Remco Evenepoel lo ha vuelto a hacer. El niño maravilla del ciclismo ha sellado la victoria más importante de su corta carrera y ya puede presumir de tener su primer Monumento. El corredor del Quick Step se ha llevado el triunfo en la Lieja-Bastoña-Lieja, la última gran Clásica de la temporada, después de una exhibición antológica.
El belga, con un ataque imparable a 28 kilómetros de meta, destrozó el grupo de favoritos y cazó al fugado Bruno Armirail para terminar marchándose en solitario. De esta forma, no solo le da a su equipo el éxito más importante del curso, si no que cierra un círculo de dudas y preocupaciones alrededor de su nivel tras la grave caída que sufrió en el Giro de Lombardia de 2020.
Día de gloria en la 'Decana' para el equipo de Patrick Lefevere que había naufragado en todas las grandes Clásicas hasta la fecha. Además, la prueba estuvo marcada por una caída masiva a falta de 60 kilómetros para meta que dejó fuera de combate a muchos favoritos, entre ellos Julian Alaphilippe. Alejandro Valverde consiguió llegar en el grupo de los más fuertas tras Evenepoel, pero no pudo pelear por el podio. Quinten Hermans fue segundo y Wout Van Aert, tercero.
No ha decepcionado el cuarto Monumento de la temporada. La Lieja-Bastoña-Lieja se presentaba como con la expectativa de ver quién se llevaría el gato al agua en una prueba que contaba con un cartel de favoritos inmenso. Era la última gran Clásica del calendario, una fase del año que deja siempre emoción y espectáculo, pero que pasa y avanza demasiado rápido. Eso sí, se ha marchado con la gesta de un corredor que estaba llamado a hacer grandes cosas y al que una caída le arruinó parte de su progresión.
La prueba comenzó sin respiro. Se produjeron varios ataques en los primeros kilómetros y el primero que consiguió abrir un hueco con el pelotón fue Sylvain Moniquet. Hasta él irían llegando varios corredores más para formar la gran fuga del día con nombres como Armirail, Vanhoucke, Madsen, Planckaert, Doubey, Ourselin, Molly, Tizza, Wirtgen y el español Miquel Delgado. Sin embargo, al no haber corredores de demasiada entidad, los equipos de los favoritos permitieron la aventura sin mayores preocupaciones. Las diferencias crecieron hasta los cinco minutos.
Las malas noticias en los primeros compases las pusieron dos corredores españoles. Omar Fraile y Carlos Rodríguez, ambos de INEOS Grenadiers, tuvieron que echar pie a tierra y abandonar la prueba. La carrera transcurría con tranquilidad mientras Quick Step y Bahrain-Victorious tiraban del pelotón. No fue hasta dentro de los últimos 90 kilómetros cuando las diferencias se empezaron a reducir de manera considerable.
El momento de la verdad
La peor noticia del día llegó con esa caída masiva a falta de 60 kilómetros. El accidente rompió la carrera porque obligó a parar el ritmo y a que muchos de los favoritos quedasen fuera de juego. Nombres como Alaphilippe, Pidcock, Rigoberto Urán, Mollema o Bardet tuvieron que abandonar o se quedaron muy rezagados. Enric Mas también se fue al suelo, pero consiguió reintegrarse con el grupo importante.
Una vez se había recuperado la calma, Bahrain desató la tempestad. El primero en moverse fue Mikel Landa. El de Murguia exhibió unas piernas portentosas y lo probó de lejos varias veces para torturar al pelotón en favor de su compañero Dylan Teuns, reciente ganador de la Flecha Valona por delante de Alejandro Valverde. Mikel lo probó a falta de 43 para meta y se llevó consigo a Sepp Kuss y Carlos Verona. Mientras tanto, Movistar intentaba cerrar el hueco.
Al ataque del corredor alavés respondió el de su compañero Damiano Caruso en lo que estaba siendo una guerra sin cuartel. Eso obligó a que corredores importantes como Remco Evenepoel, Geraint Thomas o Marc Soler tuvieran que tomar la responsabilidad. Se acercaba el momento de la verdad. Con estos arreones, la fuga había caído casi por completo perdiendo su ventaja. Solo quedaba Bruno Armirail por delante con menos de minuto y medio de renta.
El show de Remco
Y a 28 kilómetros para la línea de meta, en la zona más dura de la Cote de la Redoute, llegó el estacazao definitivo de Evenepoel. El corredor belga se agarró con fuerza a su manillar y soltó un demarraje de los que hacen época. Mirando su potenciómetro y viendo los watios subir y subir, observaba como sus rivales se iban cayendo de maduros sin poder aguantar el órdago del prodigio del Quick Step. Powless intentó cogerse a su rueda, pero terminó cediendo al igual que Cosnefroy.
Por detrás, Wout Poels, Mikel Landa, Enric Mas y Wout Van Aert intentaban cerrar el hueco para que no se les fuera el caballo. Pero era demasiado tarde. Rápidamente abrió un hueco cercano a los 20 segundos que terminó siendo definitivo. Unos 8 kilómetros después de su ataque se había comido el minuto de ventaja que tenía el fugado Armirail y a falta de 14 para meta, cambió el ritmo para marcharse en solitario a por la victoria. Un golpe de genio al más puro estilo Remco, ese con el que deslumbró al pelotón cuando todavía tenía 19 años en la Clásica de San Sebastián.
Una vez abierto el hueco por encima de los 35 segundos, supo gestionar su ventaja para llegar a meta con tranquilidad. Por detrás, en la recta final, Woods intentó mover el avispero y se encontró con la respuesta de Vlasov, que abrió un pequeño hueco con el resto de gallos. Sin embargo, el de BORA no duró mucho por delante ya que llegó un grupito con Teuns, su compañero Higuita y Daniel Felipe Martínez que amenazaba con irse en busca del podio. Por detrás, Enric Mas tiraba de un grupo en el que iba Valverde y del que se soltaba Van Aert.
Sin embargo, con la victoria ya imposible, esa guerra de guerrillas no llegó a buen puerto y terminaron llegando unidos a la recta de meta, esa por la que Evenepoel había pasado unos segundos antes celebrando emocionado su victoria. Al final, Quinten Hermans ganó el sprint por delante de Van Aert y Daniel Felipe Martínez. Día soñado por Evenepoel y buen nivel español con Enric Mas y Mikel Landa combativos y colaborativos.
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