Desde el golpe de Estado fallido del pasado 15 de julio, más de 134.000 personas han sido despedidas o suspendidas de empleo en Turquía: miembros de las fuerzas de seguridad, médicos, jueces y fiscales, periodistas, profesores a nivel general y universitarios… También se han cerrado medios de comunicación, centros educativos y de salud, ONG y fundaciones. Tal es la dimensión de las acciones del Gobierno de Recep Tayyip Erdogan contra todo elemento contrario al oficialismo, llegando hasta el extremo de prohibir los programas televisivos para buscar pareja. El deporte turco tampoco ha sido inmune a este proceso, con uno de sus grandes iconos sufriendo su propia purga personalizada: Enes Kanter.
La vida del jugador de baloncesto de los Oklahoma City Thunder de la NBA (y, por tanto, compañero de Álex Abrines) ha sido un auténtico calvario en los últimos días. Todo comenzó en Indonesia, adonde fue a impartir un clinic. Una noche, su representante se presentó en la habitación del hotel donde se alojaba para decirle que la policía quería hablar con él. El Gobierno turco había empezado su persecución contra el jugador, al que consideraba peligroso. Kanter no tuvo más remedio que escapar del país en un vuelo de madrugada.
Pasó por Singapur y después por Rumanía, donde fue retenido durante horas antes de poder volver a Estados Unidos. El motivo fue que su pasaporte turco había sido cancelado. Con la ayuda del Departamento de Seguridad Nacional y del Departamento de Estado estadounidenses, además de la de los Thunder, la NBA y su asociación de jugadores, la odisea terminó bien. ¡Quién le iba a decir a Kanter que tendría un 25 cumpleaños tan sobresaltado!
Sin embargo, la situación del pívot ha vuelto a empeorar en las últimas horas: la fiscalía de Estambul ha emitido una orden de arresto contra él, que se intentará que sea extensible a la Interpol, por “pertenecer a una organización terrorista armada”. Los motivos de esta decisión son las críticas hacia Erdogan (“el Hitler de nuestro siglo” en sus propias palabras) y el apoyo al movimiento/cofradía Hizmet. Su líder es Fethullah Gülen, exiliado en Estados Unidos desde 1999 y antiguo aliado del presidente, al que este viene acusando de todos sus males desde hace años: investigaciones por corrupción, protestas en Turquía y, sobre todo, el último golpe de Estado.
“La mayor amenaza para Erdogan es la libertad de expresión, así que castigará a cualquiera que hable o piense por sí mismo […] Si su gobierno trata de esta manera a un jugador de la NBA, ¿qué hará con todos los demás? […] Ha transformado el Gobierno en una dictadura. Cualquiera que vaya contra él, o diga algo contra el Gobierno, es un objetivo. No hace falta fijarse sólo en mis palabras. Podéis leer las noticias. Podéis preguntar a Amnistía Internacional”, reconoce Kanter en una carta en The Players Tribune.
En la misiva, también cuenta que lleva dos años sin pisar Turquía y sin hablar con sus padres, que le rechazan por su pensamiento político. Tiempo atrás, el cabeza de familia, Mehmet, llegó a disculparse con los turcos y su presidente “por tener un hijo así”. Uno al que “no le importó” causar problemas a la familia. “No le habría llevado a aquel campus en los Estados Unidos donde su talento quedó al descubierto si hubiese sabido que llegaríamos a este punto”, sentenció el padre. Acabó perdiendo su empleo como profesor universitario a raíz de la situación y llegaron a escupirle en una carnicería por culpa de Enes, que respondió a la polémica adoptando Gülen como nuevo apellido.
Kanter afirma que recibe amenazas de muerte “casi cada día” y que ya no tiene amigos en su país natal. Ni siquiera sus hermanos quieren hablar de él en público por miedo a posibles represalias. Seguirle en Twitter (su perfil está bloqueado en Turquía) o darle a 'Me gusta' a una foto suya en Facebook “podría ser un problema” allí. Contactar con él quizá supondría “ir a la cárcel”. Aún es más rotundo: “Si me hubiesen enviado de vuelta a Turquía, quizá ya no sabríais de mí ahora mismo”.
Por eso, hace tiempo que su auténtico hogar es Estados Unidos, donde vive y juega al baloncesto desde 2009. Lo hizo en el instituto, en los Utah Jazz entre 2011 y 2015 y en los Thunder desde entonces. No en la liga universitaria, inelegible al haber recibido dinero del Fenerbahçe, el único club profesional que le acogió en su tierra. No compite en la selección absoluta turca desde el Eurobasket de 2011 (también lo disputó a nivel sub16 en 2008 y como sub18, siendo MVP, en 2009). Renunció al Mundial local de 2010 por sus estudios y las lesiones le dejaron fuera de las convocatorias posteriores. Incluso llegó a reírse de la eliminación de su país en el Europeo de 2013.
Al de 2015 tampoco fue, ya con su discutido apoyo a Gülen en liza. Según el entonces seleccionador nacional, Ergin Ataman, Kanter no fue seleccionado porque “no se disculpó con sus compañeros por incidentes pasados”. Él no lo creyó así, aunque, como ahora, le importa más bien poco. Ya lo dejó claro en Twitter este viernes: “No podéis atraparme. Jajaja. No malgastéis energías. Voy a ir allí (Turquía) a escupiros a todos a vuestras caras feas y llenas de odio”.
Los casos de Sükür y Akyol
Kanter no es el único deportista que pasa de héroe a villano en el país otomano durante los últimos años. Lo mismo le sucedió no hace mucho a Hakan Sükür. Nada más y nada menos que la leyenda más esplendorosa del fútbol turco: el máximo goleador histórico de su liga (249 tantos) y de la selección (51). Comparte residencia con su homólogo baloncestístico (vive en Estados Unidos desde diciembre de 2015) y condición de supuesto terrorista (agosto de 2016), al ser también simpatizante de Gülen.
Con 45 años, Sükür lleva retirado de los terrenos de juego desde 2008. El delantero se introdujo en el mundo político y fue elegido diputado por el AKP de Erdogan (Partido de la Justicia y el Desarrollo) en las elecciones generales de 2011. Dos años después, dimitió por un escándalo de corrupción que implicó al propio Erdogan y a su círculo más cercano. La ruptura del AKP con el movimiento gülenista, y el cierre de las academias educativas asociadas a Hizmet por orden del Gobierno, también influyeron. Todo esto motivó al exfutbolista a convertirse en parlamentario independiente.
Fue entonces cuando empezó a ser visto como un opositor. Y más tras declarar que se sentía natural de Albania, y no de Turquía, durante un discurso en una universidad. Pero la gota que colmó el vaso con Sükür fueron unos insultos lanzados en Twitter en febrero de 2016. Aunque él lo negó, supuestamente iban dirigidos a Erdogan (quien, por cierto, ofició la boda de Sükür con su primera esposa cuando era alcalde de Estambul), y podrían haberle costado cuatro años de cárcel. Tras evitarlos, denunció el golpe de Estado de julio. Poco después, le llegó la confirmación de que es persona non grata en su país, en forma de una orden de arresto que provocó la detención de su padre.
Además, el Galatasaray decidió retirarles el carné de socio tanto a Sükür como a otra leyenda del club, Arif Erdem, el pasado marzo. Los motivos del equipo en el que jugó hasta en tres etapas (también lo hizo en Sakaryaspor, Bursaspor, Torino, Inter de Milán, Parma y Blackburn Rovers) fueron, de nuevo, ideológicos. De ahí que el autor del gol más rápido de la historia de los Mundiales en 2002 ya lleve un tiempo apartado de la política y viviendo en California. Allí quiere albergar su propia academia de fútbol.
Otro caso similar al de Kanter y Sükur, volviendo al baloncesto, es el de Cenk Akyol. También exjugador del Galatasaray (en dos etapas. Estuvo tres en el Efes y también pasó por Avellino y Besiktas antes de llegar al Acibadem Üniversitesi, donde ahora disputa la segunda división turca a sus 30 años). Aunque, en su caso, de la canasta. Después de hacer una de las mejores temporadas de su vida allí, el alero no fue seleccionado para jugar el Eurobasket de 2013 con Turquía. La causa oficial por la que no se le convocó fue un problema con el entrenador, Bogdan Tanjevic.
No obstante, todo parece indicar que Akyol fue vetado al apartar el micrófono de la NTV turca justo después de proclamarse campeón de liga. Evitó hablar con sus periodistas porque esta cadena de televisión no estaba informando sobre las protestas antigubernamentales que empezaba a haber en el país por aquel entonces. Su decisión pudo causar que Dogus moviese hilos para evitar su convocatoria.
¿Por qué? Porque el grupo empresarial es propietario de la NTV y, a la vez, de Garanti Bank, patrocinador de la selección en aquella época. Este banco negó cualquier extorsión para sacar de la lista a Akyol, un habitual del equipo desde 2005 (volvió en 2014), pero nadie se lo creyó demasiado. Es tan sólo un ejemplo más de las consecuencias que puede tener ir en contra del poder en Turquía. Nadie está exento de la quema, ni siquiera los deportistas.
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