Les ha costado asumirlo, pero la NBA está tocando fondo. La situación en la mejor liga del mundo es realmente catastrófica y amenaza con llevar al completo descontrol a la organización y a un calendario masificado de partidos en otra temporada excepcional que arrastra el hándicap de haber nacido de forma posterior al curso del estallido de la pandemia y de la fase final de la 'burbuja' de Orlando.
La Covid-19 ha hecho acto de presencia en la liga y ya ha tocado a muchos jugadores y equipos que están sufriendo para poder seguir con un ritmo normal, realizando sus prácticas y entrenamientos jugando sus partidos. Están obligados a mantener unas estrictas medidas de seguridad que algunos se han saltado impunemente y que, además, han demostrado ser insuficientes. Por ello, la NBA se encuentra en estos momentos ante una seria amenaza y ante un riesgo real de colapso si no se paran los rebrotes dentro de la liga.
Los temidos aplazamientos
La NBA ya ha cruzado una frontera que creía que no tendría que traspasar, la de la suspensión de varios partidos por exceso de casos de Covid-19 en varios o equipos porque muchos jugadores tienen que estar guardando cuarentena al ser contactos directos. Eso, en una liga que tiene partidos todos los días y que sus equipos juegan tres y hasta cuatro veces por semana, es un auténtico caos.
El equipo de los Boston Celtics ha sido el detonante de una bomba que está punto de estalla y colapsar la liga por completo. El conjunto del trébol ya ha tenido que suspender tres partidos en las últimas fechas debido a que la mayoría de sus jugadores se encuentran haciendo cuarentena, ya que no solo existe el peligro de dar positivo sino también de ser contacto directo de alguno de ellos.
Los encuentros ante Miami Heat, Dallas Mavericks y los Chicago Bulls han sido los primeros afectados, pero parece que no serán los últimos, lo que supondrá un problema de calendario tremendo en una temporada en la que no hay huecos para recuperar tantas fechas. De momento, la NBA no se plantea una suspensión de la temporada como ocurrió el curso pasado, pero sí es cierto que la situación es cada vez más dramática.
La última idea que ronda a Adam Silver, comisionado de la mejor liga de baloncesto del mundo, es realizar un pequeño parón de dos semanas en el mes de enero para frenar los contagios y terminar así las cuarentenas de todos los afectados, poniendo de nuevo el contador a cero de todos los jugadores. Para ello necesita una colaboración extrema y confinamiento total de los jugadores, sino en esas dos semanas se multiplicarán los casos y será el fin.
La NBA busca unión
Ante la dramática situación la liga ha decidido detenerse e intentar afrontar el problema dándole la dimensión real que tiene, que es muy alta. La situación es grave, dramática, y por ello necesita que se lleven a cabo diferentes acuerdos como los que ya se están produciendo para intentar poner remedio a una situación que se ha ido completamente de las manos en cuestión de días.
La NBA ha querido reunirse con la asociación de jugadores y con los general managers de la liga para ponerles al corriente de la situación, informarles de cuáles son los datos reales y las previsiones para las próximas semanas e intentar poner soluciones que sean eficaces para intentar frenar la oleada de contagios que existen.
De estas reuniones que se han mantenido en los últimos días y que se irán produciendo según avance el efecto de la pandemia en la propia NBA ha salido el nuevo protocolo que deberán aplicarse jugadores y equipos para evitar más contagios. Realmente, no ha sido un nuevo protocolo, sino una ampliación una incorporación de más restricciones que no hagan insostenible la situación.
Estas nuevas medidas tienen la clara intención de reducir al máximo los contactos entre rivales, pero también entre compañeros. A pesar de que el baloncesto sea un deporte de contacto, como casi todos, la NBA se ha propuesto eliminar al máximo cualquier tipo de roce entre jugadores. Por ello, algunas de estas medidas han sido evitar chocarse las manos para felicitarse, el uso obligatorio de mascarillas en el banquillo, no abrazarse ni saludarse con los rivales ni antes, ni durante, ni después de los partidos, reducir el tiempo en los vestuarios a un máximo de 10 minutos y no invitar a nadie a las habitaciones de los hoteles de concentración.
Estas y otras medidas deben estar acompañadas por labor de concienciación general por parte de los jugadores que deben ser especialmente cuidadosos con sus actos. Sin embargo, ya han llegado las primeras críticas a este nuevo protocolo. Algunos como George Hill, base de los Oklahoma City Thunder, han asegurado que no está de acuerdo y que va a hacer lo que quiera porque es un hombre adulto. Además, asegura que no entiende como pueden estar jugando unos sobre otros y luego no hablar después del partido, y que si la situación realmente es tan grave, que quizás la solución era no jugar.
El mal contexto
La NBA está especialmente preocupada por la situación global que vive el país y que, evidentemente, repercute en los datos que se están obteniendo en la liga. En los últimos días, Estados Unidos se ha instalado holgadamente en más de 200.000 casos diarios, llegando en algunos momentos a rozar los 300.000, lo que resulta una auténtica barbaridad. Además, el número de muertes se sitúa también cerca de las 4.000 diarias, lo que supone un auténtico cataclismo.
La tendencia que está siguiendo Estados Unidos, si se amplía el prisma a una visión semanal y casi mensual, es claramente creciente, especialmente desde el mes de noviembre. A pesar de que ha habido altibajos, se ha pasado de registrar en torno a 100.000-120.000 casos diarios a más del doble, lo que supone algo realmente imparable.
Además, algunos jugadores no están siendo ejemplo de pulcritud ni de cordura en sus actos. Las palabras de George Hill han levantado el miedo dentro de la NBA que ya no sabe qué más hacer para poder concienciar a sus jugadores de que de sus actos dependen la viabilidad del campeonato. Para colmo, algunas actitudes incluso de súper estrellas están poniendo todavía más en peligro la situación.
Es el caso de jugadores como por ejemplo James Harden o Kyrie Irving, los cuales compartirán equipo ahora en los Brooklyn Nets, aunque está por ver que compartan también pista. El base ex de los Cleveland Cavaliers ha llegado incluso a amenazar con no volver a jugar tras ser criticado por su espantada tras afirmar que no podía jugar una serie de partidos por problemas familiares. No obstante, lo que preocupa en la liga es que luego haya sido visto en una multitudinaria fiesta familiar en Nueva York sin mascarilla y sin ningún tipo de seguridad.
Por su parte, su ahora compañero Harden sembró el caos a principios de temporada cuando se incorporó tarde a la disciplina de los Houston Rockets tras haber estado en una fiesta en un club en el que celebraba el cumpleaños de un amigo. La NBA está convencida de que estas no son las únicas conductas censurables que se están llevando a cabo y a pesar de que investigan todos los casos y todas las anomalías, tienen la sospecha de que en este tipo de actos es por donde se rompe la liga.
Febrero, momento clave
La NBA se ha dado un plazo para tomar una decisión definitiva sobre lo que van a hacer para evitar que la situación sea catastrófica. De momento, la idea de ese parón de dos semanas está en el aire, pero según avanzan los días y según se van conociendo más casos de jugadores que tienen que guardar la pertinente cuarentena de 14 días, gana más enteros. Con jugadores inhabilitados durante dos semanas se llegan a perder hasta ocho encuentros y cuando esto le sucede a varios miembros de un mismo equipo, se produce el caos.
La liga espera encontrar esperanzas en las nuevas impuestas en el próximo mes de febrero, fecha límite para tener controlada la situación. Si no, las decisiones serán mucho más drásticas y la suspensión de la temporada hasta nuevo aviso podría llegar a la NBA. Además, esto provocaría que todo se retrasara y que los playoffs perdieran sus fechas habituales y, por ende, los jugadores no pudieran acudir a los Juegos Olímpicos de Tokio, en caso de que estos se celebren.
De momento, el efecto de las vacunas que ya se están administrando en Estados Unidos no ha dejado un halo de positivismo y esperanza, sino que las consecuencias que se están pagando tras las celebraciones navideñas han dejado un panorama desolador que puede terminar con una de las competiciones más importantes del mundo. El futuro inmediato, y concretamente el mes de febrero, marcará el devenir de un espectáculo que mueve miles de millones de dólares al cabo de una temporada que peligra más que nunca por los efectos de la Covid-19.
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