'Be like Mike' ('Sé como Mike'). A comienzos de los años noventa, todos los niños querían ser como Michael Jordan. Era el mayor icono deportivo del mundo, alguien cuya relevancia social iba más allá del baloncesto. Era un ídolo de masas y la mayor referencia de la cultura estadounidense. Siendo Mike como era y viendo lo que hacía en las canchas, era difícil que tuviera detractores. Pero con el paso de los años son más los que señalan el gran 'pero' de Jordan como influencia: su lado 'apolítico'.
A raíz del documental 'The Last Dance' y las recientes revueltas que se han producido en Estados Unidos por el asesinato de George Floyd a manos de la Policía de Minneápolis, la figura mediática de Jordan vuelve a cobrar importancia. En 1992 tocaba su pico más alto de popularidad tras los Juegos de Barcelona, pero también crecía la desconfianza de aquellos que pedían ver su postura ante injusticias sociales.
Jordan nunca recogió el testigo que antes llevaron Bill Russell o Kareem Abdul-Jabbar, grandes estrellas de la NBA que fueron también líderes en su época en la defensa de la comunidad afroamericana. "Nunca me consideré un activista. Me consideré un jugador de baloncesto. No era político, sino que practicaba mi deporte. Me centraba en lo mío. ¿Eso era egoísta? Probablemente. Pero ahí estaba concentrada toda mi energía", dice al respecto en el documental.
Barack Obama, que también tiene su presencia en el documental, explica la posición de Jordan: "Cualquier afroamericano, en esta sociedad, que consigue un éxito significativo soporta un peso añadido. Muchas veces, EE.UU. acepta muy rápido a personas como Michael Jordan, Oprah Winfrey o Barack Obama, siempre y cuando se entienda que no van a ser demasiado controvertidos en temas más profundos de justicia social".
Cuando no apoyó a Harvey Gantt
Jordan procuró no enfadar a nadie, pero sí lo hizo en 1990. La situación era la siguiente: el senador de Carolina del Norte había sido durante mucho tiempo el conservador Jesse James. Un personaje "reprobable" debido a sus políticas racistas. Aquel año, en las elecciones se enfrentaría a Harvey Gantt, que podía convertirse en el primer afroamericano en llegar al Senado.
Los republicanos también compran zapatillas
Michael no lo apoyó. O, al menos, rechazó hacerlo públicamente. Y salieron a escena unas palabras suyas que provocaron mucha polémica: "Los republicanos también compran zapatillas". Eso fue visto como una sentencia de Jordan como 'hombre de negocios': Mi riqueza personal es mucho más importante que cualquier postura que adopte sobre el tema racial.
Jordan da su versión de aquello en 'The Last Dance': "Fue una broma que dije en un autobús con (Horace) Grant y (Scottie) Pippen. Lo dije sin pensar. Mi madre me dijo que hiciera un comunicado para apoyar a Harvey Gantt: 'Mamá, no voy a hablar de alguien que no conozco'. Envié una contribución para apoyarle". Pero tras aquello, Mike perdió algo de credibilidad con la comunidad afroamericana.
"Para alguien que en ese momento se estaba preparando para una carrera en Derecho y leyes, preparándose para la vida pública y viendo lo que Jesse Helms representaba me habría gustado ver a Michael más comprometido. Por otro lado, aún estaba tratando de descubrir cómo iba a manejar esta imagen que se había creado a su alrededor", señala Obama sobre la imagen que proyectó.
Hodges y la muerte de Rodney King
Aquellos años no eran fáciles en la lucha antirracial. Jordan pudo ser 'víctima' de su época, que carecía de grandes líderes deportivos en el colectivo afroamericano que se mojaran socialmente. Sí lo hacía Craig Hodges, compañero de Michael Jordan en los Chicago Bulls aquellos años. A muchos no sonará ese nombre y es que algunos teorizan que la NBA se encargó de silenciarlo.
No hablaba en gran medida porque no sabía qué decir, no porque fuera una mala persona
Hodges era todo lo contrario a Jordan en su posicionamiento político. Hablaba. Luchaba. En una entrevista a The Guardian de hace tres años se refirió a su relación con Michael. "No hablaba en gran medida porque no sabía qué decir, no porque fuera una mala persona", decía sobre el '23'. El choque de posturas entre ambos se evidenció en las Finales de 1991, pocos meses después de que Rodney King fuera golpeado y asesinado brutalmente por cuatro policías blancos en Los Ángeles.
Los Bulls y los Lakers se enfrentaban y Hodges les pidió a Michael Jordan y Magic Johnson que boicotearan las Finales en protesta. La respuesta fue que Hodges estaba loco. Los de Chicago ganaron el anillo y el día de la recepción en la Casa Blanca, Hodges vistió un dashiki -prenda tradicional africana-. George Bush, entonces presidente, le preguntó de dónde era. "De Chicago Heights, Illinois", respondió Hodges, quien le entregó una carta de ocho folios al presidente.
"Imaginaba a los Bulls haciendo historia de la manera más significativa. Teníamos un jugador de baloncesto cuya popularidad superó la del papa. Si los Bulls hubieran hablado durante la edad de oro del baloncesto profesional, el mundo habría escuchado", se lamenta ahora Hodges. Tras aquella final, su carrera en la NBA terminó. Los Bulls no le renovaron y ningún equipo de la liga le llamó. "No quieras ser como Hodges", decían en la NBA a los jugadores.
Eran años en los que, además del asesinato de King, los bombardeos a Irak habían generado mucho revuelo en la sociedad norteamericana. Phil Jackson siempre se lamentó por aquello. Jordan no habló. "Es un hombre de negocios inteligente. Lo aplaudo por eso. No lo odio. Ha adquirido conocimientos a través de la experiencia de la vida y se ha estado metiendo en proyectos decentes. Estoy seguro de que ahora es más consciente de todo".
Jordan condena la muerte de Floyd
Y sí. Aunque llegue tarde, 30 años para ser concretos, Jordan ha alzado la voz por el asesinato de George Floyd en Minneápolis. Primero lo hizo tímidamente, retuiteando un vídeo de su marca en el que se denunciaba los abusos que sufren los negros en Estados Unidos. Pero, con la sociedad en constante presión, dio el paso este domingo por la noche con un comunicado.
"Estoy profundamente entristecido, realmente dolorido y totalmente enojado. Veo y siento el dolor, la indignación y la frustración de todos. Estoy con aquellos que están llamando al arraigado racismo y violencia hacia la gente de color en nuestro país. Ya hemos tenido suficiente [...]", empieza la nota emitida por Jordan que pasará a la historia por se la primera vez en la que rechaza de manera tan contundente una injusticia social como la cometida contra Floyd.
Jordan da el paso para condenar los abusos. Se ha quitado la chaqueta que tanto le costó hacerlo durante años. La gente pedía este paso. Lo pidió en los noventa y cuando en los últimos años emitió tímidos comunicados rechazando a Donald Trump en sus ataques a LeBron y defendiendo las protestas de los deportistas durante el himno nacional. Tímidos pasos hasta su condena final contra el racismo.
Poco tiene que ver la sociedad de los tiempos de Jordan a la de LeBron James, Carmelo Anthony y demás estrellas en la actualidad que se han convertido en líderes modernos de la lucha antirracial en EE.UU. El deporte se ha rebelado a nivel global y ya no es esa lucha de unos pocos por la que dio hasta su carrera Hodges en los noventa. El deporte levanta el puño contra el racismo y Michael Jordan lo hace también.
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