Las puertas del Olimpo de la NBA llevan abiertas bastante tiempo para Stephen Curry (Akron, Estados Unidos; 1988), pero esta madrugada se han entornado un poco más. El legendario base de 33 años se ha convertido tras el partido de los Golden State Warriors con los New York Knicks en el jugador máximo triplista de siempre tras superar los 2.973 de Ray Allen. Que era uno de los mejores jugadores de todos los tiempos era algo que ya estaba en el ambiente. Ahora se pone más cerca de discutir por entrar entre los cinco primeros.
El escolta, campeón de dos anillos con Boston Celtics (2008) y Miami Heat (2013), alcanzó el récord con 7.429 intentos y en 1.300 partidos. Su porcentaje, un 40% con 2,3 triples anotados por encuentro. Ahora, el de los Warriors le rebasa con menos de 7.000 lanzamientos y de 800 partidos, unos números que hacen pensar que colocará su récord al alcance de muy pocos. Además, Curry lo ha hecho con un porcentaje superior al 40% y 3,8 aciertos desde el perímetro.
Lo que llevamos viviendo en la última década con este jugador es sobrehumano. Suma 22 encuentros con 10 o más triples y la racha más larga de la historia con al menos un triple anotado, 157, del 13 de noviembre de 2014 al 3 de noviembre de 2016. Curry ha estado casi dos años sin fallar. El dos veces MVP de la NBA, ambos conseguidos por primera vez en la historia de manera unánime, ha sido capaz de destrozar las leyes de la naturaleza y de la lógica.
Después de tres partidos en los que se le estaba notando cierta ansiedad firmando primero un 6 de 17 en casa contra Portland, un deficiente 3 de 14 ante los Sixers y 5 de 15 frente a los Pacers. El base consiguió el gran objetivo que se había enfocado para este comienzo de la temporada mientras los Warriors se ilusionan con una gran temporada a la que les falta por añadir a Klay Thompson. Otro anillo al final de esta campaña colocaría a Stephen Curry en una posición aún más de privilegio.
El secreto de sus triples
Curry llevó el concepto del triple a otro nivel. Hijo de Dell, otro gran triplista de la historia de este deporte, admiraba a Reggie Miller, a quien aspiraba imitar. Ha dejado todos sus registros por los suelos después de entrenar al más alto nivel para perfeccionar su juego y su tiro. Sus rutinas de calentamiento con triples inverosímiles son una constante prácticamente en cada cancha. Su espectáculo también es parte de este negocio.
Los aciertos desde el logo del centro de la pista, desde el túnel de vestuarios o desde cualquier lugar son fruto de un trabajo obsesivo. Lo realiza junto a Brandon Payne, su entrenador personal, y roza la locura. Porque en sus sesiones no basta con anotar los triples. Eso hace tiempo que ya no es suficiente. "Decidimos ser más precisos. Usamos una tecnología que mide la trayectoria del balón y si no entra exactamente por el medio del aro, lo contamos como fallado", asegura el preparador.
En los entrenamientos, Curry suele lanzar desde 10 puntos diferentes de la pista. Para ir cambiando necesita anotar ocho de los 10 que tira. Si no, debe repetir. Y ello combinado con esprints que aceleran su pulso para simular las condiciones en las que tendrá que lanzar en los encuentros. Unos métodos que rozan la locura, pero que han convertido al base de los Warriors en una constante amenaza desde cualquier punto de la pista para sus rivales.
Un nuevo deporte
La revolución del triple ha trastocado por completo el panorama de la NBA. La ocupación de espacios y la apertura de la cancha para ocupar todo el frente de ataque han cambiado la visión de un juego que ahora se desarrolla en su mayor parte más allá del arco del triple y que ha obligado a muchos entrenadores a cambiar su manera de trabajar. La mayoría de los equipos utilizan en sus entrenamientos una línea que se sitúa más lejos. Algunas competiciones ya han creado una posición para que si se anota desde ahí valga cuatro puntos.
El baloncesto se debate sobre la propia naturaleza del juego, hacia dónde va, si conviene cambiar alguna regla o ampliar las dimensiones de la cancha para poner las líneas aún más lejos y que los jugadores también tengan que cubrir más espacio de la cancha. Las medidas reglamentarias de un campo de baloncesto para las competiciones internacionales, tanto para FIBA como para NBA, son de 28 metros de largo por 15 metros de ancho.
Con Curry da igual. La única solución parece rendirse a la evidencia de que el mundo del baloncesto está ante un jugador de época. Stephen ha dejado esta noche otra pincelada del artista que es. Algunos han pagado hasta 400 dólares para verlo desde uno de los anillos del Madison Square Garden. Podrán decir que vieron a un base que probablemente no volverá a repetirse en la historia de la competición convertirse en el mejor triplista de siempre.
[Más información: Locura Stephen Curry: más de 100 triples sin fallo en cinco minutos]