El Tour de Francia es uno de los eventos más importantes del año. Dicen que, junto a la final de un Mundial de fútbol, unas finales de la NBA o momentos importantes de unos Juegos Olímpicos, es el espectáculo más seguido, que más atención recibe y que más contenido genera. Eso, incluso en un tiempo donde el ciclismo no goza de su mejor salud y cuya afición permanece algo aletargada.
Y sin algún año le falta emoción a la carretera, siempre pueden aparecer condicionantes como las caídas para atraer a aquellos que ni siquiera saben que había empezado. Es un hecho demostrable, pero la humanidad sabe que el Tour este año ha arrancado hace unos días porque las caídas marcaron sus primeras etapas. En especial la primera, provocada por una aficionada.
Después, muchos de esos interesados ya no saben si Roglic acababa de desfallecer siendo la sorpresa del Tour de Francia, si a Pogacar ponía contra las cuerdas a dos bestias como Van Aert y Van der Poel, o si españoles y ecuatorianos mantienen las esperanzas de Enric Mas y Richard Carapaz.
Marcha atrás del Tour
Lo que sí se sabe es que aquella primera caída de la primera etapa, terrible y espeluznante, que se llevó por delante a decenas y decenas de ciclistas hasta provocar un corte inmenso en el pelotón, estuvo provocada por una aficionada con una conducta negligente y poco inteligente. Esta inconsciente quiso salir en cámara con un cartel para tener su momento de gloria sin darse cuenta que se había metido en la carretera y en la trayectoria que llevaba Tony Martin, corredor del Jumbo-Visma, quien enganchó su manillar con el cartel golpeando también contra la chica. Acto seguido se fue al suelo y con él más de 50 ciclistas. Todo esto a bastante velocidad.
La carrera quedaba rota a las primeras de cambios con muchos corredores doloridos y dañados, tirados en el suelo, con las bicis rotas y con sus aspiraciones en la carrera destrozadas. Algunos de ellos tuvieron incluso que abandonar tras este terrible incidente que todavía sigue coleando cuando ya ha pasado más de una semana desde el inicio de la carrera. Y es que el asunto se las trae.
El cabreo de los equipos implicados en la caída, casi todos, con esta aficionada era inabordable. Por ello, el Tour de Francia tiró de gallardía para tomar una decisión potente. Christian Prudhomme a la cabeza, director de la ronda gala, iniciaron un proceso de denuncia contra esta mujer con el objetivo de dar con ella. Las autoridades dieron orden de busca y captura para ponerle una sanción ejemplar que sirviera de aviso para futuras etapas y para futuras carreras. La prueba de ciclismo más importante y seguida del mundo tenía la oportunidad de demostrar que estas fechorías no quedan impunes y se pagan caro.
Sin embargo, en un movimiento que casi nadie entiende todavía, el Tour decidió dar marcha atrás en su decisión y terminó retirando la denuncia, algo que ha enfadado y mucho a los ciclistas, especialmente a los involucrados en el accidente y que se plantean denunciar ellos mismos junto a sus equipos tras ver arruinados muchos meses de trabajo, esfuerzo y recursos.
Comienza el caos
A pesar de que el Tour de Francia decidió retractarse en una decisión que algunos han interpretado como una 'bajada de pantalones' para no generar más controversia con el propósito de que se quite el foco mediático del Tour en relación con este suceso, el proceso legal sigue su curso. La aficionada ha estado a disposición de la Gendarmería de Finisterre en Landerneau en los últimos días.
Desde el pasado miércoles, cuando fue encontrada y detenida, se ha estado estudiando un proceso que, a pesar de que el Tour retiró se denuncia, todavía le puede salir bastante caro. Sigue a la espera de que se pueda aclarar su situación y de que salga la condena final, pero se enfrenta a una multa que incluso podría llegar hasta los 15.000 euros y a una pena de prisión que podría ascender hasta los 12 meses.
Esta posibilidad ha provocado que incluso la aficionada se haya pronunciado después de su terrible acto, ya que está recibiendo sobre su figura todo el peso mediático que han desencadenado sus actos. La causante de la caída más importante en lo que va de Tour de Francia ha asegurado tener miedo por lo que le pueda pasar ahora, sentirse angustiada y ha reconocido que hizo el ridículo, y que ahora está pagando las consecuencias de un bochorno tremendo. Todo ello comunicado en unas breves declaraciones a La Gazzetta dello Sport.
Todo parece indicar que se trata de una maniobra más para intentar encontrar más compasión como la ya mostrada por un Tour de Francia que reculó para enfado de los ciclistas. Por ello, algunos como Marc Soler, que tuvo que abandonar la carrera con tres fracturas en los brazos, o Sutterlin, que también tuvo que decir adiós, siguen pensando en denunciar a esta aficionada que ha condenado sus temporadas. El cabreo del ciclista español es increíble y por ello no descarta seguir adelante con el proceso.
Corredores y jueces
Si algunos corredores como Soler o Sutterlin, o incluso sus equipos, deciden denunciar y apretar las tuercas del caso, no se descarta que las penas que le podrían caer a esta a aficionada fueran todavía mayores. De hecho, permitiría evaluar la situación en su justa medida, ya que los costes de esa caída son enormes y se están pasando muy alegremente por alto.
No se trata solo de una simple caída que además ha dejado lesiones graves, sino que ha tirado por la borda muchos meses de trabajo y de preparación y que ha trastocado, y arruinado en cierta medida, los planes de varios equipos. Movistar perderá a uno de sus mejores ciclistas para trabajar en la montaña en favor de su líder quien sueña con el podio del Tour, o Jumbo-Visma ha visto como su mejor corredor en el llano y en el control del pelotón se ha visto mermado por este accidente.
Hechos que cambian de forma importante el panorama de las próximas semanas en la carrera. Hechos que pueden variar resultados que se traducen en dinero, en mucho dinero. Por no hablar de los meses de entrenamiento, preparación, cuidado de la alimentación y el descanso que una caída provocada en la primera etapa puede echar por tierra.
Es por ello que en el pelotón las penas de las que se hablan parecen irrisorias, así como la actitud adoptada por el Tour de Francia a estas alturas de la película. Los ciclistas y los equipos que todavía barajan la posibilidad de denunciar podrían actuar también como jueces del caso, una posición en la que no querían verse tampoco, ya que corren el riesgo de recibir la ira de todo lo que rodea al Tour de Francia. Ellos, principales damnificados, como señalados de alargar un conflicto y de hacer más sangre a una persona arrepentida. Pero no les queda otra si quieren defender sus intereses, algo que nadie ha hecho por ellos.
¿Quién les defiende?
El mayor dolor que tiene el pelotón ahora mismo, y en especial los ciclistas implicados, en especial los corredores implicados en la caída, es que no solo se sienten indefensos a los percances en la carretera, sino también fuera de ella. El Tour de Francia ha tenido la oportunidad de dar la cara por ellos y ha tardado muy poquito en quitarse del centro de la polémica dejándoles solos ante este drama.
Sin embargo, no ha sido el único que ha copado las primeras jornadas del Tour de Francia, ya que la tercera etapa estuvo marcada también por un recorrido peligroso, ratonero y sinuoso que dejó varias caídas graves con muchos abandonos, cortes y pérdidas de tiempo de hombres importantes. Todo tras lo vivido en la primera jornada, lo que llevó a los corredores a hacer un plantón en la cuarta etapa como señal de protesta.
Estas medidas de rebeldía de gran parte de los ciclistas son cada vez más habituales, algo que antes parecía impensable, pero el pelotón lleva mucho tiempo quejándose de la pasividad y la inactividad de las organizaciones y de la UCI y el sindicato de ciclistas, quienes solo miran por su bolsillo y no por los verdaderos protagonistas. Este Tour ha vuelto a abrir una brecha insalvable con ellos.
La versión que sale y que se puede recoger desde el gran grupo es que tanto la UCI como la ACP, la Asociación de Ciclistas Profesionales que preside Gianni Bugno, se han vuelto a lavar las manos y no les han protegido como deben, poniendo mucha menos intención y acción en estos casos respecto a otros como la prohibición de la posición 'bicho-bola' sobre la bicicleta, la polémica de los bidones o aquella famosa regla de la altura de los calcetines. De esta forma, las protestas podrían ir a más derivando en un caos que todo hace indicar que se producirá tarde o temprano. Un cataclismo que cambie toda esta parte del ciclismo que está convertida en un caos y que no tiene a los corredores como el objetivo de defensa principal.
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