El año pasado la Clásica Jaén Paraíso Interior ya había llamado la atención en el mundo. Una carrera novedosa, en España, en pleno mes de febrero que transcurría por diferentes tramos de tierra. Una especie de Strade Bianche, pero entre millones de olivos por la provincia de Jaén.
El balance fue realmente bueno. La carrera dio espectáculo, hubo equipos World Tour y las imágenes que se vieron por televisión fueron espectaculares. Alexey Lutsenko fue el ganador, un ciclista importante, sin duda, pero la prueba quería ir todavía un poco más allá. Por eso Pascual Momparler, el organizador, apostó por echar el resto e intentar que Tadej Pogaçar, el mejor ciclista del momento, estuviera en la salida.
El esloveno debutó en Jaén y partía como el gran favorito, no solo por su incontestable autoridad, sino porque parecía que el resto de sus rivales estaban un par de peldaños por debajo. De hecho, si alguien podía plantarle cara seguramente estaba en su equipo con gente como Tim Wellens, Covi o Hirschi. Era el debut en la temporada del pupilo de Matxín, pero él no entiende de probaturas ni pretemporadas y cumplió con los pronósticos porque se proclamó campeón de esta segunda edición de forma autoritaria.
No encontró rival, no le pudo la presión y en el momento en el que él quiso rompió la carrera y se marchó en solitario. Fue una auténtica exhibición, un despliegue brutal de sus cualidades, y eso que la temporada no ha hecho más que empezar.
Olivos y tierra
Pasadas las 12:30 horas se dio la salida neutralizada desde la localidad de Úbeda. En esta ocasión, el recorrido era inverso al del año pasado, porque la llegada estaba en Baeza. Allá fueron 112 valientes, dispuestos a cubrir los 7 tramos de sterrato en los que finalmente quedó la carrera después de eliminar el primer sector a última hora, aunque solo terminaron 65 de ellos.
El primer intento de huida llegó a cargo de hombres como Ardila, Samitier o Azparren, que comenzaron a coger ventaja sobre el pelotón. La carrera transcurrió con normalidad hasta que la tierra hizo acto de presencia. Cuando el sterrato entró en juego, pronto comenzó a partirse el pelotón. No solo eso, sino que el grupo cabecero también perdió efectivos hasta dejarlo solo en Azparren y Samitier.
El de Movistar aguantó en cabeza mientras que por detrás todo seguía saltando por los aires. Llegó entonces el momento en el que UAE demostró a qué había ido a Jaén y empezó a tensar la cuerda. La cosa debía ir bastante tranquila para Pogaçar, porque cuando todavía restaban más de 40 kilómetros para la meta decidió dinamitar la carrera.
Como hizo el año pasado en la Strade Bianche, tiró de potencia desde muy lejos y dejó descolocados a todos sus rivales. Nadie pudo aguantarle el ritmo, así que se lanzó a por Samitier decididamente sin que ningún rival pudiera remediarlo. La escabechina se llevó también por delante al corredor español, que aunque aguantó unos kilómetros con el del Emirates Team, como era lógico terminó cediendo.
Era el guión esperado y el mejor escenario previsto por la organización y por el público. Pogaçar, el gran atractivo de la prueba, exhibiéndose desde lejos en solitario. Y eso que era la primera vez que competía en 2023. No hubo más carrera, tuvo que cambiar de bici pero daba exactamente igual. El resto fueron kilómetros de poderío del esloveno, que cabalgó sobre el asfalto y que voló sobre la tierra.
Las calles de Baeza le vieron entrar en solitario, celebrando incluso su triunfo por la radio antes de tiempo. Alzó los brazos rodeado de los monumentos de esta localidad Patrimonio de la Humanidad mientras que por detrás sus compañeros trataban de completar la exhibición. Turner, de Ineos, le robó el segundo puesto a Wellens, aunque Marc Hirschi se impuso en el sprint del grupo. Tres corredores entre los cuatro primeros clasificados. Una demostración gigantesca de fuerza en una prueba que va cada vez a más y que sacó un sobresaliente en la organización.