Ben O'Connor es el líder de La Vuelta con casi 5 minutos de adelanto con respecto a su más inmediato perseguidor, Primoz Roglic. Cualquier podría pensar que con una diferencia así la competición ya está vista para sentencia, pero lo cierto es que queda mucho y después de lo visto en la séptima etapa queda claro que el resto de sus rivales no se van a dar por vencidos así como así.
La carrera llega a su octava jornada, un día de media montaña que no está llamado a hacer grandes diferencias entre los favoritos sobre el papel, pero que cuenta con uno de esos finales 'made in La Vuelta' que tanto distinguen a la ronda española en los últimos años.
Se trata de un final en alto, el tercero ya de esta edición, en un puerto de tercera categoría como es la Sierra de Cazorla. Es una ascensión corta, de menos de 5 kilómetros y a una media del 7,1%. Son datos que no asustan a simple vista, pero que tienen trampa si se miran en profundidad.
El primer kilómetro de esta ascensión es casi criminal. Una media superior al 17% va a hacer que los ciclistas se retuerzan sobre la bicicleta, aunque la medida del sufrimiento vendrá marcada también por la dureza que haya tenido el día previamente. Las rampas en este inicio llegan hasta el 20%, una pendiente más que suficiente como para que más de uno pague los esfuerzos.
El segundo kilómetro de la subida ofrece una gran tregua para recuperar, pero el tercero vuelve a ponerse complicado con una media por encima del 10%. El último esfuerzo llegará en el tramo final, con 800 metros finales por encima del 13%, la última oportunidad para hacer diferencias.
A por el líder
Tras lo visto en la séptima etapa camino de Córdoba, donde había una única dificultad montañosa para tratar de hacer daño al líder, queda claro que los rivales de Ben O'Connor van a tratar de complicarle la vida en lo que queda de Vuelta para evitar que se lleve el triunfo plácidamente.
Primoz Roglic se mostró muy ambicioso al poner a trabajar a su equipo y atacar él mismo en primera persona, aunque no pudo sacar más rédito que el de la bonificación en la cima del puerto. Sin embargo, fue una declaración de intenciones.
El puerto final de esta octava etapa, con rampas tan duras, no parece demasiado propicio para las características de Ben O'Connor. Al australiano se le atragantan estos finales más explosivos, si bien es cierto que vestir de rojo siempre da un plus y ayuda a sacar fuerzas de flaqueza.
La longitud de la subida a la Sierra de Cazorla, pese a todo, no parece suficiente como para recortarle demasiado tiempo al líder, pero sus adversarios saben que tienen que aprovechar cada día para ir mordisqueando segundos a esa amplia renta de la que goza.