Al oeste de Córdoba, entre la sierra y el campo, emerge apenas un atisbo de una de las ciudades más excepcionales del siglo X, en España. Un lugar donde se concentraron las manifestaciones culturales más exquisitas hasta que desaparecieron y quedaron como abono para leyenda y memoria sin excavar. Ocultamiento, olvido y rescate hacen de la ciudad de Madinat al-Zahra un lugar de testimonio e hipérbole, de historia y mito, que puede ser incluida por la UNESCO hoy viernes, por la tarde, en su lista de hitos del Patrimonio de la Humanidad y librar a la joya arqueológica de un futuro ruinoso.
Primero la crisis económica congeló los fondos que aportaba la Junta a la recuperación. Luego, la desidia burocrática de una mala adjudicación en la contratación. Así han estado cortocircuitadas desde 2009 las labores de restauración y conservación de lo poco que los arqueólogos han sacado a flote de esta maravillosa villa musulmana medieval. Los expertos que apenas conocemos un 20% de lo que fue, el resto sigue a la espera de voluntad política para desenterrarlo.
Medina Azahara es un invento de Abderraman III, que pensó en crear una ciudad donde hacer convivir su poder con la corte. Una ciudad privilegiada, a la que llegaron literatos, artistas y científicos orientales según fue rompiendo su aislamiento y abriéndose al mundo. Sobre todo con el califa Al Hakam, que plantea la nueva población (entre 961 y 976), no como un alcázar residencia personal del gobernante, sino como una ciudad concebida como representación del poder. El centro de la ciudad deja de ser la residencia y pasa a ser la sala del trono, el conocido como Salón Rico.
En la sala del trono es donde los especialistas conservadores de la Junta aguardan a que la Administración andaluza desbloquee las obras, para rematar la recuperación decorativa de este lugar especial, que con la muerte de Al Hakam se convierte en un lugar fantasma, antes de ser destruido en 1010. La organización World Monuments Foundation ha invertido casi un millón de euros en el rescate del Salón Rico. La Junta de Andalucía empleó una partida de 498.000 euros.
La Historia a la espera
“Lo ideal hubiese sido acabar hace cuatro años. Si todo sigue según lo previsto, este otoño se firmará el nuevo convenio y se reiniciarán las obras”, comentan desde WMF a este periódico. Desde hace tres años no se mueve nada en la medina. Obras muertas, ruinas a la espera. Se rescataron más de 5.100 atauriques de la decoración del Salón Rico y hubo que catalogarlos. “En la primera fase de la obra, antes de paralizarla, recogimos los fragmentos y los preparamos para su colocación. Ahora estamos a la espera de poder hacerlo. Están limpios, clasificados, están en el suelo ordenados. El Salón Rico recuperará su decoración parcial”, cuentan desde la fundación privada.
No queda integra sino con parches. De estas solerías de mármol que cubren las paredes sólo han llegado hasta nuestros días el 30% del total de la decoración original. Como indica WMF, ahora mismo descansan en el suelo, a la espera de ser colocarlos en las fachadas y contrafachadas y lienzo oriental del Salón, cuando se reinicien las obras. En ese momento, la Junta tendrá que poner otros 300.000 euros. El Ministerio de Cultura no ha aportado nada al rescate de la joya del conjunto arqueológico, el lugar en el que Abderraman III recibía a los altos dignatarios que visitaban la ciudad.
Una ciudad invisible
“Es una obra icónica del mundo islámico. Es un sitio único y excepcional”, creen desde WMF, a pesar de la destrucción, saqueo y desaparición que ha sufrido el conjunto, del que todavía hay pendiente por excavar casi el 80%. “Se llevaron los sillares y los capiteles para levantar otra ciudad y dejaron la decoración de mármol. Hay capiteles de Medina Azahara repartidos por media España. En los últimos quinientos años pastaban las ovejas. Se suponía que no quedaba nada. Lo saquea Almanzor y crea una nueva ciudad que está desaparecida. El día que se descubra esa nueva ciudad hecha con los restos de la medina…” Una ciudad invisible de medio siglo de existencia y mil años de vida enterrados en la memoria, que no volvió a aparecer en las crónicas hasta el siglo XVII.
Ochenta años después de que se empezaran las labores arqueológicas que sacaron a flote este lugar único, el equipo que trabaja a las órdenes del director de Medina Azahara (ya es el tercero desde que se paralizaron las obras) son conservadores de la villa, de la Junta y del Instituto de Patrimonio andaluz. Los expertos aseguran que no es una obra difícil, pero necesitan un milagro para desbloquearla en un país que muestra su incapacidad para proteger, difundir y conservar su bien más preciado, el Patrimonio Histórico. Bienvenido, Mr UNESCO.