2007.
El delantero, nacido en julio del 88, se convertía en una apuesta de futuro del Sevilla. El club hispalense, puntero en el desarrollo de cantera y en el seguimiento de perlas internacionales, apostaba por Perotti para mejorar su equipo B. Solo un año después de sumarse al Sevilla Atlético, Diego daba el salto al primer equipo. Tocaba triunfar.
Perotti ganó dos títulos con el cuadro andaluz. Se hizo un hombre en el mundo del fútbol. Velocidad, desborte, gol. Era talento. Era líder. Pero el pozo de las lesiones empezaba a cabarse y en 2014 acabaría forzando su marcha a Boca Júniors para desconectar y volver a disfrutar.
En el Sánchez Pizjuán lo pasó bien, pero la presión de la afición por sus constantes lesiones no le permitían sonreír como él sabía. Perotti llamó la atención del Real Madrid. Perotti convenció a la Juventus, que llegó a presentar una oferta. Pero él quería solo una cosa: su Sevilla.
Ganó una Copa y una Europa League. Saboreó el éxito de la mejor manera. Sin embargo, la afición más radical acabó por mermarle cada vez que salía al césped. El Pizjuán vivía una especie de referéndum: Perotti sí, Perotti no. Le acusaban de fiestero y de la mala vida. Esa, según decían, era la razón de que se lesionara tanto. Pero era falso, como él mismo defendió en numerosas ocasiones. Tal fue su enfado que llegó a las manos con uno de estos ultras, al igual que les pasaría a otros jugadores como Fazio.
En 2013, y tras hablar con el Sevilla, decidió abandonar el club y marcharse a su Argentina. Arropado de su familia, jugaría cedido en Boca hasta desvincularse completamente del conjunto hispalense. Perotti se volvería a sentir jugador, ficharía por el Genoa, se sumaría a la Roma de Spalletti y fichajes estrella.
Todo hasta recalar en el Fenerbahçe actual, donde una lesión le mantiene en una vorájine de problemas físicos que marcaron, marcan y marcarán su carrera.
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