José Manuel Calderón, un hombre nacido hace casi 42 años en Villanueva de la Serena (Badajoz), es la persona española, junto a los Gasol, que puede responder a todas esas preguntas que se le puedan venir a la cabeza a un fan de la NBA de nuestro país. En la liga de las luces, del showtime, él rozó los tres lustros de carrera y, sobre todo, dejó huella allí.
En 2019 se retiró para pasar tiempo con la familia, dice. Se quedó sin jugar el All-Star y sin ganar el anillo que durante tantos años persiguió. No le recome la cabeza. Es verdad que es más fácil si tienes un récord histórico de la NBA que difícilmente alguien vaya a batir: mayor acierto en una temporada desde la línea de personal con 98,1% (151 de 154 tiros libres).
Pero Calderón no puede parar quieto ni alejarse del baloncesto. Ahora lo suyo está en los despachos: primero trabajó en la Asociación de Jugadores de la NBA y desde hace año y medio en los Cleveland Cavaliers. Tampoco se despega de las canchas, con iniciativas como el Campus que ha hecho en Madrid con Drafteados. Allí, entre balones que retumban y zapatillas que rechinan, la esencia del basket, atiende a EL ESPAÑOL.
P.- A alguien que ha viajado por toda Norteamérica durante 14 años, jugado 895 partidos en la NBA, a una media de uno cada 5,7 días, ¿le cuesta 'desintoxicarse' de esa rutina cuando se retira?
R.- La verdad que la estadística me parece increíble -risas-. Nunca lo había pensado así, porque la verdad que fue una locura durante esos años de NBA. Creo que sí que lo necesitas un poco. Para mí era importante y fue una de las decisiones que me llevó a retirarme el hecho de "necesito más tiempo con mi familia".
Sí que necesitas esa desconexión, aunque luego soy bastante inquieto y eso hace que me meta cada vez en más líos y vuelva a viajar porque quiero hacer cosas. Quiero seguir aprendiendo, quiero seguir ayudando... Pero sí que tuve un tiempo de respirar y de decir: "Aquí estamos ahora un poquito más tranquilos".
P.- ¿Dejaron secuelas tantos años de carrera?
R.- Sí, yo creo que sí. Es verdad que he tenido la suerte de que no he tenido ninguna lesión grave. Mis lesiones nunca vienen en buenos momentos, tuve alguna de mal timing, de perderme un campeonato de Europa o así porque justo había tenido una pequeña rotura, pero no he tenido nada grave gracias a Dios. Eso me hace que pueda estar sano, que pueda seguir jugando y compartiendo tiempo con mis hijos.
Creo que es más mental. Tenía como un chip en la cabeza, que cuando realmente dije "oye, me retiro, hasta aquí" como que se desconectó. Entonces dejé de ser ese deportista que eres 365 días las 24 horas. Porque aunque estés con los colegas o estés de vacaciones, estás pensando: "Mañana entreno, esto no lo puedo comer, qué hora es que tengo que descansar...". Parece que inconscientemente siempre está ahí trabajando. Y esa relajación de decir "mañana no tengo entreno, si me quedo un poco más tarde hoy pues mañana duermo más..." es una presión totalmente distinta.
P.- ¿Cuáles son las claves que crees que explican el éxito que tuviste en la NBA?
R.- Siempre he dicho que dejé el baloncesto y no dejé ningún enemigo. Cuando decido retirarme, sólo por los mensajes que recibí, sentí una de las cosas más importantes. Creo que he dejado muchos amigos y luego he dejado a muchos compañeros y rivales que me han felicitado siempre. No por el hecho de si jugaba bien o mal, metía más o menos puntos, sino por cómo era yo como persona. Creo que eso es lo que se queda.
He dejado muchos amigos por cómo soy, por cómo me he enfrentado siempre al baloncesto: como un deporte en el que lo primero era el equipo y siempre dejaba mi parte individual de lado. Esa es un poco la clave y por eso estoy feliz de toda esa huella que he dejado allí.
P.- ¿Consideras que aún así te faltó fortuna en tu carrera?
R.- ¿Sabes lo que pasa? Luego tienes tantos momentos de que si un tiro, una canasta... Hay cosas que pasan porque sí y tienes muchas más positivas que negativas. Por eso es muy difícil el deporte cuando juegas 20 años de profesional. Hay momentos que a todo el mundo nos hubiera gustado: estar en todos los campeonatos, jugar todas las finales, no lesionarte nunca... Pero en una carrera tan larga es muy difícil, no puedes pensar en el 'y si...'.
Al final, vas para adelante. Hay cosas que no puedes controlar, que simplemente pasan. No sabes si hubiera sido mejor o peor. Si haces una cosa, llegas a otra y muchas veces no sabes cómo hubiera cambiado tu carrera.
"Lo importante para mí era que alguien como LeBron pensara que hacía lo que fuese posible para el equipo"
P.- Decía LeBron James, cuando jugabais juntos en los Cavs, que destacaba tu profesionalidad e inteligencia en pista. Además, lo atribuía en general al perfil del jugador español. ¿Coincides con su visión de entonces?
R.- Ese es un poco el respeto que nos hemos ganado por todas estas competiciones (Europeos, Mundiales, Juegos Olímpicos...) que hemos tenido. Hemos conseguido tener este gen competidor que hace que nos respeten por ser español y digan "ojo que saben jugar a baloncesto". Yo creo que se refería a eso. Luego cada uno puede tener más o menos inteligencia, dependiendo de la posición en la que juegues o lo que sea, pero sí que es verdad que tenemos una forma de competir y de trabajar que es clave. Es el respeto que esta generación se ha ganado.
En mi caso, como te decía antes, es un poco el cómo yo veo el baloncesto. Para mí lo importante es que alguien como LeBron o alguien que sea menos conocido, que ha jugado conmigo, siempre piense que hacía lo que fuese posible para que el equipo funcionase. En ese sentido, el ser profesional es entender el juego, el saber dónde podemos tener ventaja... Eso no significa que yo sea el que quiera tener la ventaja, que yo tire el balón, sino cómo adaptarte a ese rol, sea cual sea el equipo.
P.- ¿Recuerdas la impresión que había en la NBA del jugador español cuando empezáis a llegar Pau, Raúl López y tú?
R.- Yo creo que éramos uno más. Éramos uno más que venía de jugar bien en Europa y todavía no había una especificación de dónde venías o quién eras. Es a partir de ahí un poco, y por esos momentos con la Selección, cuando ya nos empiezan a poner en un grupo de gente. De decir: "Oye, cuidado que vienen compitiendo, que han ganado el Mundial, que han estado en los Juegos Olímpicos, que casi nos ganan dos o tres veces...". Yo creo que todo ese respeto ya se va a quedar ahí para siempre.
P.- Tampoco llegaba al punto de que os mirasen raro.
R.- Al final, lo bueno de la NBA es que ya hay jugadores de no sé cuántos países. La NBA es una liga muy multicultural, a la que va gente de todos lados y que se sabe que los buenos jugadores están ahí. La gente llega de todos los continentes y están cada vez más acostumbrados. Ahora ya no es una sorpresa que venga alguien desde el país que sea. En ese sentido, eso se ha globalizado muchísimo, igual que nosotros como sociedad, y la NBA es una más.
P.- ¿Cómo ves el momento actual de los españoles en la NBA? Hay cierta incertidumbre: Willy y Juancho Hernangómez apuntan a la ACB, Ibaka no tiene contrato, Ricky se ve en dos años volviendo a Europa...
R.- Son generaciones y son momentos. Todo da vueltas. Llevan años allí, veremos cómo acaba con los Hernangómez, por ejemplo. Ricky aún tiene contrato en Cleveland, conmigo, y esperemos que, como dice, no sea hasta en un par de años que empiece a pensar en irse. Luego están Santi Aldama, Usman Garuba... Y también jugadores como Almansa, como Aday Mara, como Hugo González, que son jugadores que están viniendo.
Unos van, otros vuelven. Yo creo que eso es un poco la NBA. Lo raro de todo esto es nuestra generación que éramos 6, 7 u 8 del mismo año, en el mismo momento, y que yo creo que ha hecho que estuviéramos un poco mal acostumbrados. Lo lógico es lo que está pasando ahora: dos o tres de un año, luego alguno volverá e irán otros. Esto es más normal que lo que había pasado antes.
P.- Otra anécdota que tiene que ver contigo en la NBA la reveló hace un tiempo Kyrie Irving. Contó que fuiste el primero que le "pateó el culo" al llegar a la liga y aquel día te veía celebrar "como un cabrón". ¿Llegaste a hablarlo con él?
R.- Realmente yo lo he hablado muchas veces con Kyrie y yo no estaba celebrando nada -risas-. Era mi forma de jugar, llevaba mucho tiempo y lo que pasa es que él era número uno del Draft, su primer partido, y es lo que pasa muchas veces cuando llegas. Conoces a las estrellas, pero no conoces a todo el mundo. Yo nunca he sido una estrella, pero al fin y al cabo llegué allí e hice mi partido.
Kyrie siempre lo recuerda y dice que desde entonces, cada vez que jugábamos, siempre tenía como marcado el ir contra mí en cada partido. Ahora entiendo muchas cosas -risas-. Porque cada vez que jugaba contra él parecía que iba a por mí y es verdad, iba a por mí.
P.- ¿Tenías algún duelo favorito en la NBA?
R.- Hay momentos súper chulos, historias, experiencias... No hay ningún duelo especial para mí. Siempre ha habido momentos. Por ejemplo, llegué el mismo año a la NBA que Chris Paul. Otros jugadores han ido saliendo de la liga y nosotros hemos estado ahí mucho tiempo. Siempre había una rivalidad, pero en el buen sentido. Te apetecía seguir jugando contra alguien que lleva los mismos años que tú en la liga.
P.- Viéndolo ahora desde los despachos, ¿qué crees que es lo más diferente en el día a día de un jugador de la NBA?
R.- Lo más surrealista, que al final cada vez nos hemos acostumbrado más, para mí al principio fue que en la NBA, en cada equipo, hay de todo para que tú solo te centres en jugar al baloncesto. A mí me sorprendía muchísimo la forma de viajar, que tenías un vuelo privado, llegabas con el coche a pie del avión... Tenías comida por todos lados, un chef para esto y un nutricionista para lo otro... Necesitabas cualquier cosa, preguntabas y te decían "para eso también tenemos a otro". Luego te vas acostumbrando y lo ves como normal.
Ahora también se ha profesionalizado mucho el baloncesto y en los equipos todo eso. Pero cuando yo fui era como: "¿Para esto también tenemos a alguien? Sí, sí, no te preocupes, tú tranquilo y céntrate en lo que tienes que centrarte, que siempre tenemos a alguien para que te ayude al resto". Te ayudan con la familia, a buscar piso... Era muchísima gente trabajando para que los jugadores se centren en lo que tenían que hacer, que era jugar, y para mí eso fue lo más surrealista. Decía: "Pero si esto lo puedo hacer yo". Y me respondían: "No te preocupes, pero te lo hace alguien".
"En la NBA hay de todo para que solo te centres en el baloncesto, llegabas con el coche a pie de avión"
P.- ¿Qué disfrutas más de tu vida alejada de las canchas?
R.- Es una mezcla de todo. Todos me traen un reto diferente. Soy un tipo inquieto, me gusta meterme en nuevos proyectos y me llama todo la atención. Es la suma de todo: el seguir en contacto con el baloncesto a través de Cleveland o cuando estuve en la Asociación, algunas otras inversiones que tengo, el tema de mi Fundación, los campus para estar con los chicos...
Me da la opción de ir sumando cositas y me encanta meterme en todo, poder aportar mi granito de arena y en cada momento tienes diferentes roles. Voy aprendiendo mucho, creo que la transición ha sido buenísima y vamos a seguir construyendo sobre todas estas cosas que tengo alrededor de mí.
P.- En esa faceta tuya en los despachos, hay una curiosidad con una pelota parecida a la que tienes en las manos. Que Wilson volviera a ser la pelota oficial de la NBA fue, en parte, tu culpa. Cuéntame sobre esto.
R.- Fue durante mis dos años que estuve en la Asociación de jugadores y surgió esa posibilidad de que Wilson volviera después de 37 años. En la NBA, tal y como funcionan las cosas, no se pueden hacer cambios sin que los jugadores lo aprueben. Da igual que sea algo económico, una marca nueva o lo que sea, siempre tienen los jugadores que aprobar el cambio para seguir creciendo. Y lo que pasó con el balón fue eso. Yo estaba ahí y Michele [Roberts, exdirectora ejecutiva de la Asociación] me dijo: "Oye, encárgate un poco de esto".
Me pongo en contacto con los 30 equipos y les damos un feedback de los jugadores, de cómo vamos avanzando... Se empezaron con ocho balones diferentes en los que cambiaba el número de paneles, las rayas más o menos gruesas, si el logo Wilson tenía agujeritos o era liso... Se fueron probando y de ahí fuimos de ocho a cuatro, luego a dos y ya el finalista. Necesitábamos todo el feedback, que a la mayoría les gustase y miles de impresiones sobre los balones. Fue una experiencia muy chula, ahora se juega con Wilson en la NBA y yo la verdad que estoy muy feliz de haber sido parte de y de haber podido estar involucrado en esto.
P.- Desde fuera se ve compleja cualquier tipo de negociación en la NBA.
R.- Es lo que más nos cuesta entender por cómo se hacen aquí los movimientos. Tiene cosas muy positivas y luego tiene cosas negativas, que es el hecho de que no dependen de ti muchos de los cambios. Hay muchas reglas que son difíciles, pero al final todo lo que hay es para que la liga sea lo más igualada posible y no ganen siempre los mismos.
Te vas adaptando. Sabes que hay cambios, que hay reglas, traspasos en los que no tienes nada que ver... Y esto hace que la liga sea más interesante: el mercado de traspasos, el Draft, la agencia libre... Vas creando un contenido que hace que los aficionados y todo el mundo estén cada vez más involucrado. Aunque no haya liga, haces que haya noticia. Eso es lo bueno y, sobre todo, porque es para igualar.
P.- Hablábamos antes de los españoles en la NBA y está llegando el Mundial de baloncesto. ¿Qué opciones ves a la Selección?
R.- Pues como en el Eurobasket pasado. Lo bueno que tiene nuestro equipo es que tenemos una mezcla muy interesante de gente que ya ha vivido esa experiencia, de gente que lleva mucho tiempo, y de gente nueva que viene con muchísima ilusión. Esa es la combinación perfecta para estar todos los días con la ilusión de volver a ganar.
El tener todavía a Rudy, a Llull o a Ricky este año, con esa mezcla de Santi Aldama, de Garuba y todos esos chicos que van viniendo, hace que seamos un equipo difícil de batir, por supuesto, pero sobre todo bonito de ver. Es divertido vernos jugar. Creo que están en el grupo de los favoritos porque siempre tenemos que estar ahí, como hemos demostrado, y ojalá nos salgan bien las cosas en este Mundial.
P.- ¿Qué tiene España para que acabe estando siempre en la lucha por todo?
R.- Hemos conseguido que todo el que llega lo hace pensando que hay una cultura. Ponemos nuestro ego, nuestro nombre, de lado y jugamos por España. Esa cultura, ese gen competidor, es decir: "Yo doy el todo, pero no por mí sino porque mi compañero esté orgulloso del trabajo que he hecho".
Ese compañerismo, ese querer hacerlo lo mejor posible para que todo el mundo sea capaz de triunfar y de llegar a ganar es lo que se ha transmitido desde nuestra generación. Todo el que llega lo coge y se siente parte de, que creo que es lo más complicado de hacer muchas veces en un grupo nuevo y es lo más importante.
P.- Una de las sedes vuelve a ser Japón, como en 2006. ¿Qué recuerdos tienes a día de hoy más vivos de aquel Mundial que lo cambió todo?
R.- Hay miles y miles de experiencias. Yo recuerdo todo. No sé si realmente pensábamos que podíamos ganar o no. Teníamos un muy buen equipo, pero disfrutábamos mucho. Recuerdo sobre todo los momentos fuera de la pista. A parte, en aquel entonces jugamos primero en Hiroshima y en diferentes ciudades antes de llegar a Saitama y Tokio.
Recuerdo todo eso, todos esos viajes en un país y una cultura totalmente distinta. Para todos era una experiencia nueva, no solo el baloncesto, sino también en los días libres dónde íbamos, qué visitábamos, qué veíamos... Cada día había algo que aprendías, era una nueva experiencia y todos esos son recuerdos buenísimos.
"España es de los favoritos a ganar este Mundial, siempre tenemos que estar ahí"
P.- ¿Qué tenía de especial aquel vestuario? Y han pasado ya 17 años... ¿Qué relación seguís teniendo a día de hoy?
R.- La relación sigue estando. Somos más que un equipo. Cuando hablamos de lo de 'La Familia' es porque yo realmente considero a mis compañeros parte de mi familia. Teníamos 12, 13 o 14 años cuando la mayoría de nosotros empezamos en ese grupo de Pau Gasol, Navarro o Felipe Reyes. Son muchos años juntos y al final es más que un equipo, una relación mucho más personal y hemos crecido juntos en esas edades.
De los 13 a los 17, de los 17 a los 22... Aprendes muchísimo y vives experiencias con unos compañeros con los que te lo pasas bien, nos contamos todo y esa relación sigue a día de hoy. Esa es la clave y por eso esa relación.
P.- Unos pocos años más, 24, hacen de vuestro Mundial júnior y ahora otra generación coge el testigo. ¿Qué te parece el grupo de los chicos de ahora y las comparaciones que ya se hacen con Pau, Felipe y el resto?
R.- Bueno, que ojalá sigan. Eso quiere decir que se están haciendo bien las cosas, que se sigue trabajando tanto en los clubes como en la Federación. Que cuando llegan a la Selección, como decíamos, se es capaz de poner a cada uno a jugar por España y el equipo y disfrutar. Ahora tenemos una generación muy buena, de 17 o 15. Hay jugadores que vienen jugando a un muy buen nivel y ojalá haya más.
Y ojalá nos sigan comparando, no solo con nosotros, sino que haya otras generaciones que los comparen con los de ahora también. Eso es positivo para el baloncesto español, es positivo para España y para el deporte y ojalá sea así durante mucho tiempo.
"Ojalá sigan las comparaciones de Almansa y cía con Pau y nuestra generación; se están haciendo bien las cosas"
P.- Hay futuro, es la realidad. ¿A alguno ya le tienes echado el ojo por si el día de mañana surge la oportunidad para tus Cavs?
R.- No puedo, no puedo verlos hasta que llegan a su edad del Draft -risas-. Pero sí que es verdad que, a ver, los sigues, los tienes muy localizados a todos y al final no disfrutar de un Mundial de España sub19 pues es imposible; y ver a estos jugadores. Lo bueno es que ojalá tengan la suerte de estar ahí en su año en el Draft, que salgan lo más arriba posible, que es un poco el objetivo de muchos de ellos, y ojalá se cumpla ese sueño.