Le llaman 'El extraterrestre' y no es un apodo al azar. En cada carrera en la que está ofrece un espectáculo sin parangón, cada competición la destroza con su poderío físico casi inaguantable, y es que este joven esloveno que hace ya tres años sorprendió al ganar su primer Tour de Francia sigue logrando hitos inexplicables.
La mezcla era perfecta. Pogacar, Van der Poel, Van Aert, Bélgica y el Tour de Flandes. Se respiraba ciclismo por los cuatro costados desde antes de que arrancara la carrera y efectivamente no defraudó en absoluto. A más de 50 kilómetros para la meta se desataron los fuegos artificiales precisamente por la ambición del esloveno, que quiso poner a prueba al resto.
Enseguida se vio que quien más justo iba de fuerzas era Wout van Aert. Una lástima que un ciclista de la calidad del belga tenga un palmarés de Monumentos tan reducido. Pese a todo peleó, pero el último arreón de Tadej en el Kwaremont destrozó a todo el que osaba a desafiarle. Se marchó en solitario a 17 de meta, superó a Pedersen que todavía iba en cabeza y ya nadie pudo seguirle.
Ni siquiera Mathieu van der Poel, que defendía el título después de la agónica victoria del año pasado, pudo aguantar el cambio de ritmo. Pogacar se gustó, se exhibió y volvió a levantar todos los debates que le comparan con gente del calibre de Eddy Merckx. Levantó los brazos en De Ronde, su tercer Monumento diferente con tan sólo 24 años. Otros se pasan una vida completa para ganar uno solo, pero nadie se atreve a ponerle límites a este prodigio.
Un día memorable
En 273 kilómetros pueden suceder infinidad de cosas. Una carrera de fondo da para mucho, y en el inicio costó mucho hacer la fuga. Hubo caídas, cortes y hasta amagos de abanicos, y los grandes favoritos de hecho se vieron involucrados en alguno de estos factores sorpresa.
Especialmente llamativo fue el accidente provocado por uno de los corredores del Bahrein. Salió a la cuneta para tratar de ganar posiciones, se encontró con un fragmento de césped con agua que le desequilibró y salió despedido contra el resto del pelotón. El resultado, una caída masiva y gente como Tim Wellens o Peter Sagan fuera de la carrera. Una imprudencia bestial.
Al fin se formó la fuga, y gente con calidad como Pedersen, Asgreen, Küng o Wright se marcharon por delante. También estaba Jorgenson, de Movistar, para ratificar que la temporada del equipo español está siendo impresionante cuando hace un año ni se les veía el pelo en este tipo de pruebas.
Restaban algo más de 50 kilómetros para la meta, pero entonces Pogacar decidió endurecer la carrera definitivamente. Destapó el tarro y todo saltó por los aires. Allá fueron los de siempre, los tres elegidos, Pogacar, Van der Poel y Van Aert, a por la victoria. El espectáculo estaba servido y quedaba por ver quién era el más fuerte teniendo en cuenta que la mejor estrategia de equipo la había hecho el UAE Team.
El paso por los muros fue haciendo mella y Van Aert se descologó. Van Hooydonck se descolgó de la cabeza para echarle un cable, pero ya estaba descartado. Más aún cuando en el paso por el Kwaremont de nuevo Pogacar cambió el ritmo. No tuvo miramientos y dejó atrás a un Van der Poel que no pudo seguirle pese a sus esfuerzos.
Quedaban más de 17 kilómetros para el final pero el esloveno se marchó en solitario. No volvieron a verle hasta que llegó a la meta. Abrió hueco, dio una verdadera exhibición y pudo saborear a lo grande la victoria. Es su tercer Monumento diferente, el cuarto en su palmarés, y queda la duda de si algún día podrá completar la colección con Roubaix y Sanremo. Desde luego que no es descabellado porque este chico no tiene límites.