Había cierta expectación por ver la séptima etapa del Giro de Italia. Al fin, después de unos días en los que lo poco que los espectadores se habían podido llevar a la boca han sido las caídas de Remco Evenepoel, llegaba la alta montaña con el final en el Gran Sasso d'Italia, el Campo Imperatore.
La jornada se las traía. A la lluvia inicial hubo que añadirle los 218 kilómetros de recorrido y sobre todo los casi últimos 50 kilómetros del trazado que constantemente picaban hacia arriba con la subida de los dos últimos puertos encadenados. No obstante, todavía queda muchísimo Giro por delante, apenas estamos en la primera semana, y seguramente por eso se vio una actitud tan pasota en el pelotón.
El grupo dejó ir a la fuga, que llegó a tener hasta 13 minutos de ventaja, formada por tres corredores que no revestían ningún peligro para la clasificación general. Davide Bais, Karel Vacek y Simone Petilli pusieron tierra de por medio con el beneplácito del pelotón y se plantaron en la cima con la ventaja suficiente como para jugarse la victoria al sprint.
Fue un día decepcionante, de eso no hay duda. Los grandes favoritos decidieron simplemente salvar la jornada y dejar hacer para tachar un día más del calendario. Nadie mostró sus armas, ninguno dejó ver ni fuerzas ni flaquezas, y todos llegaron en compañía dentro del mismo grupo a la línea de meta sin que hubiera ni un solo segundo de diferencia.
Sin batalla
En el Giro de Italia abundan más que en ninguna otra gran vuelta las etapas por encima de los 200 kilómetros. Es lo que muchos amantes del ciclismo todavía siguen reclamando, pero viendo lo que sucedió esta jornada queda cada vez más claro que la carrera la hacen los propios corredores más que los recorridos. Las más de seis horas que los ciclistas estuvieron encima de la bicicleta sirvieron para aumentar el desgaste de cara a los días finales, aunque el ritmo no fue demasiado exigente.
Bais, del Eolo-Kometa, Petilli, del Intermarché, y Vacek, del Corratec, se marcharon por delante a las primeras de cambio. El pelotón les dio la bendición, no se inmutó lo más mínimo y muchos equipos que todavía no se han dejado ver en este Giro perdieron la oportunidad de pasarse el día entero en la fuga. Fue un grave error de quienes fueron más pasivos, porque aquella escapada iba a triunfar.
El gran grupo les dio carrete y su diferencia se disparó hasta los 13 minutos en busca de la línea de meta. El terreno empezó a empinarse y la renta menguó, pero la victoria estaba por delante en esta ocasión. Ya en la ascensión final Vacek mostró alguna debilidad y el favoritismo caída realmente sobre Petilli, pero el del Intermarché no tenía las mejores piernas.
Bais arrancó y nadie pudo seguir al del equipo de Alberto Contador. Ganó fácil dentro de la agonía de una llegada tan ajustada y justificó la temporada para un equipo de categoría Continental. Por detrás hubo pacto de tregua. Nadie se movió, nadie salvo Movistar en un pequeño espejismo subió el ritmo. Todos llegaron al unísono y dejaron la batalla para más adelante.