Era duda antes del partido por una torcedura en su tobillo en el tercer encuentro de la final. Sin embargo, Stephen Curry tenía claro que había que estar en el segundo duelo en el TD Garden. Se podía convertir en un todo o nada para los Golden State Warriors que, de perder, habrían visto como sus rivales hubieran tenido hasta tres match ball para llevarse el anillo.
Sin embargo, el jugador de Akron había tomado la clara decisión no solo de estar, sino de ser juez y parte de un partido para la historia de las finales de la NBA. Curry marcó los tiempos, dominó los espacios e hizo suya la magia de una noche de gran baloncesto en la ciudad de Boston al anotar 43 puntos que fueron claves para poder poner el 2-2 en la serie tras vencer por 97-107.
Los Warriors llegaron con apuros a este cuarto partido después de haber mostrado una muy mala imagen en el tercer encuentro. Pésimas defensas y muchos problemas desde el perímetro en ataque. Todo se les hacía muy cuesta arriba ante un equipo muy físico y repleto de jóvenes jugadores con ansias de empezar a crear su leyenda en la franquicia del trébol.
Tras el encuentro, todo eran elogios para un Curry que había vuelto a demostrar que las estrellas tienen que aparecer en momentos como este. Udoka decía que "hay tiros suyos que son indefendibles". Y no le falta razón porque si alguien sabe de eso son estos Celtics. Su entrenador, Steve Kerr, apuntaba que 'Steph' "nunca ha estado en un forma física tan increíble", y eso después de haber sido duda y de haberse recuperado de una torcedura de tobillo en menos de 48 horas.
Su compañero y amigo Klay Thompson ponía el broche final apuntando a lo que había sido la clave de la victoria: el corazón del '30'. Y es que él fue quien creyó desde el principio. Un choque que estuvo muy igualado desde el salto inicial y que no se empezó a decantar hasta el último cuarto.
Al descanso, los Celtics se marcharon cinco puntos arriba con el 54-49 a pesar de los 19 puntos que había aportado ya un excelso Stephen Curry. Los Warriors mejoraron en el tercer acto y se llevaron el tanteador parcial por 30-24, lo que les servía para ponerse por delante en el marcador y, sobre todo, dejar todo listo para un final de la cuarta batalla que amenazaba con ser absolutamente apoteósico.
Curry doma a los Celtics
La segunda parte del base de Akron fue todavía mejor que la primera, anotando 24 puntos y dejando acciones para el recuerdo que ya serán historia de estas finales, pase lo que pase en próximas entregas. Los Celtics volvieron a presentar batalla con su trío de estrellas como principales artífices. Jayson Tatum aportó un doble-doble de 23 puntos y 11 rebotes. Jaylen Brown se fue hasta los 21 y Marcus Smart le siguió con otros 18.
Habían vuelto a tener otra buena actuación de conjunto, pero no tan brillante como la del tercer partido cuando se fueron hasta los 77 entre los tres tenores. El choque llegó vivo hasta el final gracias a que el porcentaje de tiro de los Warriors, a pesar de haber mejorado, no fue tan bueno como lo que acostumbran a hacer los hombres de Steve Kerr. Eso sí, evolucionó en compañía de la sangría de pérdidas que estaban padeciendo los de Massachusetts.
El TD Garden apretaba, pero había una clara sensación de que no iba a ser una noche tan feliz como la de hace tan solo dos días y es que en unas finales de la NBA todo cambia muy rápido. En ocasiones quizás demasiado. Un cuatro de cinco en triples de Curry casi de manera consecutiva llevó la locura a los visitantes y provocó la desolación en unos Celtics que se entregaron incluso antes de haber perdido todas sus opciones.
Tras haber dado un recital en el tercer acto, dos triples más de 'Don Stephen' a falta de dos minutos para la conclusión del partido terminaron decantando la balanza en favor de los de la Bahía. Al final, el 28-19 del último cuarto fue una losa que marcó significativamente el choque y que servía para certificar el metafórico premio de 'MVP' de la noche para Curry. Con este resultado, las finales, que vuelven a San Francisco y tendrán, al menos, otros dos partidos más.
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