Nuevo enfrentamiento diplomático a la vista: la corte Constitucional colombiana ha encontrado motivos suficientes para obligar al Gobierno del país a reclamar a España la devolución del Tesoro de los Quimbaya, una exquisita pieza que descansa en el Museo de América de Madrid. La joya de 121 piezas doradas fue un regalo de 1893. La decisión de la corte es la culminación de una década de demandas colombianas de devolución, que se suma al reciente escándalo del Códice de Trujillo. Estas son las claves del caso:
1. España expolió
En este caso, no. El tesoro fue un regalo del presidente Carlos Holguín a la reina María Cristina. Con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América en Madrid, en 1892, se organizó una exposición histórica en la que Colombia quiso dar a conocer el recién hallado tesoro Quimbaya. El tesoro había sido comprado “al peso”, junto a otras piezas, un año antes por el Gobierno colombiano a unos intermediarios que a su vez lo compraron a unos huaqueros, expoliadores.
Con el respaldo político, Holguín dona el fabuloso tesoro a la reina española, como agradecimiento por la mediación a favor de Colombia en un conflicto de fronteras con Venezuela. Ya en época moderna, Colombia ha tratado de equipararlo a reclamaciones internacionales de restitución de bienes expoliados, como los cometidos por el ejército nazi, pero la llegada a España del tesoro no es producto de un acto ilícito.
2. España mató
En este caso, no. En esta guerra de propaganda para forzar el regreso a su tierra del tesoro artístico se ha comparado la desaparición del pueblo Quimbaya con el exterminio judío, pero los quimbayas “clásicos”, que elaboraron el tesoro, no existían cuando llegaron los españoles a sus tierras. El tesoro es extraordinario por la técnica de elaboración y calidad estética, más que por el oro empleado. Es más, la composición de los objetos no es oro macizo, sino aleación con cobre y plata.
3. España se enriqueció
En este caso, no. La fiebre del oro estalló en el siglo XIX, cuando la huaquería campó a sus anchas durante décadas hasta que esquilmaron las tumbas precolombinas. Era una profesión social y legalmente aceptada, que arrasó con el patrimonio de los propios colombianos. Así quedaba reflejada en la ley de 1833 que todo hallazgo en sepulturas, templos o adoratorios de los indios era propiedad del “inventor”, es decir, de los descubridores.
La norma dotó al expolio de amparo legal y que permitió que la mayoría de los hallazgos acabaran fundidos en lingotes. De hecho, en el Museo de América sólo se puede ver una parte del espectacular conjunto, que en su mayoría fue vendido o fundido. Museos de todo el mundo cuentan con figuras de caciques, cascos y adornos !quimbayas clásicos” similares, adquiridos por el Museo Británico o el Museo Etnográfico de Berlín, entre otros.
4. España engañó
En este caso, no. Es un regalo lícito, realizado por iniciativa del presidente Holguin y sin oposición del Congreso una vez fue notificada su decisión. Los abogados que reclaman su devolución protestan contra el ofrecimiento del expresidente, porque se hizo sin consultar al Congreso. Consideran que queda invalidado por este motivo. Sin embargo, hace un año, en una vista celebrara en el Tribunal Constitucional que ahora ordena poner en marcha la reclamación, representantes del Gobierno aclararon que el obsequio fue “legítimo y revestido de legalidad”.
Fue la vicecanciller de Colombia quien pronunció estas palabras al asegurar que “el acto unilateral del jefe de Estado de Colombia constituyó una manifestación de voluntad de la República de Colombia, dentro del marco normativo interno vigente, al ser el jefe de Estado el representante natural y legítimo ante los demás estados. Se trató así de un acto legítimo y revestido de legalidad”.
5. España no estudia
En este caso, sí. La reina entregó el conjunto a las colecciones de patrimonio histórico y queda a la vista de todos en el Museo Arqueológico Nacional, hasta la Guerra Civil española, cuando el Gobierno de la República huye de Madrid junto con el tesoro artístico nacional. Fue en 1965 cuando se traslada al Museo de América, con la inauguración de la sede en la Ciudad Universitaria, donde se expone en la sala dedicada al mundo funerario. “Desde 2011 un proyecto de Investigación del Museo de América con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha realizado estudios arqueométricos para conocer con mayor precisión la composición de los objetos”, se asegura desde el museo.