En los bastidores del Pabellón Pisuerga, allí donde se fraguó la historia del mítico Fórum Valladolid, están esparcidos los restos de la fiesta: fotos de los buenos tiempos y oficinas cerradas y precintadas por orden judicial. El parqué de la cancha calla, deprimido, pero cuando era joven silbaba con las zapatillas de actores de la talla de Arvydas Sabonis, Oscar Schmidt, Valery Tikhonenko, Carlton Myers, Michael Young, Mike Schlegel o los canteranos Fernando San Emeterio y Lalo García, el eterno capitán. El Club Baloncesto Valladolid, uno de los clubes fundadores de la Liga ACB, desapareció poco a poco de la escena. No hubo ovaciones ni nadie que pidiera bises. La sociedad, como tal, quedó en un fantasmagórico estado de espera. Para volver a intentarlo, no se ha encontrado otra fórmula que refundarlo.
En Pisuerga se han disputado playoffs, Copas del Rey, Copas Korac y All Stars, además de ser el punto de apoyo baloncestístico de una ciudad que nunca ha dejado de lanzar a canasta. El peso de tanta historia lo sujetan ahora mismo los hombros de Mike Hansen (Torrejón de Ardoz, 1970), como presidente, y Paco García (Valladolid, 1967), como entrenador.
Hansen, base internacional con la selección española, vistió las camisetas de Estudiantes, CB Valladolid, Bayer Leverkusen y la Universidad de Louisiana –donde fue compañero de Shaquille O´Neal y Mahmoud Abdul-Rauf–, entre otros equipos. García, por su parte, guarda como principales experiencias en los banquillos las de Taugrés/Baskonia –ayudante–, Fórum Valladolid, Breogán Lugo y el Mogi das Cruzes brasileño –al que llevó a disputar la Final Four de la Liga de las Américas–.
Hansen resume los comienzos de este renacer para EL ESPAÑOL, ahora que acaba de echar a andar la segunda temporada del club en la tercera categoría del baloncesto patrio. “Me senté un día a hablar con Javier Casado y Feñe [Juanjo Fernández], los otros dos socios fundadores. Veíamos que el baloncesto se iba a acabar en la ciudad y se nos ocurrió la loca idea de abrir una escuela de baloncesto para que no se muriera. Luego surgió la posibilidad de salir en LEB Plata, y le presentamos un proyecto al alcalde”.
El presidente, desde el principio, busca marcar las distancias con todo el trabajo anterior: “Con una filosofía muy distinta. Habíamos visto cómo, en una ciudad con mucha historia, por gastarte más de lo que tienes o por desarrollar una filosofía de 12 jugadores de fuera de Valladolid, la afición poco a poco se fue desconectando, hasta que llegó lo que llegó”.
Así es el nuevo Valladolid
Estos comienzos de la nueva era llegaron prácticamente en paralelo con la tragedia de la muerte de Lalo García, cuyo cuerpo fue hallado flotando en el río Pisuerga el 31 de marzo de 2015, tras cuatro semanas en paradero desconocido. Lalo fue durante muchos años el capitán que fusionaba heterogéneas plantillas puntualmente salpicadas de fama. ¿Fueron un espejismo irresponsable aquellos años de Fórum Filatélico en los que grandes estrellas hacían escala en Valladolid?
“En el Fórum siempre hubo jugadores de la casa, como Lalo, pero llegaban arriba muy pocos. Los que salían nunca contaban con oportunidades. Todo por ganar, ganar y ganar. ¿Pero ganar qué? Nunca vas a poder ganar una Copa del Rey, nunca vas a poder ganar una liga”, explica Hansen, crudo y realista. “Creo que es mucho mejor atraer a la gente al pabellón para ver a los que se han formado en los patios de colegio de Valladolid. Vamos a confiar en la gente de aquí. No hay equipos en España, por lo menos de LEB Plata para arriba, que tengan siete jugadores de la tierra, y el año pasado fueron ocho. Así hemos sacado esto adelante. No es fácil. Somos una ciudad de 300.000 habitantes y la LEB Plata es una liga muy competitiva”.
Otro técnico vallisoletano, Iñaki Martín, se hizo cargo del equipo en su primera temporada en LEB Plata, con muy poca suerte. En la cancha se descendió a EBA, aunque se mantuvo la plaza en los despachos –sí, el canon para esta categoría también es inabordable para los que ascienden–. Ahora le toca el turno a Paco García.
“Mike arrancó con el proyecto estando yo aún en Brasil. Nos abonamos, a modo simbólico, agradecidos ante alguien como él, con mucho más que perder que de ganar, que dedica su tiempo y arriesga algo de su dinero para que un proyecto como éste salga adelante. Cuando me llama la primera vez y me dice que quiere que entrene al equipo, me suena a chiste. Luego le das una vuelta: ¿Por qué no devolver a mi ciudad lo mucho que me ha dado a mí el baloncesto?”, reconoce en conversación con EL ESPAÑOL.
Como casi todos los proyectos deportivos, el de este Valladolid vive bajo la dictadura del dinero. Las cantidades, para unos recién llegados, son astronómicas, y con la ayuda municipal están contentos a medias. “Comparados con nuestros vecinos y otros equipos con los que lo he consultado, pagamos una cantidad desmesurada por el alquiler del pabellón. No es sostenible”, reclama el presidente.
La búsqueda de patrocinadores –actualmente el principal es Comercial Ulsa– para cubrir el resto de gastos es una odisea. “El canon de inscripción en LEB Plata, 20.000 euros al año, es desmesurado. El aval son 60.000 más los gastos: arbitrajes, desplazamientos, plantilla. ¿Qué coste tiene la liga realmente? Hay que cambiar las cosas. El modelo está obsoleto, desfasado”.
Durante la charla con el presidente, es inevitable reflexionar sobre la fragilidad económica del proyecto. Si bien no hay deudas, el margen de actuación es muy corto en caso de que llegue el éxito deportivo y se vayan consiguiendo ascensos. “Antes de pensar en los cánones de las otras competiciones, vamos a intentar sobrevivir en LEB Plata. Después, veremos en qué condiciones está el club, y las instituciones, y las empresas”, recalca el máximo dirigente, consciente de que vivir el día a día, viniendo de donde vienen, ya es un éxito. “Subir a LEB Oro ya son 180.000 euros de aval y 40.000 de inscripción, y los jugadores son más caros. Hay que valorar todo”.
En el vestuario y en la pista, para Paco García –que recuerda con cariño a sus tres grandes referentes: Mario Pesquera, Herb Brown y Manel Comas– este proyecto es un cable a tierra. A su tierra. “Vengo de la máxima categoría nacional y continental, y de repente te encuentras explicando hasta lo más básico. Hay que bajar a la mina. A picar desde el origen. Cuando entrenas en alto nivel, hay ciertas cosas que se dan por sabidas y por aprendidas. Si eres capaz de generar un movimiento para que un jugador se quede solo, sabes que de cada 10 veces, siete u ocho la va a meter. Aquí no”.
La sombra de Lalo García
De momento, el Club Baloncesto Ciudad de Valladolid suma dos victorias y una derrota en LEB Plata, con el alero Sergio de la Fuente –que llegó a jugar con la selección española júnior, y con el equipo en ACB– resolviendo partidos con una media de 16.7 puntos y 9 rebotes por encuentro.
El bocado de realidad es tan grande que hay que empezar por el principio, por el patio del colegio. Hubo un tiempo en el que la tela de araña del Fórum llegaba a algunos de los mejores centros de enseñanza de la ciudad, levantando ampollas. “Debemos respetar lo que hay en cada colegio y en cada club”, advierte el técnico. Ahora mismo hay casi 300 niñas y niños en la Escuela Lalo García, que abarca toda la base. La idea es que no hay que robar jugadores a ningún sitio. Es más, creo que es mucho más productivo crear una pirámide de base sólida, en la que todos los colegios de la ciudad sientan el primer equipo como propio”.
“La Escuela estará siempre ligada al que ha sido nuestro mejor embajador en el mundo del baloncesto”, prosigue el presidente, llegando a la médula espinal de sus categorías inferiores. “Lalo lo dio todo por la ciudad, nunca la abandonó, y creo que la ciudad no se portó del todo bien con él, cuando él más necesitaba a la ciudad. La ciudad no estuvo al nivel.” Hansen, cuñado del capitán y portavoz de la familia durante las asfixiantes semanas de su desaparición, sabe muy bien de lo que habla. “Él es nuestro guía, nuestra marca y nuestra imagen”.
Y es que cuando se habla del baloncesto en Valladolid, hay que ir retirando hacia los lados la melancolía para poder seguir analizando el presente. “Cada día que entro en el pabellón me entra una tristeza enorme de ver toda la herencia muerta que hay allí”, comenta Paco García, el entrenador. “Pero ahora es un club nuevo. Hay que renacer. No desde las cenizas, sino desde la ilusión de recuperar el baloncesto de élite en la ciudad”.
Una ilusión que anhela que vuelvan a surgir grandes nombres de la cantera y aterricen de rebote los sucesores de Sabonis, Oscar Schmidt, Tikhonenko o Carlton Myers. La gran incógnita es si el esfuerzo y las pilas de este pequeño grupo de amantes de la canasta aguantarán la enorme lista de obstáculos. “No sé cuánta energía me quedará”, reconoce un lacónico Mike Hansen. A él se le ocurrió devolver la pasión a orillas del Pisuerga. Valladolid lo necesita. Sobre todo desde aquella mañana en la que las aguas del río comenzaron a bajar moradas y el dolor fue insoportable.