La historia de Iris Mbulito (1999, Las Palmas de Gran Canaria) es la de otra joven promesa del deporte español que termina como un juguete roto por los avatares del destino, las lesiones y las altas exigencias. Otra joya, en este caso del baloncesto, se ve obligada a decir adiós y terminar su carrera antes de tiempo para poder proteger su cuerpo y su mente.
Su nombre comenzó a sonar desde muy pronto debido a su enorme talento. Esta jugadora, habitual del puesto de base con una altura de 1,82 metros, pronto cautivó la atención de ojeadores y expertos en las categorías inferiores del baloncesto nacional debido sus dotes en la pista y a su madurez fuera de ella, lo que le permitió dar el salto al profesionalismo desde muy pronto.
Acostumbrada a jugar contra rivales de años superiores, sus primeras grandes exhibiciones llegaron en torno a los 13 años cuando ganó los Campeonatos de España en las categorías de Infantil y Cadete, siendo clave en el triunfo de las dos categorías. La hija de la exjugadora nacionalizada española Puri Mbulito acumuló grandes éxitos individuales y colectivos, llevándose todas las miradas en las categorías inferiores.
Iris se acostumbró a brillar y a ser protagonista en cada competición que disputaba, coleccionando varios premios de MVP a la mejor jugadora en grandes eventos. Tanto es así que estos éxitos despertaron el interés de grandes equipos profesionales para incorporar a la canaria a sus plantillas, lo que suponía un hito histórico teniendo en cuenta su edad.
Finalmente, fue el Gran Canaria 2014 quien se llevó el gato al agua y el fichaje de este joven talento que estaba llamada a romper todos los moldes del baloncesto español. Lejos de esperar, su madurez y sus habilidades le hicieron debutar en la primera división nacional con tan solo 14 años, 6 meses y 17 días, lo que hizo que se convirtiera en la jugadora más joven de la historia en participar en la Liga Endesa Femenina. Actualmente, sigue estando en la segunda posición de esta selecta lista, solo superada por Emma Florez, que lo hizo con 14 años, 5 meses y 28 días. Había nacido una auténtica estrella.
Las rodillas, su cruz
Lejos de quedarse en flor de un día, Iris comenzó su carrera en la élite como un auténtico rayo, llenando de luz a su nuevo equipo e ilusionando al baloncesto nacional con la existencia de un joven talento llamada a hacer historia y a conseguir grandes logros, quien sabe si también en la élite de este deporte, en Estados Unidos. Su meteórica llegada era un buen presagio.
Sin embargo, el año 2015 fue el principio del fin para ella. Esa carrera que había comenzado a ritmo de vértigo se paró en seco con una grave lesión de rodilla. Iris sufrió una rotura del ligamento cruzado de su rodilla que le hizo tener que parar durante muchos meses para conseguir recuperarse.
A pesar de este duro golpe, a Iris le duraba la fuerza y la ambición que le habían llevado hasta la élite de manera fulgurante y consiguió mantener esa ilusión para afrontar su recuperación en una actitud positiva y casi ansiosa por volver, algo que le terminó pasando factura. Empleó tantas ganas en su salida del túnel que terminó empalmando uno con otro como si fuera una película de miedo.
Iris regresó de esa grave lesión de rodilla, pero lo hizo antes de tiempo, lo que terminó provocando que unos meses después volviera a sufrir una nueva lesión de gravedad. Una segunda rotura del ligamento cruzado anterior que, ahora sí, cortaba su ilusión, sus ganas y su motivación de raíz, con un golpe seco que le hacía caer a la lona completamente noqueada.
Permaneció durante un periodo de casi dos años sin apenas jugar, una circunstancia que terminó siendo irreversible para su carrera deportiva y para su nivel. Después de haber encontrado la luz antes que nadie y de haber hecho historia, ahora para por su momento más duro y complicado, uno para el que no estaba prácticamente preparada.
Un drama constante
Esa segunda lesión fue un golpe demasiado duro de superar tanto a nivel físico como a nivel psicológico para Iris, que perdió toda su luz y se sumió en una espiral de sufrimiento en la que parecía no haber una salida clara. La joven jugadora española, con la experiencia de la primera lesión, decidió tomarse con calma su segunda recuperación dándose todo el tiempo necesario para regresar lo mejor posible. Tardaría más en volver, pero necesitaba pisar sobre seguro y recuperar el rumbo de su carrera.
No volvió a jugar hasta el año 2016, momento en el que hizo su reaparición en el equipo Spar Gran Canaria donde consiguió hacer un papel espectacular, recuperando las buenas sensaciones en su juego, sintiéndose liberada de nuevo en la pista, como en sus mejores años. Un regreso a esas expectativas tan altas que había generado era posible.
Permaneció dos años más en el conjunto canario, etapa que cerró con una nueva lesión, esta vez en el hombro izquierdo, pero de nuevo de gravedad. Iris no daba crédito al calvario que estaba sufriendo. Otra vez meses de baja, recuperación y vuelta a los fantasmas. Pero tal y como sucedió con su primera lesión de rodilla, la pequeña Mbulito había recuperado de nuevo la chispa y la magia, y consiguió hacer un regreso soñado y muy esperanzador.
De nuevo volvió a disfrutar del baloncesto y a mostrar su mejor versión en las categorías inferiores de la selección española donde se sentía como pez en el agua, sacando ventajas abismales a las chicas de su edad. Lideró la conquista del Europeo Sub20 con el equipo español en Hungría y fue elegida como MVP del torneo.
Gracias a estos nuevos éxitos y tras el descenso a la segunda división del Spar Gran Canaria, Iris decidió probar suerte en Estados Unidos, cumpliendo uno de los sueños de su vida y luchando por aprovechar una oportunidad única. Se marchó a la Universidad de Arizona a jugar bajo su condición de gran promesa del baloncesto español con la esperanza de poder dar un salto mayor, pero sus problemas en el hombro izquierdo persistieron durante sus tres cursos al otro lado del Atlántico.
Buscando paz mental
Después de esos problemas que reabrieron heridas del pasado y que le hicieron vivir etapas ya pasadas que se reproducían en el presente, Iris ha decidido poner punto y final a sus problemas y también a su carrera deportiva. Después de tres cursos en Estados Unidos y de 8 de carrera profesional, ha puesto fin a su trayectoria con solo 22 años.
Las lesiones, la presión, la exigencia y el delicado estado psicológico que ha padecido durante algunos momentos de su carrera han provocado que haya decidido cortar por lo sano y pasar de hacer historia y de ser considerada como una de las grandes promesas del baloncesto español y europeo a experimentar el duro trance de la retirada a pesar de ser solo una niña.
Ella misma ha anunciado el final de su carrera a través de sus redes sociales asegurando que ahora mismo su prioridad es cuidar de su cuerpo, pero también de su mente, la cual ha sufrido hasta el límite. El caso de Iris, otro juguete roto por culpa de las desgracias del deporte, vuelve a poner de manifiesto el sufrimiento que padecen algunos deportistas de élite su dura lucha contra los problemas psicológicos y mentales. Los Juegos Olímpicos de Tokio han puesto de manifiesto este tipo de casos con el ejemplo mediático de Simone Biles, pero casi cada día se produce una nueva situación de absoluto drama como el que ha vivido Iris, que ahora comienza un nuevo camino por su propia paz mental.
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