El verano se acaba y todo el mundo habla de tres cosas. Del nuevo hilo de Manuel Bartual y Modesto García, de La casa de las flores, y del viral de Thalía. La cantante mexicana publicó un stories en su cuenta de Instagram que rápidamente incendió internet. En él, la estrella salía en su casoplón mientras hablaba con sus fans. Los rumores comenzaron a correr, que si iba borracha, que si está loca… Todo porque Thalía, una vez más, había hecho lo que le daba la gana: en un minuto bailaba, cantaba, interpelaba a sus fans, tiraba besos y se reía a mandíbula batiente. Demasiada libertad para tiempos tan pacatos.
Los grupos de whatsapp echaron humo y todo el mundo empezó a imitar al huracán mexicano. Nadie podía evitar decir ese "Me escuchan, me oyen, me sienten" que corrió como la pólvora. Tanto que hasta en Twitter se creó un challenge para imitar a Thalía. Un reto en el que participó hasta Sálvame con Lydia Lozano como conejillo de indias. En el fondo muchas de las risas hacia la cantante tenían la misma mirada condescendiente y machirula de siempre: se hablaba y criticaba a una mujer porque parecía que se había tomado cuatro copas de más y decía cosas graciosas pero algo incongruentes. Como Xabi Alonso en la celebración de la Eurocopa de 2012 que ganó la selección española, pero a él no se le señaló.
La jugada le ha salido perfecta a la cantante, que pocos días después lanzaba su nuevo single, No me acuerdo, junto a Natti Natasha. El tema habla de una mujer que sale de fiesta y no se acuerda de si le ha sido infiel a su pareja, pero le da igual, porque ella tiene el mismo derecho que él a irse de picos pardos. Una letra impensable hace unos años en una industria musical que a las mujeres las tenía reservadas canciones sobre al (des) amor romántico. Pero Thalía no es cualquier mujer. Aquí la conocemos por ese mega hit pachanguero que es Arrasando, pero en México es toda una celebridad que se encarga de demostrar a cada segundo que le da lo mismo lo que digan de ella. Además, deja siempre en evidencia el machismo de la sociedad, que la critica por su actitud sexual y abierta, y la moralina de una industria que se escandaliza cuando algo se sale de su norma.
Recordar las apariciones televisivas de la cantante desde hace décadas es encontrarse con un polvorín que revolucionó todos los platós que pisaba. Se acabaron las modositas, le gustara a la gente o no, ella siempre se mostró como una joven que disfrutaba del sexo, de su cuerpo, de su libertad y de ser una mujer. Lo demostró hace un par de años, cuando en una entrevista aseguraba que había llegado a los 50 orgasmos en una sola noche junto a su marido, Tommy Mottola, exjefazo de Sony Music y magnate de la industria musical en todo el mundo.
El fenómeno de su vídeo ha desempolvado joyas como su aparición en 1991 en el programa de Verónica Castro (que casualmente protagoniza el otro fenómeno mexicano de la temporada, La casa de las flores), cuando con 20 añitos dejó a todos los carcas ojipláticos por hacer referencias sexuales en horario de máxima audiencia. Fue Castro la que pinchó a Thalía cuestionando que sus canciones empezaban siempre por S y siempre eran “líquidos que salen del cuerpo”. “Tenés temas como Sangre, Sudor y Saliva”, continuó. La cantante entró al trapo y preguntó “¿Y luego cuál falta?” antes de deletrear al público la palabra Semen y pedirles que lo gritaran bien fuerte.
Verónica Castro no pensaba que Thalía se atreviera, pero está claro que no sabía de lo que era capaz. Los comentarios de los hombres en las redes sociales cuando se ha rescatado el vídeo – que la llaman puta en la mayoría de ellos- confirman lo necesaria que es una mujer que tenga los ovarios para hacer eso y jugarse su posición en una industria que castiga atrevimientos como ese.
Aquí la Thalía noventera deletreando semen, con la Virginde La Casa de las Flores. pic.twitter.com/Y2fkVWCb0X