Miércoles 21 de diciembre de 1983. Hace ahora exactamente 35 años, se disputó, a las 20:30, el que durante mucho tiempo fue considerado el partido más importante de la historia de la selección española de fútbol.
Se trató del encuentro decisivo de la fase de clasificación para la Eurocopa de Francia de 1984. Esta se componía de siete grupos, y en uno de ellos se encuadraban las selecciones de Irlanda, Islandia, Malta, Países Bajos y la nombrada España.
Desde el principio, estas dos últimas dejaron clara su superioridad sobre todas las demás. Ambas llegaron como líderes del grupo a la última jornada, en la que España se enfrentaría a Malta. Tan solo el que finalizara esta fase de grupos como líder se clasificaría de forma directa para la Eurocopa.
La previa
El conjunto nacional llegaba al partido necesitando dos hechos: ganar y hacerlo por una diferencia de once goles o más a favor. Esto se debe a que los holandeses sumaban trece puntos, mientras que España once -por aquel entonces la victoria se premiaba con dos puntos-. En el apartado de goles, los Países Bajos sumaban 22 a favor y seis en contra, por los doce a favor y siete en contra de los españoles.
Malta llegaba como última del grupo, con una única victoria, y habiendo sido goleada a manos de la propia selección de los Países Bajos por 5-0 apenas cuatro días antes. La selección estaba formada en su gran mayoría por jugadores amateurs. La victoria de España parecía asegurada, pero no tanto así la goleada, que era indispensable para lograr superar a los Países Bajos en la clasificación.
El encuentro se disputaría en el Estadio Benito Villamarín, ubicado en Sevilla. El seleccionador, Miguel Muñoz, citó a tres jugadores del Athletic Club de Bilbao -Andoni Goikoetxea, Manuel Sarabia y Andoni Zubizarreta-, tres del FC Barcelona -Lobo Carrasco, Marcos Alonso y Tente Sánchez-, tres del Real Madrid -Carlos Alonso Santillana, José Antonio Camacho y Ricardo Gallego-, tres del Real Zaragoza -Francisco Güerri, Juan Señor y Salvador García-, dos del Real Betis -Poli Rincón y Rafael Gordillo-, uno del Sevilla FC -Paco Buyo- y otro del Sporting de Gijón -Antonio Maceda-.
Para que todos estuvieran disponibles, la Real Federación Española de Fútbol adelantó la jornada 16 de La Liga de aquella temporada. El combinado nacional se preparó durante una semana en el Parador de Oromana, en Alcalá de Guadaira.
Con Luis Miguel Arconada -portero titular de la Selección por aquellos años- lesionado, la titularidad iría a parar a Buyo o Zubizarreta, ambos sin experiencia internacional. Por si fuera poco, Gallego se lesionó tres días antes del partido, teniendo que ser sustituido por Víctor Muñoz, jugador del Barcelona.
Malta aterrizó en España dos días antes del partido, y pudo realizar una sesión de entrenamiento en el Villamarín, la cual no se completó con normalidad debido a las fuertes lluvias. En declaraciones previas al encuentro, el seleccionador maltés, Victor Scerri, confesó que saldrían a defender y evitar la goleada española para así gozar de un "final digno".
Por su parte, John Bonello, portero titular del equipo y uno de los pocos jugadores del país que contaba con experiencia internacional -jugó un año en un modesto equipo alemán, el SC Herford-, declaró que "no volvería a mi país si me marcasen once goles".
Lo cierto es que España venía de una desastrosa actuación en el Mundial de 1982, celebrado en el propio país. Tan solo sumaba un título, la Eurocopa de 1964, y no había ganado por goleada un partido de 1970, cuando venció por 7-1 a Chipre. Por si fuera poco, el partido de ida ante los malteses, disputado en La Valeta, se saldó con un ajustado 2-3.
El partido
Miguel Muñoz alineó a Buyo, Goikoetxea, Camacho -quien portó el brazalete de capitán-, Maceda, Señor, Gordillo, Víctor Muñoz, Sarabia, Carrasco, Santillana y Poli Rincón. Las intensas lluvias de los días anteriores provocaron una baja entrada, de apenas 30.000 localidades -algo más de la mitad del aforo total-.
España salió desde el minuto 1 a buscar el gol, pero los obstáculos comenzaron a aparecer. Señor falló un penalti, y pese a que Santillana marcó el 1-0 en el 15', los malteses lograron empatar en el minuto 24. El primer tiro a puerta del conjunto visitante, obra de Silvio Demanuele, rebotó en Maceda y se introdujo en la portería defendida por Buyo.
Malta comenzó a cerrarse atrás, aunque con claros fallos defensivos. El propio Santillana firmó un hat-trick volviendo a anotar en el 26' y el 29'. Pese a ello, el partido se marchó al descanso con 3-1 en el marcador. España necesitaba nueve goles más.
Fue en la segunda parte cuando los jugadores dirigidos por Miguel Muñoz desplegaron un vendaval ofensivo que culminó una gesta impensable. Poli Rincón marcó en el 47' y el 57'. Maceda, en el 62' y el 63'. De nuevo Rincón, quien firmó su hat-trick en el 64'. Santillana no quería quedarse atrás y marcó su cuarto gol en el 76'. Rincón no se 'amilanó' e igualó el registro de su compañero en el 78'. Finalmente, Sarabia anotó en el 80' el 11-1.
España necesitaba un gol y tenía diez minutos por delante. La afición fue llenando el estadio a lo largo de esta segunda parte, pero la obra se culminó de forma agónica. Malta no hacía más que perder tiempo tirando el balón fuera deliberadamente, mientras que España falló hasta cuatro ocasiones de manera consecutiva.
Finalmente, en el minuto 84, Juan Señor marcó, mediante un rechace desde fuera del área, el 12-1. La euforia invadió a todo el país. El narrador de Televisión Española, José Ángel de la Casa, conocido por su estilo sobrio, no pudo evitar exclamar con un grito: "¡Gol de Señor!". Unas palabras que quedaron registradas en la memoria colectiva del país.
España continuó atacando, e incluso vio como a Gordillo se le anulaba el que hubiera sido el 13-1 por fuera de juego. Fue en ese momento cuando alrededor de treinta personas saltaron al terreno de juego, siendo desalojadas por la policía y los propios futbolistas españoles.
Pero eso no impidió que, en cuanto el colegiado -el turco Erkan Göksel- pitara el minuto final, se produjera otra invasión de campo. La fiesta se alargó hasta altas horas de la madrugada, y Televisión Española suspendió su programación habitual para narrar lo que acaba de suceder. Era historia de España y del deporte.
Las consecuencias
España logró, de esta forma, clasificarse para la Eurocopa de 1984, donde llegó hasta la final, ante la selección anfitriona, Francia. Los jugadores fueron paseados a hombros y felicitados por Javier Solana, por aquel entonces ministro de Cultura.
Los Países Bajos se tomaron la 'derrota' -perdieron el primer puesto- con deportividad, reconociendo el resultado como justo y afirmando, por medio de sus seleccionador, Kees Rijvers -quien no quiso ver el partido-, que "los milagros también existen en el fútbol".
Por su parte, Malta se sintió humillada. El presidente de la Asociación de Fútbol de Malta se marchó del estadio con el 10-1, el seleccionador fue despedido y la propia Asociación denunció ante la UEFA un supuesto mal comportamiento por parte de la afición española.
Se abrió una investigación para esclarecer los motivos de la derrota, sospechando de implicación por parte de los jugadores malteses. Se llegó a la conclusión de que el principal problema de Malta era su bajo nivel. Fue a partir de esta histórica derrota que se impulsó el fútbol a nivel profesional en el país.
En 2006, John Bonello, objeto de muchas críticas por los 12 goles encajados, participó en un anunció de la cerveza Amstel definiéndose como "el amigo perfecto", lo que le valió para ser aún más vilipendiado por sus compatriotas.
No exento de polémica
Cuando todo parecía cerrado, en marzo de 2018 se reabrieron viejas heridas. En un reportaje emitido por Fiebre Maldini, algunos jugadores de aquella selección de Malta acusaron a los españoles de haberles drogados: "Recuerdo que entró al vestuario un hombre pequeño vestido de blanco con una bandeja grande con limones cortados. Me sentía borracho, como su hubiese estado toda la noche de fiesta".
Por si fuera poco, también denunciaron el uso de esteroides por parte de los futbolistas españoles: "Mi hermano es culturista y por eso sé lo que pasa cuando tomas esteroides. La energía que tenían los españoles era algo fuera de lo normal. Noté durante el partido que les salía ácido líquido de la boca. Ese es uno de los efectos de tomar esteroides. Algunos jugadores tenían espuma blanca en la boca".
Camacho no se mordió la lengua y respondió a tales ataques: "Están compinchados entre ellos para decir esto. Que entre un señor bajo, vestido de blanco y ofreciendo limones... Coño, pues no los cojáis. ¿Todos tomaron limones? Me parece una locura. Están demostrando que tienen muy poca categoría deportiva. Hemos pasado toda clase de controles y nunca hemos tenido nada. Eso de la espuma en la boca me parece una exageración. Yo ni sé lo que son esteroides. Cuando se llega a cierta a edad se chochea y creo que es lo que están haciendo".
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