Lejos de encontrar una regularidad en Euroliga, el Real Madrid parece haber encauzado su camino en Liga Endesa. Los de Chus Mateo suman y siguen en el campeonato doméstico y ya son cinco victorias consecutivas en liga. La última, una actuación sobresaliente que les sirvió para superar sin apuros al Hiopos Lleida (85-78). [Así hemos vivido la victoria del Real Madrid].
Fue un triunfo con apuros fruto de las dos caras que ofreció el equipo blanco en el WiZink. Una primera mitad arrolladora que pareció dejar todo visto para sentencia y un desempeño tras el paso por los vestuarios indigno de un equipo de su nivel. Acabaron ganando, pero se rozó la tragedia.
El Hiopos Lleida no se encontró nada cómodo especialmente en la primera parte. Salió con poca intensidad y apenas hizo cosquillas a un equipo blanco que jugaba a placer. Sin embargo, su reacción tras el paso de los vestuarios con un tercer cuarto sublime le metió de lleno en la batalla por el triunfo.
El Real Madrid vio las orejas al lobo después de un tercer parcial para olvidar, pero mejoró en defensa en el último cuarto y aumentó su productividad en ataque para precintar de forma definitiva el título. Cerró el choque desde la línea de tiros libres y logró un triunfo que les sirve para coger aire.
Inicio arrollador
Afrontaba el duelo el anfitrión ya desprovisto de su capa de invicto como local tras desnudarle el Anadolu Efes el pasado jueves en la Euroliga, en un día en el que el conjunto de blanco firmó un horrible primer cuarto para marcharse del mismo con solo seis puntos y un 0 de 10 en triples.
Los lanzamientos de tres que no entraron en aquel choque, lo hicieron en este. Ayudó a ello la sorprendente inclusión en el quinteto inicial del canadiense Xavier Rathan-Mayes. De profesión tirador, anotó dos lanzamientos lejanos a los que se sumó otro más de Facundo Campazzo para empezar a establecer diferencias.
Y a los dos les relevó el pívot Serge Ibaka, muy cómodo en la pintura. Grácil ante una defensa a la que le costaba frenarle, a los diez minutos ya acumulaba 11 puntos, los mismos que sumaban entre Kenny Hasbrouck y Oriol Paulí, alfa y omega del ataque del cuadro ilerdense.
De esta manera todo parecía estar ya decidido al descanso, al que el Real Madrid se fue con una diferencia favorable de puntos mayor que el total de los que había anotado su oponente en la primera parte. Eso le permitió al técnico además dar minutos de rodaje a jugadores que los agradecen como los jóvenes Hugo González y Sidi Gueye; y el dominicano Andrés Feliz, recién salido de una lesión
Sufrimiento máximo
En base a los precedentes, lo que sucedió tras el paso por vestuarios no lo vio venir nadie. Como si de repente hubiera solucionado la ecuación del triple, salió desatado el Hiopos Lleida y clavó cuatro seguidos, tres de ellos de un Hasbrouck que acumulaba puntos pero también personales, hasta cuatro que le 'obligaron' a sentarse cuando más encendido estaba.
Sin embargo, sus compañeros, alumnos aventajados, le siguieron el juego. Tras un receso en el que el Real Madrid volvió a asentarse al digerir la píldora granate, recibió una dosis aún más fuerte en forma de un heoroico parcial ilerdense de 2-19 que llegó a reducir la ventaja a solo cinco puntos y dejó abierto a la media hora aquello que hacía un rato se daba por cerrado (66-59, m.30).
El paso por los banquillos ayudó a templar a los locales, que taponaron la herida, sobre todo gracias a los cinco puntos que aportó Sergio Llull, y lograron encarar los cinco minutos decisivos con diez puntos de más, un colchón de grosor indeterminado a juzgar por cómo se desarollaba la mañana.
A la postre fue suficiente ante un Lleida desfondado, que se había dejando el alma y las fuerzas en busca de la remontada y que, aún así, pudo remar hasta ponerse solo tres abajo a falta de 14 segundos. Sin brillo, y de nuevo con un infarto que esta vez no fue mortal, el Real Madrid suma, pese a su enésimo exceso de confinza, otra victoria que no acalla las dudas.