Toda novela romántica barata arranca de la misma manera: una puesta de sol en el Parque del Oeste, con el Templo de Debod como protagonista y una pareja que se promete lo imposible. Todo atardecer que merezca like se fotografía en el mismo lugar, donde los rosas del cielo se mezclan con los tonos pardos de la piedra arenisca al aire libre. Es el lugar favorito de Instagram, un tópico exótico que se crece en el contraste, al fondo, con la Torre de Madrid y el Edificio de España. Es la parada obligatoria de autobuses cargados de japoneses, el momento de calma de los vecinos, es la postal que no soporta más.
El templo es el mejor souvenir de Madrid, pero está en peligro. La piedra nubia sufre con su exposición sin protección y -aunque parezca que la piedra es imperturbable- se retuerce de dolor con los cambios. Las alteraciones no le sientan bien a su dureza, porque es mucho más débil de lo que imaginas. Tan frágil como para poder respirar en primavera y otoño, con temperaturas más suaves, y ahogarse en el contraste del frío al calor.
Pensar el futuro
Este viernes, el Ayuntamiento convoca a los madrileños al CentroCentro del Palacio Cibeles para asistir a la primera jornada técnica sobre el futuro de uno de los monumentos más característicos del reclamo turístico de la ciudad. Por la mañana se darán a conocer los resultados de la monitorización del templo en 2017 y los beneficios de su conversión de monumento urbano en museo de sí mismo.
“Las conclusiones de la primera monitorización que se le ha hecho a la piedra no son dramáticas. No hay nada por lo que alarmarse, pero sí es muy importante pensar cuál es el mejor futuro para el monumento. Y no podemos dilatarnos más”, explica a este periódico Marisol Mena, Directora General de Intervención en el Paisaje Urbano y el Patrimonio Cultural del Ayuntamiento.
Por la tarde, una mesa redonda -un tanto apretada y apresurada- de dos horas y diez expertos. Entre los convocados no hay conservadores de la piedra egipcia, ni especialistas del MET de Nueva York (donde se conserva el Templo de Dendur) o Richard Meier, responsable del recubrimiento minimalista del Ara Pacis (Roma), para protegerlo de la contaminación atmosférica.
La máxima responsable del patrimonio en el consistorio no duda cuál es la prioridad: si la conservación del monumento queda en entredicho por el impacto paisajístico, primará el monumento. “Los atardeceres en el Debod, forma parte del imaginario madrileño. Por eso ninguna solución será ideal. Algunos ya han propuesto soterrarlo”, añade Mena. Así que al cubrirlo, la gestión del monumento sería totalmente distinta, quedaría convertido en museo. Pero aclara que si debe elegir entre paisaje fotográfico y conservación del monumento, “el monumento es más importante”.
Mejor un museo que un 'selfie'
El evento de este viernes supone el inicio de un trabajo científico que finalizará, en verano, con las conclusiones de los especialistas convocados. A partir de sus reflexiones, el Ayuntamiento tomará la decisión de cubrirlo o mantenerlo a la intemperie otros 50 años más, con los problemas de climatización y conservación que tiene. Todo apunta a museo (para la próxima legislatura). Es la opción preferida por Belén Llera, Directora General de Bibliotecas, Archivos y Museos del Ayuntamiento.
Anuncia la renovación en dos años del discurso museográfico y de la climatización del edificio principal, para cumplir con la normativa laboral, en la que se amparan los trabajadores. “Cuando vuelva a abrir el templo, adquirirá el protagonismo que tenía”. Apunta que cuando estaba abierto llegaba a recibir 400.000 visitantes al año. Asegura que “estos templos a la intemperie acaban dañados” y pone el ejemplo del MET, protegido dentro del mismo museo.
El Ayuntamiento estudiará la mejor conservación de los 2.300 sillares que llegaron del valle de Asuán antes de ser anegado, para colocarlos en el promontorio en el que el 3 de mayo de 1808 el ejército de Napoleón fusiló a 43 madrileños que se levantaron contra las tropas francesas que pretendían la invasión. El mismo lugar donde Franco instaló el cuartel base de sus operaciones contra el gobierno republicano.
“Queremos explicar este periodo histórico, pero no ponerle una caja encima. A mí me gustaría convertirlo en museo, desde luego, porque el conocimiento del Arte Egipcio crecería y el contexto de lo que se visita. Como museo crecerá la explicación egiptológica y la divulgación, que ahora mismo está muy limitado”, asegura. Es la hora de otorgarle más importancia a la investigación y al conocimiento que al selfie.